La nueva varita mágica fue la opción del socialismo que tiene cara de Venezuela o de los miembros del partido demócrata. “Los EEUU nunca será socialista” sentenció Trump
Trump acaba de pronunciar su segundo discurso sobre el Estado de la Unión con ocho días de retraso por la presión de los demócratas para reabrir antes el gobierno, luego de su cierre por más de un mes ante la tozudez del presidente de privilegiar su prometido muro entre Méjico y EE. UU. El escenario del tradicional evento se diseña para mostrar un mandatario que se sobrepone a las diferencias partidistas y asume la vocería de la nación. Misión imposible por parte de Trump quien terminó profundizando la polarización, mientras los medios destacaban el mensaje de las congresistas demócratas vestidas de un blanco feminista.
La estrategia del gobernante no se salió de su acostumbrada recurrencia al miedo en lugar de la convergencia nacional. Pero esta vez el coco no fue la tragedia de la inmigración o la amenaza del fundamentalismo islámico. La nueva varita mágica fue la opción del socialismo que tiene cara de Venezuela o de los miembros del partido demócrata. “Los EE. UU. nunca será socialista” sentenció Trump, dibujando la estrategia republicana para las próximas elecciones ante el avance del número de congresistas opositores, en especial mujeres y jóvenes, que no vacilan en declararse socialistas en un país donde esa palabreja, hasta hace pocas décadas, era sinónimo de escarnio y persecución.
Paul Krugman publicó el pasado 7 de febrero de 2019 en el The New York Times una columna cuya traducción es Trump contra la amenaza socialista. ¿Qué quiere decir la gente de Trump, o los conservadores en general, por "socialismo"? para el articulista, la respuesta es, depende. A veces significa cualquier tipo de liberalismo económico. Así, después del discurso de su jefe, Steven Mnuchin, el secretario del Tesoro, alabó la economía de Trump y declaró que "no volveremos al socialismo", es decir, el país del norte era un infierno socialista, recientemente, como en 2016, por el afán de Obama de garantizar el acceso a la seguridad en salud de la población más pobre.
Para Krugman lo que realmente quieren los estadounidenses que apoyan el "socialismo" es lo que el resto del mundo llama socialdemocracia: una economía de mercado, pero con dificultades extremas limitadas por una red de seguridad social fuerte y desigualdad extrema limitada por impuestos progresivos. Quieren que nos parezcamos a Dinamarca o Noruega, no a Venezuela. Y en caso de que no hayas estado allí, escribe el analista, los países nórdicos no son, de hecho, infiernos. Tienen un PIB per cápita algo más bajo que nosotros, pero eso se debe en gran medida a que toman más vacaciones. En comparación con los Estados Unidos, tienen una mayor esperanza de vida, mucha menos pobreza y una satisfacción general en la vida significativamente mayor . Ah, y tienen altos niveles de espíritu empresarial, porque las personas están más dispuestas a correr el riesgo de iniciar un negocio cuando saben que no perderán su atención médica o se hundirán en la pobreza extrema si fracasan.
Así que el alarmismo sobre el socialismo es tonto y deshonesto. ¿Pero será políticamente efectivo?
Probablemente no, dice el premio Nobel de Economía en 2008. Después de todo, los votantes apoyan de manera abrumadora la mayoría de las políticas propuestas por los "socialistas" estadounidenses, incluidos los impuestos más elevados para los ricos y la disponibilidad de Medicare para todos (aunque no apoyan los planes que obligarían a las personas a renunciar a los seguros privados). Los demócratas no deben hacer de la pureza de un solo pagador una prueba de fuego. Krugman confía en el poder de algunos medios de comunicación para contrastar a aquellos que avalan la deshonestidad y el miedo como recurso para hacer política.