La historia y el lente para mirar el conflicto 

Autor: Jorge Mejía Martínez
6 noviembre de 2018 - 09:02 PM

Con las gafas de hoy es difícil comprender algunas situaciones ocurridas en el intrincado proceso de independencia nuestro.

La docencia universitaria me obligó a meter los ojos en la historia económica de Colombia. Es un transcurrir sorprendente de paradojas, hechos y procesos. Somos un país republicano que está a punto de cumplir 200 años de existencia, mucho menos del largo periodo de la colonia cuya vigencia superó los 300 años. Nuestro apreciado y admirado colega en estas páginas de EL MUNDO, Luis Fernando Múnera, nos incita a escudriñar nuestro pasado. Lo hace de una manera enriquecedora Historia de Colombia a cuentagotas. Es su columna de este pasado domingo, Colombia a cuenta gotas 11, de una serie que inició el 20 de agosto de 2018. Excelente.

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Por fortuna para Colombia se percibe un nacer (¿renacer?) de la manera de contar la historia, ajena a la visión sublimizante, ecléctica y poco dinámica predominante en los textos y en las clases de la misma. Enfoque más al servicio de sostener el statu quo actual que de encontrar en nuestro legado los argumentos suficientes para entender que ese statu quo no tiene razón de ser por injusto, inequitativo, violento. Por ello fue grato y sorprendente la acogida de un libro como La historia mínima de Colombia, de Jorge Orlando Melo; tuvimos que hacer fila o reservar con anticipación su adquisición.

Con las gafas de hoy es difícil comprender algunas situaciones ocurridas en el intrincado proceso de independencia nuestro.

El más importante antecedente del Derecho Internacional Humanitario, DIH, en la historia mundial fue el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra, suscrito y ratificado un 26 de noviembre de 1820 entre las autoridades del entonces gobierno de la Nueva Granada y el Jefe de las Fuerzas Expedicionarias de la Corona Española, en la ciudad venezolana de Trujillo. Lo que quiere decir que más de un año después de la cristalización de la independencia nacional, con ocasión de la batalla de Boyacá un 7 de agosto de 1819, el territorio de la patria todavía estaba en plena disputa militar por la decisión de la corona española de intentar la reconquista de la colonia. El tratado fue un acuerdo para humanizar la guerra, sin declarar cese de hostilidades, buen trato a los prisioneros e intercambio de los mismos y otros compromisos como “los habitantes de los pueblos que alternativamente se ocuparen por las armas de ambos gobiernos, serán altamente respetados, gozarán de una extensa y absoluta libertad y seguridad, sean cuales fueren o hayan sido sus opiniones, destinos, servicios y conducta, con respecto a las partes beligerantes… Los cadáveres de los que gloriosamente terminen su carrera en los campos de batalla, o en cualquier combate, choque o encuentro entre las armas de los dos gobiernos, recibirán los últimos honores de la sepultura o se quemarán cuando por su número, o por la premura del tiempo no pueda hacerse lo primero. El ejército o cuerpo vencedor será el obligado a cumplir con este sagrado deber, del cual sólo por una circunstancia muy grave y singular podrá descargarse avisándolo inmediatamente a las autoridades del territorio en que se halle, para que lo haga.” Entre los que firmaron estuvo Antonio José de Sucre. Dicho armisticio fue comunicado, a su vez, por don Manuel de Landa a las provincias de Riohacha, Santa Marta y Cartagena en donde el dominio español así mismo era evidente.

Este armisticio de Santa Ana, como también fue llamado, concebido de buena fe por Sucre y como tal firmado por los comandantes españoles, fue, no obstante, utilizado por Bolívar para fortalecer su posición y preparar las acciones posteriores. La paralización temporal de las huestes que defendían el estandarte español les resultó cara, pues al rompimiento del armisticio se da el triunfo de los independentistas en la batalla de Carabobo el 24 de junio de 1821. Bolívar y Urdaneta se salieron con las suyas.

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Esa estrategia del libertador ¿qué costos políticos y sociales le hubieran implicado hoy? La historia exime a Bolívar porque, aplicando la perfidia, fue el triunfador. En un conflicto armado como el de hoy, sería un vil terrorista.

 

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