“Es mucho más difícil hacer cosas simples" 

Autor: Daniel Grajales Tabares
11 junio de 2017 - 06:00 PM

El director de la feria Medellín Design Week, David Hernández del Valle, habla de la relación de la ciudad con el diseño y revela de qué manera temas como el cuidado del medio ambiente y la influencia danesa se hacen presentes en la producción local, a propósito de este certamen que será realizado hasta el próximo 17 de junio en Plaza Mayor y otros cuatro espacios de la ciudad.

Medellín

La ciudad ha pasado por momentos en los que el diseño ha sido importante, ¿cómo han sido, de qué manera se ha transformado esa relación?
La industria deriva de la economía. La generación de industria está basada también en las decisiones políticas. 
Si bien en el inicio y desarrollo de la ciudad se iniciaron a hacer la pregunta ¿quiénes nos pueden ayudar a construir la ciudad y lo que ella necesita?, la primera respuesta fue: los mismos que ya la hicieron, como extranjeros que vinieron a asesorar tanto en diseño como en arquitectura y urbanismo. 
Sin embargo, se pensó después que la ciudad debía ser autosostenible, para lo cual estaban nuestras escuelas. Salieron nuestros primeros arquitectos de las academias, quienes comenzaron a construir una ciudad propia. Podían hacer la construcción asistida e in-situ, pero la relación con las personas y los espacios, con los objetos y los muebles, las dejaron entregadas a empresas internacionales, había empresas muy fuertes, de afuera. Entonces, llegó la misma pregunta ¿cómo podemos hacer sostenible este crecimiento con lo que traemos de otras partes?
Para ese momento, comenzaron a buscar alternativas con los creadores locales, se dio algo que me parece en gran parte bonito, porque comenzaron a copiar, a buscar ‘versiones’, empezaron a salir las interpretaciones, iban a donde un carpintero, por ejemplo, a decirle si podía hacer algún mueble que habían visto. Eran los no-diseñadores, quienes crearon los muebles que tuvo la ciudad. Siguió el crecimiento, hasta 1999, cuando la creación de la ciudad se comenzó a pensarse a través de políticas públicas, cuando todo cambió. Por fin comenzamos a hacer obras públicas.

 

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¿Qué sucedió entonces con esa relación de Medellín y el diseño?
Uno de los hechos trascendentales, desde mi perspectiva, fue la construcción del Parque Biblioteca de EPM, gracias a que la arquitectura comenzó a pensarse como un lugar construido por convocatoria, pensada para la ciudad. Entonces, los diseñadores de mobiliario o arquitectos creadores de mobiliario, accedieron a ello. 
En algún momento, un alcalde comenzó a creerles mucho a los arquitectos, ante lo que los diseñadores comenzaron a tener cabida. Cuando hay arquitectura, hay mercado del producto, es la relación del espacio con el objeto, son dos complementos. 
Esa dinámica generó estudios de diseño, carpinterías, nuevos talleres. 
Ahora, con el aumento del IVA, he visto que el diseño no ha dejado el objeto pero se ha puesto a la disposición también para brindar asesoría, desde lo que sentimos que hoy el diseño está pensándose como servicio, dejando la especialidad macro entrando una generación de jóvenes que trabajan en esas decisiones políticas desde el emprendimiento, con objetos. Hay un mercado muy grande de lo que son objetos y accesorios por la situación económica en la que estamos. 

 

Medellín ha sido conservadora en algunos temas de diseño, el cuadro del Corazón de Jesús y el mueble de cuero han sido tradicionales en algunos hogares, ¿si está cambiando la manera en que los ciudadanos acceden al diseño?
Yo creo que están abriendo sus ojos a propuestas de decenas de emprendedores, porque lo que ha pasado aquí es que hay jóvenes que, respondiendo a sus necesidades económicas para sacar adelante sus carreras, han emprendido, creando mayor oferta, más objetos, muchas más piezas pequeñas, de valores moderados, pero también colectivos contundentes en la manera de defender líneas estéticas, materiales, la oferta sí se ha diversificado. 
Se perdió mucho lo clásico, el ebanista que hacía el mueble ha ido desapareciendo en muchos escenarios, porque ahora se buscan propuestas de estudios de diseño, de cadenas de almacenes internacionales, que a su vez están atadas a la estética mundial, que es la danesa. 
Muchos dicen que es muy simple, muy bello lo que esa estética propone, pero no se sabe que los daneses, que eran los mejores artesanos haciendo detalles en diseño, vivieron una guerra y, ante su situación, decidieron hacerlo todo con lo que tenían, entonces esa estética, que propone muebles sencillos y funcionales, es producto de la posguerra. 
Eso es lo que está consumiéndose en esta ciudad, elementos muy básicos que son propuestos desde la estética danesa, guiados por el mercado mundial.

 

¿Sacrifica actualmente el diseño local la comodidad por la estética?
No mucho en el ámbito local, pero esa situación sí se da en Europa. Allá hay una tendencia estética que prima sobre la comodidad, de gente que compra cosas sólo por decir de quién son. 
Aquí todavía no sucede, la gente no sacrifica su comodidad, pero sé que va a llegar esa mirada y va a pasar, vamos a tener crítica a cómo un objeto es importante por su estética y no por su funcionalidad. 

 

¿Cómo ven los talleres de Medellín el tema ambiental, la reflexión de crear desde lo reciclable y aportar a la sostenibilidad?
Para varios de nuestros estudios es cada vez más importante pensar las políticas de proyección como sostenibles. Nosotros trabajos con maderas que certifican que hay reforestación, como el cedro rojo, reconocemos que no podemos abusar de nuestra naturaleza, ni hacer productos masivos con los materiales, porque nos estamos volviendo consumistas de nuestras selvas a un nivel que no debería ser. Hemos comenzado a trabajar con materiales que cumplan normativas ambientales, porque, lastimosamente, a quienes se les compran materiales autóctonos, no estaban cumpliendo con la normativa. 
Buscamos materiales sostenibles. Trabajamos con plásticos derivados de la leche, polilácticos se llaman, con su vida útil de hasta 1.200 años; con botellas recicladas para la elaboración de lámparas. También, últimamente, trabajamos con una empresa que recicla bumpers de carro y una parte que es triturada y reciclada, para hacer productos que no se vean como reciclados, porque eso es lo importante, que no se vea como reciclado. 

 

¿Es peligrosa la relación del diseño y la artesanía para las comunidades ancestrales?
Lo más importante es el respeto y la responsabilidad que tiene el diseño al trabajar con tradición, es una línea muy delicada, de las que ninguno se puede caer. Lo fundamental es respetar sus tradiciones, no podemos cambiar los conceptos que ellos tienen de lo que significan los términos, los objetos. Ellos deben ser los protagonistas, para que haya una relación natural con los artesanos e indígenas. 
Cuando trabajas con las comunidades genera interés mundial, es una comunidad indígena diciéndole a un Holandés algo que genera fascinación, pero no se puede perder el norte de activar a una comunidad, de visibilizar, entendiendo que ambos deben ganar, que ellos no pueden destruir su tradición y no continuarla. 
Se trata de entender que el artesano puede también llegar a ser un ‘rock star’, siendo lo que es, pero en ese camino no puede sacrificar sus tradiciones. Cuando vas a una feria es muy bello cuando el nombre de los artesanos está como alguien fundamental del equipo, no es solo el medio para hacer un producto. Nosotros vamos a Milán, pero es Rosinia una mujer artesana quien tiene que estar en la foto. 

 

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¿Cuáles son las tendencias del diseño que hoy se ven en esta ciudad?
Cada vez hay más conexión del público con las tendencias. Esto también pasa con la ingeniería y la arquitectura. 
Puedo decir que las out-lines, las líneas ocultas de los objetos, son una de las tendencias, mostrar las líneas de lo que se creó. Otra es estabilizar las emociones, a través del color, lo que busca el diseño hoy es que el color sea muy tranquilo, ante el mundo acelerado, con colores pasteles, no tan vintage sino planos, sin degradé ni decapé. 
Cada vez el diseño es más simple, con menos cosas, menos detalles. Pero no es que sea fácil, es mucho más difícil hacer cosas simples.

 

¿Siguen siendo la sala y el comedor los espacios centrales de la familia antioqueña?
La sala sigue siendo el segundo espacio más grande del hogar, es muy importante en el ámbito mundial. Se está volviendo el lugar donde comemos, donde recibimos una visita, donde se quedan a dormir nuestros amigos. 
Hubo un momento de hacerlas muy simples, no tan importantes, en el año 2000, pero hoy la gente nos dice que está volviendo a tener un protagonismo importante. El sofá y la mesa del comedor son el todo de la casa, ya hoy las casas, aquí en Colombia, no tienen división entre sala y cocina; en la mayoría de los casos no se separan. Entonces, a la hora de pensar qué tener, un buen comedor, un buen sofá son las opciones. 

 

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