Rece, porque él no va a salir de esta

Autor: Carmen Vásquez Gómez
9 marzo de 2020 - 04:11 PM

No es un hombre de pregunta, respuesta. Es un hombre que se relata con voz pausada y acentos. Es definido, sabe de dónde viene y para dónde va. Es un hombre con filosofía de vida incluida en su piel, al igual que la lectura, la música y la ética.

Medellín

En este oficio del periodismo son muchas las personas a las que nos toca escuchar un día. Pero muy pocas son las que dejan huella, las que con sus palabras dictan una maestría de vida. Ir a la verdad, es decir que estas entrevistas son una asignatura de dirección, de una mujer que tiene un ojo clínico para buscar una aguja en un pajar, (mi directora). Son entrevistas de vida, de lo cotidiano, de eso que creemos que no se ve, pero que es lo que más se nota: el pensamiento humano, el sentir del corazón.

El doctor Andrés Aguirre Martínez se puede ver tan sencillo, como sencillo lo bautizaron con un solo nombre “Andrés”. No se lo preguntamos, pero la estrella de su nacimiento, un día cinco de marzo, lo describe en Piscis, como un hombre sensible, intuitivo, perceptivo, noble, generoso, tanto que es de los que se entrega con alma y corazón a las situaciones y responsabilidades. Aquí nos vino a la mente ese slogan que él, como director del Hospital Pablo Tobón Uribe, tiene como sello en esa entidad: “Un Hospital con alma”. No es ver solo la enfermedad, es ver ese ser humano que llega con una dolencia.

Es el segundo de cinco hijos, cuatro hombres y una mujer, hijo de Alfonso Aguirre Ceballos, uno de los primeros médicos cardiólogos que se formó en México con un título académico. Su abuelo paterno Pedro Claver Aguirre, también fue médico y senador de la república por el Partido Liberal y quien murió muy joven. Su papá, con un préstamo se fue a estudiar y se encargó de sus dos hermanos uno de ellos Alberto Aguirre, el mismo que tuvo una columna muchos años aquí en el periódico El Mundo. Papá y tío marcaron su vida en el hábito de la lectura y en tener una conciencia crítica de las cosas. Hijo de mamá amorosa, compositora, galardonada dos veces con el premio Mono Núñez, ganadora del Festival Hatoviejo, boleros y música colombiana fueron sus composiciones, Sonia Martínez, hija también de un médico pediatra. La medicina lo persiguió. Pero una cosa fundamental que le marcó en la vida fue el ser hijo de padres amorosos y sensibles por los demás; de aquí aprende y adquiere una visión humanista. Tenía un año largo de vida cuando se le presentó un cuadro de convulsiones infantiles y fue ahí cuando su papá le dijo a su mamá: “Rece por él, que no va a salir de esta”. Pocos saben de esta situación que para él fue un milagro.

De mamá recibió además del amor, una herencia musical, aprendió a tocar guitarra desde muy niño. Lectura y música son dos elementos que lo marcaron y que han influido en su vida, dándole un sentido de lo estético para entender que las realidades se relacionan unas con otras. La lectura le dio una comprensión diferente del mundo, porque fue una lectura orientada a los clásicos. Libros que valieran la pena y que le han marcado la vida: “La montaña mágica”, de Thomas Mann, que se lo sugirió su padre y otras obras de Dostoievski, Tolstoi, Sandor Marai, autores que escriben y se escudriñan el alma.

Rápidamente comenzó a estudiar con el gran don de la capacidad de aprender y fue el mejor con gran desempeño académico. Empezó a estudiar muy joven, tanto que a los 15 años salió de bachillerato. No tenía amigos y por su contextura física, además de feo y flaco, quedó nulo y sin gracia para el deporte, nada de fútbol y nada de baloncesto. Pero esto aparentemente malo le sirvió para saber lo bueno que le ha pasado. Como dice el dicho…no hay mal que por bien no venga.

En su adolescencia (algo que solo saben pocos) empezó a pintar nada menos que con doña Libe de Zulategui, una persona muy importante en el arte. Sumen… guitarra, pintura y además empezó a tocar piano. Esto lo ubica en el perfecto sentido de lo estético y de la humanidad. Cuando salió del bachillerato, bolivariano de corazón y de estudio, tenía que elegir y se presentó a arquitectura, ingeniería mecánica y medicina. ¿Un poco desorientado?

Aunque le gustaba y le iba muy bien con las matemáticas y la física, igual tenía una mirada a la medicina, porque le tocó vivir eso del “médico de familia en casa”. Acompañaba a su papá a visitar pacientes y lógico que como jovencito le preguntaba de todo después de la visita. Aquí nos cuenta una anécdota que él nunca olvidará, porque su padre lo zarandeó con una frase que jamás olvida: “Después de una visita el paciente murió y él le preguntó a su padre que si no se sentía frustrado por la muerte de sus pacientes y su papá le dijo: ¿”Quién ha sido el mejor médico de la humanidad?, le respondo, Cristo, que hacía milagros y Cristo resucitó a Lázaro y usted ve a Lázaro por ahí”? Aquí aprendió que la medicina no es tener un superpoder sino una labor humana.

SU AUTODISCIPLINA

Se levanta a las 4:10 de la mañana, trota. Esto de trotar lo hacía cuando le pedía permiso a su profesor de educación física que lo dejara trotar alrededor de la Universidad. Desde joven lee muy mal, desde los once años usa lentes por miopía y esto le da para otra anécdota de humor, cuando le dijeron que se operara para que se quitara los lentes y él contestó: “Esto es lo único que me tapa la cara”.

Se presentó y pasó a medicina en la U.deA, y pasó siempre con el primer puesto, becado. Él dice que no es inteligente, que es disciplinado.

De la cátedra de ética con su profesor Ramón Córdoba Palacio, pediatra, llega a la filosofía que es un tema radical en su vida, a tal punto que esa filosofía es la herramienta en la dirección del Hospital. Aprecia los tres tomos “Historia de la filosofía y del conocimiento”, del autor italiano Darío Antiseri, y esto le abre el mundo del pensamiento, como el ser humano va madurando en los aspectos morales, en cómo se juzga la vida. De aquí que en un hospital es comprender al ser humano. La filosofía tiene que ver con el mundo humano

Dice ser Aristotélico, pero además le ha marcado mucho el filósofo francés del personalismo Emmanuel Mounier, que habla de las cinco dimensiones que caracteriza una persona. “El salir de sí para comprender y se comprende para asumir la realidad del otro y para darse a esa persona que lo necesita y para hacer de la persona una vocación de vida”. Otros dos autores contemporáneos que le gustan mucho son, Adela Cortina, española, con un libro bellísimo “Ética mínima” y Martha Nussbaum, con la obra, “La fragilidad del bien y la felicidad” y “Emociones políticas”, que nada tiene que ver con políticos, su pensamiento es como trabajar la afectividad para ser un ciudadano Todo esto le ha ubicado en la enseñanza de no ser tan simplista, a no repetir como un loro, a tener sentido crítico, muy distinto a ser criticón. Ir a la raíz misma de las cosas.

No le podían faltar en su repertorio los teólogos, uno de ellos es el alemán Hans Küng. Y su gran amistad con el padre Calixto, misionero de Yarumal, el autor de “Tejas arriba”, a quien le escucha algo que lo ha hecho reflexionar siempre: “La Cruz tiene dos dimensiones. Una vertical que va de la tierra al cielo y otra horizontal que es la de los brazos. Se llega a la vertical por la horizontal, abrazando y comprendiendo al otro”.

Y con el cuento de la política, la que manejan los hombres, también tiene su menos que fue después más.

Se fue a buscar empleo a una clínica privada y le dijeron que no tenía chance porque no era hijo de ningún socio. Y luego fue a una entidad pública, leyeron su hoja de vida con detenimiento y al final de la lectura le dice el personaje: “Yo sé que tú vienes de una familia liberal, esta es una entidad oficial que no es liberal y aquí no tienes chance”. Esto para él fue duro, de lágrima, le tocó guardar sus pergaminos. De aquí lo mandaron al Hospital Pablo Tobón Uribe, entregó su hoja de vida un 9 de abril de 1984. Y aquí sigue hoy, con 36 años

¿Para usted qué es la muerte?

“La muerte nos interroga sobre la vida. Al final qué quieres hacer con tu vida, en que usamos el tiempo. Lo más importante es hagamos de nuestra vida algo que valga la pena. La vida vale la pena, en este sentido trascendemos, tenemos una dimensión superior, lo demás es un acto de fe. Es una pregunta para el más acá, después de la muerte ya no hay más decisión. En esto creo. Las distintas religiones nos hablan con metáforas y simbolismos”.

EN FAMILIA

Es casado con una mujer maravillosa, enfermera, tiene un hijo sicólogo con la edad de Cristo y una perrita que es una compañía especial.

SU PENSAMIENTO EN FRASES

Lo que hacemos influye en los demás.

Si religiosidad es tener ritos soy lo menos religioso.

Lo que hacemos trae consecuencias.

Creo en la misericordia de un Dios

No creo en nada que dañe a los demás.

Me confieso conmigo mismo y con Dios.

Testigo, juez y guía es tu conciencia.

Lectura, música, filosofía, ética, sus pilares.

La dignidad del ser humano no tiene prenda.

Le huye a los médicos.

Leyó completa la Biblia.

Al mundo le falta bondad y comprensión.

Le tiene miedo a las alturas.

Le ofusca la mediocridad.

Le hace reír el humor fino.

El dulce de brevas con arequipe es su recuerdo de cocina.

Su licor preferido el whisky de malta.

Tiende la cama los fines de semana.

Es impecable al vestir y compra su ropa.

Su ciudad es Madrid.

Su recuerdo musical “Pueblito viejo”.

Sus músicos: Vivaldi, Bach, Beethoven.

Llora por el sufrimiento de los demás.

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