La tormenta perfecta

Autor: Pablo J. Patiño G.
21 abril de 2020 - 12:02 AM

La que enfrentan el sistema capitalista y modelo económico neoliberal

Medellín

La pandemia producida por el SARS-Cov2 ha puesto en evidencia, en cuestión de cuatro meses, la fragilidad de la especie humana y sus relaciones con el planeta. Esta crisis se ha convertido en un factor adicional para desencadenar una tormenta perfecta sobre el sistema capitalista como consecuencia de la convergencia de otras crisis que este ha venido incubando o que no ha podido resolver desde que consolidó su hegemonía al caer el comunismo soviético y producirse la mutación del comunismo chino.

  • Crisis de valores. El capitalismo salvaje ha puesto en entredicho muchos de los valores que han permitido la construcción de una sociedad basada en la razón y los principios de libertad, equidad y fraternidad.
    • Menoscabo de la racionalidad y el pensamiento crítico.
    • Pérdida de la solidaridad entre naciones, colectivos sociales y personas.
    • Límite a la libertad individual y colectiva.
    • Falta de transparencia en la información y las decisiones.
  • Crisis económica. Apenas las economías se estaban recuperando de la crisis económica producida por el sistema financiero en el 2008, la covid19 da origen a una crisis mucho más compleja y dramática. A diferencia de la anterior esta crisis macroeconómica afecta tanto los sistemas de producción como todos los componentes de la demanda (consumo, inversión de capital y exportaciones). Por tanto, se considera que será la mayor depresión económica que el mundo jamás ha vivido.
  • Crisis humanitaria. Esta refleja en una amplia variedad de situaciones que afectan en mayor o menor medida a la mayor parte de la población mundial, entre las cuales se pueden mencionar:
    • Precariedad laboral que impide que los trabajadores formales e informales tengan los ingresos suficientes para satisfacer necesidades básicas.
    • Migraciones y refugiados como consecuencia de las guerras y el hambre.
    • Inequidad. Existen suficientes datos y evidencias de cómo, en particular desde la segunda mitad del siglo pasado, se ha producido una acumulación de la riqueza por una porción muy pequeña de la población mundial.
  • Crisis ecológica y ambiental: la actividad humana, el crecimiento demográfico y el consumo desmesurado de una oferta cada vez mayor de bienes ha producido cambios en la temperatura del planeta, con el consecuente cambio en los regímenes climáticos, además de la desaparición de muchas especies animales y vegetales.
  • Crisis de los sistemas de salud. El modelo económico de mercado prioriza la rentabilidad sobre el ser humano, lo cual ha conducido por un lado a la privatización de los sistemas de salud. Adicionalmente, la medicalización focaliza los esfuerzos de investigación e innovación en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades crónicas no transmisibles mucho más rentables en lo económico.
  • Crisis de la propiedad intelectual o del capitalismo cognitivo. La protección extrema del conocimiento con el fin obtener una rentabilidad económica se ha convertido en el corazón de un capitalismo sin restricciones.

El modelo económico neoliberal derivado de un capitalismo salvaje se ha encargado de debilitar las instituciones necesarias para responder a una coyuntura como la actual: sistemas de salud, organizaciones multilaterales, investigación científica fundamental, educación de calidad y formación profesional basada en los principios de la educación liberal. Los mercados tienen prioridades que no tienen que ver con los intereses de la mayor parte de la población mundial, de manera que por sí solos no pueden manejar las crisis actuales y menos prepararnos para las futuras.

Lea también: Por qué la pandemia de la covid-19 no es una guerra

Este escenario debería ser visto como una llamada a un cambio por una humanidad más compasiva y solidaria, un cambio que debe ser liderado por los gobernantes y organizaciones multilaterales pero que debe recorrer todos los ámbitos de la sociedad e incluir la forma de actuación personal. La construcción de acuerdos colectivos fundamentados en intereses generales y superiores debería ser la ruta para superar no solo la crisis inmediata sino aquellas que permanecen e incluso las que pueden afectarnos en el futuro. En tal sentido, la crisis de la covid-19 debería ser una oportunidad para incitar una discusión global que permita establecer medidas para resolver desafíos inmediatos como la crisis financiera o de los sistemas de salud, pero al mismo tiempo generar la capacidad para solucionar las situaciones de largo plazo, en particular el cambio climático o la enorme inequidad económica.

Los adalides del modelo imperante lucharán para defender lo que consideran debe seguir siendo la forma de promover crecimiento económico, producir riqueza y transformación social a partir de la redistribución de los excedentes que genera el mercado. El riesgo puede ser que, con la pretensión de mantener el modelo de mercado dominado por la oferta y demanda sin control, se termine por sacrificar la democracia y el estado social de derecho. El llamado es a defender los valores que han permitido que hasta el día de hoy podamos tener sociedades que valoran la vida sobre cualquier otro interés, para lo cual se requiere una nueva sociedad, y por tanto deberíamos acoger el llamado que hace poco planteó Naomi Klein “No es un lugar al que podamos volver: es un lugar que tenemos que construir juntos y un lugar por el que tenemos que luchar”.

 

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