La ciudadania quiere el cambio y se expresa marchando
Una marcha que fue convocada por las centrales obreras, organizaciones sindicales, sociales, estudiantiles y políticas y que fue enmarcada por el Partido Centro Democrático como parte de las estrategias del Foro de Sao Paulo para desestabilizar la nación, ha adquirido una inusitada solidaridad de diversos sectores de ciudadanos que han salido a defender el derecho a la movilización y han visto la marcha como una oportunidad para la expresión libre y democrática que envíe un mensaje contundente de rechazo a la clase política, incluida la que en la actualidad gobierna al país.
Las señales del contexto internacional cercano, sobre todo lo ocurrido con el estallido social en Chile, que ha obligado a un pacto entre partidos políticos para realizar un plebiscito en el mes de abril de 2020, dirigido a preguntarle a los ciudadanos si quieren una nueva constitución, deben ser tomadas en cuenta por el actual Gobierno Nacional.
En el contexto interno el resultado de las elecciones del mes de octubre en donde se eligieron alcaldes y gobernadores y en donde se propinó un cambio en el mapa político, es una señal que muestra que los colombianos quieren dejar atrás la polarización actual, el creciente ambiente hostil que está cobrando la vida de colombianos, sobre todo en el contexto rural, la corrupción que ha llegado a los niveles más altos de la historia de Colombia y una política internacional que está aislando al país y lo está ubicando como un vasallo del poder del norte. Lo anterior, también se suma a las razones que motivan a quienes marcharan el próximo 21 de noviembre.
Paradójicamente el presidente Duque tendría la oportunidad de capitalizar las diferentes razones de la inconformidad de los ciudadanos, liderando los cambios y/o desarrollando las políticas públicas que encaucen al país lejos de la polarización ocasionada por los partidos políticos, cortando de raíz los focos de corrupción, redireccionando la acción del Estado a la protección de los ciudadanos (independiente de su origen, credo, ideología y lugar de ubicación), destinando los recursos públicos a la inversión social, la educación, la salud, disminuyendo de manera importante los recursos para la guerra. Por supuesto este escenario en donde el presidente Duque se desmarque de su partido y de los compromisos adquiridos para llegar al poder no se encuentra a la vuelta de la esquina.
No es difícil pronosticar que la movilización del próximo 21 de noviembre hará parte de un grupo de movilizaciones que caracterizarán los siguientes años que durará el gobierno del presidente Duque. En cada movilización las conquistas alcanzadas serán el motor de las siguientes con lo que utilizando las palabras de la niña Greta Thunberg, activista ambiental, “el cambio viene, les guste o no”.
El gobierno debe comprender que es mejor un escenario en donde quienes convocan las marchas son instituciones jurídicas, con cabezas visibles, que muestran y argumentan con responsabilidad las razones de las marchas, escenario diferente al que caracterizó a la protesta social de Chile. Con toda seguridad una protesta social con líderes e instituciones visibles es un antídoto contra la demencial destrucción del patrimonio que acompañó las reivindicaciones del pueblo chileno. El gobierno debería reconocer que existen razones para marchar el 21 de noviembre y debería desde ya ponerse al frente de las marchas para liderar las transformaciones que demandan los ciudadanos.