Los monosílabos han ido perdiendo la tilde y que solo tildamos unos pocos con la famosa diacrítica.
En las dos columnas anteriores les hablé sobre monosílabos con tilde. Saben ustedes, queridos lectores, que los monosílabos han ido perdiendo la tilde y que solo tildamos unos pocos con la famosa diacrítica. ¿Sí o qué? La tilde diacrítica sirve para diferenciar una palabra tónica de una átona. En cristiano, una palabra con acento de una sin acento. No es más. Por eso “solo” perdió su tilde: porque siempre es tónica, siempre tiene acento, siempre la pronunciamos con fuerza en [so].
Recuerden esta palabra: anfibología (se la voy a explicar abajo. Bajen de una vez y vuelvan aquí). En “Ante el peligro dé/de todos sus ahorros” hay anfibología. Ahora, en contexto entenderíamos perfectamente. Pero fuera de contexto puede ser “dé todos sus ahorros” o “de todos sus ahorros”. La primera es un consejo: si le van a robar, no quiera Dios, dele al ladrón todos sus ahorros antes de que lo apuñale. La segunda dice, y esta primera parte que sigue es invento mío, cierre sus cuentas bancarias “ante el peligro de todos sus ahorros” (es decir, porque sus ahorros están en peligro).
Dé, con acento y tilde, siempre será dar, el verbo dar.
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De esas que casi nunca usamos
Anfibología. Doble sentido que puede tener un discurso o una mera palabra. O sea, me dicen algo y puedo entenderlo de dos maneras muy diferentes.