Para los autores del informe, las principales vulneraciones tienen que ver con: la seguridad económica, personal, comunitaria, alimentaria y en salud.
El Observatorio de Seguridad Humana de Medellín (OSHM), adscrito a la Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia, en conjunto con el Centro de América Latina y del Caribe del London School of Economics and Political Science (LSE), con sede en Reino Unido; acaban de publicar su primer reporte de Monitoreo: La seguridad humana de las comunidades de Medellín en tiempos del covid-19. El informe analiza las diferentes afectaciones que han sufrido los ciudadanos de Medellín que habitan las comunas: 1, 2, 3 y 13 a causa de la pandemia y sus efectos colaterales. En dicho estudio se analizan las diferentes dimensiones de la seguridad humana, se analizan las múltiples afectaciones desde una lupa teórica más amplia y potente, y no se queda en la simple constatación de los delitos comunes. Para los autores del informe, las principales vulneraciones tienen que ver con: la seguridad económica, personal, comunitaria, alimentaria y en salud.
Con el pasar de los meses lo que se ha evidenciado es que la pandemia aumenta las desigualdades. Los habitantes más pauperizados de la ciudad no solo tienen que asumir la crisis sanitaria, sino que deben también padecer las medidas para su contención. Las Comuna 1, 2, 3 y 13 que son las que presentan un mayor contagio del virus, son también las comunas donde se presenta un mayor nivel de pobreza.
El resultado del informe es conmovedor y debería ser lectura obligatoria para los constructores de políticas públicas en Medellín, toda vez que, este texto: breve, contundente y profundo, permite entender lo que está pasando en los territorios concretos de la ciudad. Por ejemplo, la mayoría de entrevistados, a raíz de las medidas de contención del virus, tuvieron que suspender sus actividades económicas, o fueron despedidos de sus empleos, o su salario fue mermado. Esta situación económica desfavorable llevó a un número muy grande de los entrevistados a contraer créditos ilegales/informales con tasas de usura. Lo cual genera un circulo vicioso para los deudores, que siguen con los “brazos caídos”, y, aun así, deben seguir atendiendo las cuotas de los pagadiaros que, en gran medida, son regentados por actores ilegales; que han implementado nuevas formas de cobrar y tramitar dichos préstamos.
Como asegura el informe: del aumento en la inseguridad económica que están experimentando las personas a las que se entrevistó, se desprenden tres consecuencias directas: 1. Aumento de inseguridad alimentaria, 2. El deterioro progresivo en la salud mental, y, 3. Un endeudamiento masificado. Para los expertos de la UdeA y del LSE la violencia no ha desaparecido, sólo ha mutado en otras prácticas, realizando un giro preocupante hacia el hogar en primer término y, hacia el barrio, en segundo lugar. Violencia, que enfatiza su brutalidad y azar sobre las mujeres, los niños y los ancianos. Presentándose a la fecha diez homicidios de mujeres, de los cuales siete fueron clasificados como presuntos feminicidios, y dos corresponden a mujeres transgénero.
Si bien los homicidios en su conjunto han descendió en el periodo de aislamiento preventivo, la violencia lejos de cesar sigue presente. En resumen: violencia intrafamiliar, feminicidios, linchamientos públicos. Así como variaciones en las prácticas de los actores criminales (disminución de enfrentamientos entre combos, control del territorio de manera más soterrada), aunque sin perder el ejercicio de la protección violenta sobre ciertos territorios. Asimismo, al igual que en Rio de Janeiro, algunos actores criminales han entregado mercados (paquetes con alimentos) a los habitantes de sus zonas de control (comunas 8 y 16).
La crisis epidemiológica se ha visto bien contenida en Medellín, como lo resalta el periódico estadounidense The Washington Post (13.06.2020), y en ello reconozco un gran liderazgo de la alcaldía de Daniel Quintero. Empero, siento que estamos cayendo todos en el error de pensar estos fenómenos actuales solo a partir de las cifras, del “dataismo”. ¿Cuántos muertos?, ¿cuántos contagios?, ¿cuántos recuperados? Yo mismo he hecho este tipo de trabajos, que reitero son fundamentales. No obstante, las cifras encubren la dramática tragedia del ser humano con nombre y apellido. La cotidiana miseria del ciudadano que rechaza ser solo el 3459, o el 0,012 % de la reducción de una tendencia.
El informe completo lo pueden consultar en este link: https://www.repensandolaseguridad.org/publicacioness/art%C3%ADculos/item/primer-reporte-de-monitoreo-la-seguridad-humana-en-las-comunidades-en-tiempos-del-covid-19.html?category_id=24