Son los estudiosos de los partidos los que están fatigados y no estas organizaciones ni las democracias
Los partidos hay que observarlos, estudiarlos, y no solo despreciarlos como hace la mayoría, incluso en la academia, como si algo que a uno le parece feo no existiera por ese motivo. Si no se estudian no hay manera de proponer normas para su mejoramiento (por eso hablamos de partidos y reforma electoral en mi grupo de estudios), ni cómo sugerirles cambios, sabiendo que de ellos depende la democracia en muchos sentidos, aunque tantos les escupan a la cara, absurdamente.
Por eso el jueves 25 a las 9 de la mañana por la plataforma meet: https://meet.google.com/ori-fazf-khz estaremos haciendo el lanzamiento de nuestro Obsrevatorio de partidos y reforma electoral por parte del Grupo de investigación de partidos y reformas electorales de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia, que dirijo desde su fundación en el siglo pasado, y que cumplió 20 años de funcionamiento ininterrumpido hace poco, con una docena de libros publicados y varios centenares de artículos y ponencias.
Pero, ¿por qué seguimos estudiando esto en lo que ya nadie cree? Pues porque existen y cuentan, sencillamente. Ahora están proliferando artículos sobre la agonía de los partidos y la fatiga de las democracias, con motivo de los estallidos sociales del año pasado e incluso de los más recientes. Pero yo realmente creo que son los estudiosos de los partidos los que están fatigados y no estas organizaciones ni las democracias.
Y es que las personas que durante décadas defendieron el estudio de los partidos desde la Ciencia Política contra una lluvia infinita de flechas estilo vikingo provenientes de muchas direcciones, ya están al parecer, como decimos en Medellín, “mamados”, y van en retirada.
Es verdad que siguen publicando a un ritmo importante muchos interesantes libros y van con magníficas ponencias a los congresos de Ciencia Política. Pero después de tantos años de ocuparse de la parte más atacada del asunto democrático, no se les ve el mismo ánimo de siempre.
Personas que antes insistían en la necesidad de institucionalizarlos (un término complejo que significa que no sean como efímeros más o menos), ahora dicen que eso es lo de menos, como les dijeron sus críticos a ellos por más de 30 años.
Grupos de estudio que dejaron su juventud en las lides de la medición politológica de los partidos, la cual siguen haciendo, ya están como contaminados por las críticas de siempre de que no se debe defender a los indefendibles, y con mucha timidez hablan hoy, pero de manera un tanto vergonzante, de los conceptos de fragmentación (exceso de partidos que genera teóricamente gobernabilidad) o de volatilidad (mucho cambio en las votaciones que también afecta la eficacia supuestamente).
Yo realmente no tengo claro si también debo bajarme de este bus, como están haciendo tantos, a mi parecer para mejorar el aplausómetro de los auditorios y las redes, que engrandece a los hipercríticos y desprecia a los serenos propositivos.
Creo que no lo voy a hacer porque lo que me llevó a ellos fue mi interés desde que era estudiante de Derecho por entender la dinámica política en la que la Democracia Constitucional puede perfeccionarse, y no una simple curiosidad pasajera.
Pero tampoco lo haré porque luego, como estudiante de especialización en Derecho Constitucional, y de doctorado en Ciencia Política, y como profesor e investigador, me obsesioné nuevamente por comprender las complejas relaciones entre las normas constitucionales y los actores colectivos más visibles de las democracias.
Sigo pensando que la reforma normativa constitucional de tipo electoral, orientada especialmente a los partidos, puede mejorar las democracias, y que los estudiosos debemos investigar normas y partidos simultáneamente para proponer alternativas, aunque no nos hagan caso los propios partidos ni los legisladores, según se dice, o la galería no nos aplauda.
Afortunadamente en 30 años los estudios, libros, carreras, congresos en estos temas se multiplicaron de manera impresionante, y los pocos que estábamos en eso, por lo menos en Colombia, dejamos de sentirnos solos y vimos con alegría que las nuevas generaciones hasta nos fueron “corriendo la silla”.
Pero lo que está pasando ahora es terrible, y no quiero meterle la culpa ni a las redes ni al paso de los años sobre los cuerpos y mentes de quienes nos dedicamos a esto. Realmente no sé qué pasó. Yo veo es como si los gladiadores solitarios de antes entregaran las armas justo cuando el león ya está dormido, para animar a los asistentes al circo romano de la descuartización verbal de las democracias. Y es inaudito porque en este siglo ya todo el continente europeo es democrático, casi toda América y Oceanía, y hasta lugares impensables antes en África y Asia.
Por eso quiero felicitar a los estudiantes ahora egresados: Felipe Cortés, Isaac Morales y Carolina Mariño, por este observatorio coordinado enteramente por ellos aunque bajo mi dirección. Hay que ver el tono sereno con el que hablan de los partidos como en otros tiempos, sin agregarle aclaraciones críticas para ganar vítores como se acostumbra hoy en día.
Y ese observatorio a partir de mañana estará disponible, para el público en general y no solo para los expertos, en Internet, pero únicamente de manera digital, y no por la pandemia, sino porque esto jóvenes son de un ecologismo tal que me obligaron a renunciar a parte del presupuesto (pequeñísimo con el que se hizo esto, por cierto), para no contaminar con papel sin ser necesario.
Viendo su esfuerzo y sus resultados, quizá descubro que también estoy un poco cansado así no quiera reconocerlo, y aunque no me haya vuelto un escéptico antipartidos a la moda, tal vez sea hora de volver a mis preocupaciones iniciales de tipo más jurídico-constitucional y dejarles a ellos esta pesada carga, como hacían los viejos con los jóvenes en las procesiones de Semana Santa. Pero si me llego a bajar del bus, espero no hacerlo como quien deja una religión por un repentino ataque agnóstico, tal como está sucediendo, creo yo, con muchos de los que siempre defendieron a los partidos en la academia y en los medios. Este OBSERVATARIO, es una muestra de ello. ¡ Espero!