En un mundo con tanta desigualdad, es utópico y romántico pensar que todas las personas pueden darse el lujo de parar, pensar y escoger, qué es lo que quieren para sus vidas y en qué quieren desempeñarse.
No hay nada más aburridor que despertarse todos los días sin encontrarle sentido a lo que se hace y el aporte que estamos generando en la humanidad, se siente que no se genera valor, que se hacen labores rutinarias, operativas y que por el conocimiento y experiencia se pueden ejecutar perfectamente pero que no satisfacen del todo. Estar en un determinado trabajo se puede convertir en un “escampadero” mientras se encuentra algo mejor, o simplemente es una zona de confort, donde se está, porque se recibe un salario que permite vivir cómodamente o al menos resolver buena parte de las necesidades.
Eso se convierte en un problema tanto para las empresas, porque cuentan con empleados que no están lo suficientemente motivados o comprometidos con la organización, y para los empleados, porque al fin de cuentas no disfrutan de lo que hacen, su capacidad de ser proactivos y propositivos va a estar siempre limitada. Es una paradoja, porque buena parte del tiempo que destinamos en nuestras vidas, se lo dedicamos al trabajo, y si no se goza de lo que se hace, ese tiempo está siendo mal gastando. Por supuesto que, en un mundo con tanta desigualdad, es utópico y romántico pensar que todas las personas pueden darse el lujo de parar, pensar y escoger, qué es lo que quieren para sus vidas y en qué quieren desempeñarse. El común de la población trabaja para sobrevivir.
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Considero que hay una gran oportunidad desde la educación pública, desde sus niveles básico y secundarios para incluir en sus planes de formación, uno que esté relacionado con el ser y se potencialicen las cualidades de cada individuo y de cómo pueden aportar desde sus futuros roles a la sociedad. Parte de los problemas que tiene la educación pública tradicional, es que supone que todos los estudiantes tienen los mismos intereses y habilidades para aprender de diversos temas, si bien debe haber un núcleo básico del conocimiento, se debe llegar a identificar y potencializar esas cualidades únicas e inalienables de cada persona, para darle luces de los caminos que podría seguir, en los que se pueda destacar y aportar positivamente a la sociedad, entendiendo la demanda del entorno. Varios son los jóvenes que terminan estudiando carreras por moda, o por darle gusto a sus padres, o por practicismo, más que por convicción.
Hace días tuve una conversación con una prima que trabaja en el departamento global de Recursos Humanos de DHL y que tiene un proyecto de orientar a las personas, no desde lo profesional, que ha sido lo tradicional, sino desde lo personal, para ayudarles a encontrar su propósito, y eso empieza por responder preguntas como estas: ¿si usted tuviera económicamente su vida resuelta, estaría haciendo lo que hace en este momento? ¿A qué le dedicaría su tiempo? ¿En qué se concentraría y se esforzaría?
Son pocos los privilegiados que trabajan en proyectos o empresas donde sus valores y creencias están alineados con los de la organización y más en la coyuntura de hoy; en esa simbiosis, es común ver a los miembros de la organización, dando la milla extra. Le encuentren sentido a lo que hacen, se sienten parte de un todo, de un propósito superior.
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Peter Diamandis, nombrado por la revista Fortune, como uno de los cincuenta líderes más grandes del mundo y cofundador de Singularity University, da también una pista para encontrar ese propósito, empieza con la siguiente pregunta “¿Estás trabajando en algo que pueda cambiar el mundo? La respuesta en el 99.9% es no. Creo que debemos preparar a la gente para que aprenda a cambiar el mundo”. (Ferriss, 2016) En ese mismo sentido, Scott Belsky, joven empresario norteamericano, afirma que “Cuando el 99% de la gente duda de ti, es porque o estás completamente equivocado, o estás a punto de hacer historia”. (Ferriss, 2016)
Los que históricamente han tenido mejores condiciones, deben servir de inspiración para los que vienen detrás, ser mentores para que más personas puedan encontrar su razón de ser y estar en este mundo, y así contribuir a que día a día haya mayor número de individuos haciendo historia y dejando legados positivos.
Para cerrar, me gusta esta frase de Diamandis que dice: “Cuando tengas que optar entre dos cosas… elige ambas” (Ferriss, 2016), muchas veces tendemos a caer en dicotomías que terminan siendo falsas, entre más y mejores oportunidades, mejor nos va.