En días de aplicación y divulgación de resultados en pruebas estatales de educación surge el debate sobre las variables de medición a la calidad del sistema educativo. Además de aspectos como cobertura, pertinencia académica, formación en desarrollo de competencias o habilidades para la vida, la capacidad de un sistema educativo para garantizar la permanencia de sus estudiantes a lo largo del proceso educativo, se destaca como un elemento clave en la medición de calidad del mismo.

La importancia de la permanencia, según Elvia María González, decana de la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia, debe entenderse más allá de las cifras de deserción y el cumplimiento de indicadores, es decir, el 3.39% de deserción escolar que registró Medellín en 2015 (último año del que se tienen cifras oficiales) debe ser analizado a la luz de sus causas y posibilidades de mejoramiento para consolidar las estrategias que redunden en la erradicación del abandono escolar. 

Diana Basto, directora de Educación de la fundación Proantioquia, resaltó que garantizar la calidad de los procesos educativos es uno de los factores determinantes en la permanencia de los estudiantes en la escuela y agregó que para poder lograr la calidad de los procesos, es necesario propiciar la adecuada formación de docentes y directivos docentes así como revisar condiciones de clima escolar, entendiendo que lo que sucede en la institución y en el salón de clase es un elemento decisivo si se pretende evitar la deserción de la escuela.

En consonancia, Jorge Ríos, subsecretario de Educación de Medellín, señaló que entre las lineas de trabajo en pro de la permanencia escolar en la ciudad se encuentra el cuidado del clima institucional o ambiente escolar; esto a través del programa Escuela Entorno Protector con el que se plantean especificaciones en lo correspondiente a ambientes de aprendizaje y seguimiento a las situaciones particulares en los casos considerados como potenciales de deserción.

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El programa señalado por Ríos hace parte de la estrategia de permanencia escolar en Medellín y se suma a las acciones en transporte y alimentación escolar, además del programa Descubriendo el Mundo, el cual se implementa actualmente en la comuna cinco y está orientado al acompañamiento de estudiantes con procesos escolares intermitentes y propensos a la deserción “estos niños son identificados y se tiene para ellos un programa que contempla actividades en deporte, ciencia y cultura, como una forma de motivar su permanencia y principalmente reforzar su autoestima y autoconfianza”, señaló el funcionario.

La ruta de la deserción

Elvia María González apuntó a la transición entre los grados quinto y sexto como una etapa con altos niveles de deserción y agregó que este fenómeno se puede presentar por aspectos como la configuración física de los colegios que en ocasiones hace que se requiera un traslado de sede para poder continuar con la formación en bachillerato. El rezago también estuvo entre los elementos señalados por la académica como posibles causas de deserción. 

“En nuestro medio un niño de quinto puede estar entre los nueve y diez años pero cuando hay acumulación de repitencia de años, empezamos a ver niños más grandes en estos grupos y ahí ya tenemos factores como la pubertad, cuando el niño empieza a buscar su participación en grupos de pertenencia y encuentra en la calle llamados que le despiertan más interés que la escuela” indicó.

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Cesar Darío Guisao, asesor en asuntos de educación, agregó el cuestionamiento acerca del proyecto de vida como factor que influye en el abandono escolar porque “el adolescente busca una respuesta del sistema educativo a sus necesidades y muchas veces no encuentra coincidencia entre la oferta que le está haciendo el sistema educativo y el mundo que se ha creado en su contexto, con su familia y desde la sociedad de consumo”.

Falta de conexión entre los responsables 

Guisao resaltó como problemática de interés la falta de conexión entre la familia, el sistema educativo y la vida del joven. “Cada actor tiene unos intereses y en la medida que no haya armonía y articulación del proyecto de vida y las expectativas, se va a seguir gestando en los jóvenes la idea de la deserción, porque muchas veces en el sistema no encuentran la respuesta a su proyecto de vida”. 

Pedro Agualimpia, rector de la I.E. Monseñor Francisco Cristóbal Toro, añadió a la discusión sobre la problemática de la deserción escolar “la falta de corresponsabilidad de algunas familias en los deberes de ayuda al estudiante y si no hay acompañamiento de la familia hay una cantidad de factores sociales que van a incidir en las decisiones de este joven, además la familia tiene responsabilidad en el seguimiento de su hijo asistiendo a las reuniones o escuelas de padres y cumpliendo un papel de motivador en los momentos en que el estudiante tenga dificultades académicas o disciplinarias”, dijo.

La violencia como causa y efecto

Las fuentes consultadas coincidieron en señalar la violencia como un fenomeno que guarda relación con la problemática del abandono escolar, la politóloga Lina Guisao, miembro del movimiento ciudadano Todos por la Educación, señaló que, en casos como el de Medellín, la problemática de seguridad ha logrado incidencia en la deserción “cada vez menos y no se ve tan reiterado en los últimos años pero si uno revisa informes como Forensis se da cuenta que en Colombia las personas que más mueren por homicidio son hombres entre 20 y 24 años, es decir, personas que ya deberían haber terminado su bachillerato, pero sucede que al revisar el grado de escolaridad hay una prevalencia de personas que desertaron; esto no quiere decir que por ser educado uno no se muere, pero la educación sí es un entorno protector que nos ayuda a vivir en sociedad y mediar conflictos”. 

Clara Ortiz psicóloga de la corporación con-vivamos indicó que ante la deserción escolar se abre la puerta a la oferta delictiva. “Se da un proceso en el que algunos jóvenes, al retirarse del colegio, tienen la opción de insertarse informalmente en el mundo laboral, con las implicaciones que esto tiene en la ausencia de oportunidades y aumento de la desigualdad, pero se abre también la posibilidad de acceder al mundo delictivo, en el que los jóvenes se insertan desde los rangos más bajos buscando la posibilidad de ascender allí, acrecentando una problemática que los afecta a ellos y también al contexto”.

Repensar el modelo

Elvia María González alertó sobre la necesidad de repensar el modelo educativo. “Hay que pensar más allá del español y las matemáticas, necesitamos formar seres humanos, garantizarles el buen crecimiento y la posibilidad de desarrollar habilidades para la vida; algo que está claro es que los niños deben estar más tiempo en la escuela, pero no como está planteada la jornada única en este momento, que es reforzar las mismas materias que le generan dificultades al estudiante. Hay que permitir que el estudiante pase tiempo en la escuela compartiendo con sus compañeros, entrenándose en educación física, artes y actividades que motiven su creatividad”.

La decana señaló la necesidad de pensar en instituciones educativas en las que, además de psicoorientación, se tenga el acompañamiento de trabajadores sociales e incluso filósofos: “la pregunta por el ser es una constante y si el modelo educativo está preparado para propiciar el dialogo sobre los problemas de la existencia y el futuro, se estará dando un paso grande en la lucha contra la deserción, pero sobre todo en la formación de calidad”, concluyó.