La que enfrentan el sistema capitalista y modelo económico neoliberal
La pandemia producida por el SARS-Cov2 ha puesto en evidencia, en cuestión de cuatro meses, la fragilidad de la especie humana y sus relaciones con el planeta. Esta crisis se ha convertido en un factor adicional para desencadenar una tormenta perfecta sobre el sistema capitalista como consecuencia de la convergencia de otras crisis que este ha venido incubando o que no ha podido resolver desde que consolidó su hegemonía al caer el comunismo soviético y producirse la mutación del comunismo chino.
El modelo económico neoliberal derivado de un capitalismo salvaje se ha encargado de debilitar las instituciones necesarias para responder a una coyuntura como la actual: sistemas de salud, organizaciones multilaterales, investigación científica fundamental, educación de calidad y formación profesional basada en los principios de la educación liberal. Los mercados tienen prioridades que no tienen que ver con los intereses de la mayor parte de la población mundial, de manera que por sí solos no pueden manejar las crisis actuales y menos prepararnos para las futuras.
Este escenario debería ser visto como una llamada a un cambio por una humanidad más compasiva y solidaria, un cambio que debe ser liderado por los gobernantes y organizaciones multilaterales pero que debe recorrer todos los ámbitos de la sociedad e incluir la forma de actuación personal. La construcción de acuerdos colectivos fundamentados en intereses generales y superiores debería ser la ruta para superar no solo la crisis inmediata sino aquellas que permanecen e incluso las que pueden afectarnos en el futuro. En tal sentido, la crisis de la covid-19 debería ser una oportunidad para incitar una discusión global que permita establecer medidas para resolver desafíos inmediatos como la crisis financiera o de los sistemas de salud, pero al mismo tiempo generar la capacidad para solucionar las situaciones de largo plazo, en particular el cambio climático o la enorme inequidad económica.
Los adalides del modelo imperante lucharán para defender lo que consideran debe seguir siendo la forma de promover crecimiento económico, producir riqueza y transformación social a partir de la redistribución de los excedentes que genera el mercado. El riesgo puede ser que, con la pretensión de mantener el modelo de mercado dominado por la oferta y demanda sin control, se termine por sacrificar la democracia y el estado social de derecho. El llamado es a defender los valores que han permitido que hasta el día de hoy podamos tener sociedades que valoran la vida sobre cualquier otro interés, para lo cual se requiere una nueva sociedad, y por tanto deberíamos acoger el llamado que hace poco planteó Naomi Klein “No es un lugar al que podamos volver: es un lugar que tenemos que construir juntos y un lugar por el que tenemos que luchar”.