En políticas públicas la información dirigida al gobierno debe ser enviada estratégicamente, en lugar de causar preocupaciones innecesarias en los demás lanzando gritos al aire
Todo el mundo tiene el derecho hoy de decir lo que quiera en las redes y reenviar sin límite y cada cual verá qué abre o lee. Y aunque esto está causando mucha confusión, no me atrevería a llamar la atención a nadie por eso.
Especialmente los contenidos de entretenimiento o educativos son válidos siempre. Yo mismo creé un canal de YouTube para difundir conferencias propias de mi especialidad que no son de opinión sobre la crisis, y consejos de viajes light para entretener a quienes les llegan o los abren en esta cuarentena. https://www.youtube.com/watch?v=y3HJbQ01SIc&feature=youtu.be
Pero es un dilema muy grande en una situación como la actual saber cuándo comunicar opiniones del tema de la crisis en particular a los demás, o transmitir datos que consideras valiosos. Aunque ahí tampoco me atrevo a regañar a nadie.
Sin embargo, cuando tienes acceso a expresarte en medios de comunicación la cosa varia, especialmente si tienes una audiencia mínima, mediana o grande. He pensado mucho en eso y se me ocurrió el siguiente instructivo, que yo mismo he aplicado.
Primero: Si uno es una persona que habitualmente escribe en medios es normal que siga expresándose en sus columnas habituales o cuando lo entrevistan en temas relacionados con la crisis. No debe uno frenar eso porque hay una responsabilidad previamente aceptada, pero tampoco tiene sentido extralimitarse en esas colaboraciones habituales, porque hay saturación actualmente y no se debe abusar de ese acceso privilegiado. Igual si acostumbras reenviar estos contenidos a tus contactos, creo que debes seguir haciéndolo normalmente, sin ampliarlo más allá de ciertas proporciones.
Segundo: Dicho lo anterior, creo que uno solo debe escribir de lo que es experto en relación con la crisis y no de todos los temas, en los que hay especialistas mucho mejor preparados. El médico que hable de salud, el politólogo de políticas públicas, etc.
Tercero: ¿Qué pasa si a uno le llega una información que uno cree fehacientemente que es vital, aunque uno no sea experto? Considero que el primer paso es utilizar los contactos posibles para que esa información llegue a los tomadores de políticas públicas, y mejor que sean estos el presidente, ministros, gobernadores o alcaldes en lugar de mandos medios, antes de publicar nada y menos mandarlo por redes.
Cuarto: Si uno ve que no llegaron o no se les está haciendo caso porque no se están tomando esas medidas urgentes y eso ahondará la crisis, tampoco creo que tenga sentido divulgarlo en tus escritos públicos, a menos que seas un muy reconocido comunicador, cuya palabra realmente va a incidir en la toma de esas decisiones. Esto porque crearás pánico sin lograr nada y darás material para peleas entre políticos y líderes ideológicos, que frenarán las decisiones en vez de impulsarlas.
Quinto: Creo que las autoridades electas y particularmente el ejecutivo en cada país son quienes deben tomar decisiones, manteniendo los diálogos obligatorios con otros poderes que cada Constitución establezca en momentos de crisis. En este sentido no considero que ni siquiera un experto deba sugerir desobedecer un decreto a sus lectores, sino más bien comunicar a las autoridades cuando una medida es ineficaz, contradictoria o insuficiente, hasta donde le sea posible hacerlo. Y si decide expresarlo deberá ir a más y no a menos, es decir, sugerir a los lectores obedecer lo ordenado y si lo considera oportuno ir aun más allá de ello si al experto le parece necesario, mientras que no contraríe lo decretado expresamente. Es decir, pedir que sean más cuidadosos aun de lo que exige el Gobierno, por ejemplo, pero no menos. No es práctico ni legitimo autonombrarse profeta, y aunque en las redes es inevitable en los medios hay una ética específica que lo hace no recomendable.
Sexto: “En tiempos de crisis no hacer mudanzas”. Considero que, aunque consideres como experto por ejemplo que las relaciones entre el gobierno central y los electos gobernadores y alcaldes deben revisarse porque no están siendo útiles o justas en el combate de la crisis, no creo que debas alentar a los lectores a ponerse de un lado o de otro. Sobre todo, debes dejar en claro que el ordenamiento territorial aprobado es el vigente y que, en tiempos de crisis, como decía San Ignacio, no se hacen cambios. Hay que invitar al diálogo si hay grietas, pero no insinuar que cada departamento, ciudad grande o municipio actúe autónomamente excediendo lo que dice la Constitución comos si fuera la Edad Media, ni tampoco que se le quiten algunas de las atribuciones que se le dan a las autoridades regionales y el ordenamiento permite en tiempos de crisis.
En síntesis, en estos momentos hay una palabra clave en ciencias políticas, que se usa mucho en inglés, la cual en tiempos normales hace gobernable una democracia y en tiempos de emergencia como el actual puede ayudar a salvarla: TRUST, TRUST, TRUST (Confianza, confianza, confianza). Es decir, hay que confiar en nuestro ordenamiento legítimamente constituido, en los líderes elegidos, y sobre todo en la capacidad de diálogo cuando hay discrepancias entre ellos y con los expertos o la sociedad en su conjunto.
Señores lectores y personas con acceso a medios de comunicación: En síntesis, como politólogo sé que, aunque no lo parezca, en políticas públicas la información dirigida al gobierno debe ser enviada estratégicamente, en lugar de causar preocupaciones innecesarias en los demás lanzando gritos al aire a la opinión pública, especialmente en tiempos de crisis. Es decir, a veces menos es más y este puedes ser uno de esos casos.