Tal vez el invento más innovador de todos los tiempos fue la ciudad. Concentrar en un solo lugar todos los servicios y articular todas las formas de ser y de pensar al mismo tiempo ha sido la construcción más dolorosa que hemos tenido los seres humanos, pero la más enriquecedora también. Pero ¿Que es una ciudad? En teoría todo espacio que agrupe una alta densidad de población, y sea transformado para proveerles de mínimos básicos elementales, se podría catalogar como una. El asunto acá es que cada país pone criterios para definir cuando ese conglomerado humano podría tener el título de ciudad y cuando no. En los países de la península escandinava, donde cada vez hay menos gente, un pequeño poblado de 200 personas, ya es considerado Ciudad.

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En España, se usa el criterio de casi la mayoría de países en el mundo, que dice que si la población suma más de 10 mil habitantes, ya es una ciudad. En Japón, más de 30 mil. En fin. Este recuento para explicar que no tenemos la posibilidad de decir cuantas ciudades hay en el mundo, y además, que no tenemos un crtiterio unificado para saber cuales sí lo son y cuales no. A muchos pequeños lugares pintoréscos a los que he ido, autóctonos y llenos de cultura arquitectónica me refiero como pueblos y sus habitates me dicen contrariados que son ya una ciudad. Me pasa lo contrario; a grandes desarrollos urbanos, -otro de los criterios para definir si un territorio es ciudad o no-, cuando los camino, les digo ciudad y sus pobladores me corrigen explicándome que apenas son un pueblo. Pero más alla del término y su definición, existe un gobierno que tendrá que dirigir este lugar, independientemente como se llame, y tampoco tendría que importar la cantidad de personas que habiten en él, debería haber un alcalde en cada uno y una junta, un consejo, unos regidores. Deberían haber tambien encargados de temas como educación y salud, además de un par de personas que apoyen la gestión. Este equipo administrativo, se hace más complicado de conformar de acuerdo a la cantidad de población de cada lugar. Lo digo porque es muy común que se pongan reglas desde las capitales para todo un país, pero que se desconozca por completo las condiciones de cada area. Las costumbres e interacciones sociales, las actividades comerciales y el desarrollo en infraestructura, son solamente algunos de los elementos que se deberían mirar en cada caso concreto para construir mejor las normas, al menos más justas y así poderlas exigir.

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El caso de Medellín, nos puede ilustrar un poco. Aproximadamente 2´550.000 personas viven acá, pero habilitadas para votar hay 1´486.000. La abstención de las elecciones pasadas fue del 57%, es decir, que unos 847.000 ciudadanos votarían en estas. El tema es que de ese casi millón y medio de personas habilitadas para ejercer ese gran compromiso de elegir al que gobierna, 244.636 decidieron quién sería el alcalde, es decir, la sexta parte del total de votantes, la décima parte del total de la población. Así es el comportamiento de las elecciones de la mayoría de estas unidades territoriales, donde claramente está definido que las minorías de las grandes ciudades, mandan, porque el que llega no hace las cosas necesarias para la mayoría, sino que cumple las peticiones de los que lo eligieron. Así que después no se quejen porque les toca vivir cuatro largos y tortuosos años en su municipio, era clara la solución, acudir masivamente a las urnas, así se podría exigir con mayores argumentos, de lo contrario, seguiremos siendo gobernados por la décima parte que eligieron y seguiran siendo los gobiernos para mantener contentos a esos que votaron por ellos.