73 años de historia que se cierran para el 2019 y quién sabe si es definitivamente.
En Medellín las corridas de toros hacen parte de la cultura de la ciudad, desde cuando se llevaban a cabo en el Circo El Palo, y desde que en 1945 fueron trasladadas a su querencia, la Plaza de Toros La Macarena. 73 años de historia que se cierran para el 2019 y quién sabe si es definitivamente.
Por la arena macarenera los aficionados tuvieron grandes tardes, con llenos hasta las banderas, cuando a la ciudad venían las grandes figuras del toreo mundial y nacional, e igualmente dehesas a las que, innumerables cornúpetas les fueron indultados por sus excepcionales condiciones, pero también hubo tardes con carteles excelentemente bien confeccionados, pero que resultaban un fiasco.
La semana pasada la empresa Cormacarena anunció a través de un comunicado de prensa la cancelación de la 28 feria Taurina en Medellín, el motivo es claro, la venta del 51% que tenía el Hospital San Vicente de Paul en la Plaza de Toros, participación que pasó a manos de unos empresarios organizadores de espectáculos, pero sin experiencia relacionada con la denominada fiesta brava.
Desde hace muchos años los antitaurinos, apoyados desde la municipalidad, y quién esto escribe hizo las respectivas alertas a través de este mismo espacio con el artículo “La “civilidad antitaurina”, publicado el 9 de febrero de 2010, se dedicaron a atacar verbalmente a los aficionados que íbamos al coso macarenero sin importar sí iban las señoras o nuestros hijos. En algunas ocasiones lo que los antituarinos criticaban como barbarie lo aplicaron dañando vehículos, como también la destrucción de la escultura en honor a Pepe Cáceres, quién dibujó con pinceladas de arte y plasticidad en muchas tardes con su famosa Cacerina.
Pero ni los antitaurinos, ni el concejal novillero antitaurino, ni los gobiernos de Sergio Fajardo y Alonso Salazar, ni la Personería de la ciudad (cuando más se atacó la temporada taurina de Medellín), ni los terroristas que pusieron la bomba el 16 de febrero de 1991, con un saldo de 28 muertos y más de 140 heridos pudieron darle la estocada final. Solo, una actividad comercial normal le clavó la espada cuasi certera a la fiesta brava en nuestra ciudad. Digo cuasi certera porque puede ser el principio del fin de las corridas de toros en la Macarena, varias razones, la primera la oposición antitaurina que se gesta desde la institucionalidad, el bajo patrocinio de las empresas que tradicionalmente apoyaban la temporada y los altos costos de organización, que ahora se le suma el cambio de utilización de la Plaza.
¿Quién podrá salvarla?, ¿quién se la mide a esa quijotada? Esas son las preguntas del millón. Solo empresarios como los de Manizales, Cali o Bogotá tienen el cuero duro para continuar con las corridas en Medellín.
Solo basta agradecerle a Cormacarena, que valientemente se encargó de la Feria Taurina de Medellín, después que la empresa Tesma desistiera seguir con su organización como consecuencia del atentado referenciado. Y que no sea el principio del fin de la Fiesta Brava en Medellín.