¿Es posible una izquierda democrática?

Autor: Darío Ruiz Gómez
21 abril de 2019 - 09:05 PM

En Colombia la herencia de una izquierda civilista en nombres decisivos como Gerardo Molina, Antonio García, Diego Montaña Cuéllar fue rápidamente sofocada en su humanismo.

Medellín

Darío Ruiz Gómez

¿Qué afinidades políticas unen actualmente a Jorge Enrique Robledo con Iván Cepeda? Esa pregunta que hace unos años me había hecho en esta misma columna estaba enfocada a hacer claridad sobre la necesidad de que existiera, luego de la firma del llamado acuerdo de Paz con las Farc una oposición necesaria, una izquierda democrática en la cual hubiera sido superado el recalcitrante estalinismo del Partido Comunista, condenando explícitamente la doble moral: narcotráfico y “revolución”. Era necesario en todo caso tener en cuenta la lección que en Europa había dado la Izquierda histórica al aceptar su tarea de combatir lo que era y aún es la nefasta amenaza del totalitarismo ya que para reconocerse en los principios de las libertades democráticas era necesario dar paso a un lenguaje abierto a la autocrítica, a los espacios de confianza necesarios para borrar de la memoria de las víctimas, la crueldad y la insania que supuso el estalinismo ya que éste ha permanecido como un virus presto a recuperar su virulencia en el momento menos pensado tal como lo pone de presente el auge de los nacionalismos y populismos en Europa y en manos de un grosero dictador como Maduro, curiosamente defendido aún por ciertos dirigentes de nuestra más caduca izquierda. En Colombia la herencia de una izquierda civilista en nombres decisivos como Gerardo Molina, Antonio García, Diego Montaña Cuéllar fue rápidamente sofocada en su humanismo, en su profundización de los problemas reales de Colombia, por el zarpazo de la línea prosoviética del viejo Partido Comunista. ¿Alguien les ha escuchado a los viejos dirigentes comunistas, al mismo Iván Cepeda, incorporar una sola idea, un solo concepto fundamentado sobre nuestra realidad campesina, sobre las frustraciones de la clase obrera? ¿Dónde están o dónde han permanecido los intelectuales comunistas encargados de renovar los contenidos programáticos del PCC? Igual que en la URSS o en China la línea dura guerrerista se ha impuesto a la línea de los pensadores encargados de prevenir cualquier brutalidad. La convocatoria de la llamada “huelga general” como culminación de una serie de paros desestabilizadores ¿o es precisamente la insistencia en las ya gastadas estrategias de ese leninismo? Y esto es lo que quienes reconocíamos su inteligencia crítica esperábamos de J.E. Robledo en momentos en que la irresponsabilidad de la oposición apoyada a su vez por la irresponsabilidad de los grandes medios de comunicación ha desembocado finalmente en lo que Thierry Ways califica justamente como “una nueva religión: el antiuribismo”.

Lea también: La verdad posmoderna

Desenmascarando así esta vasta conjura de verdades posmodernas, fake news que han buscado un objetivo: arrojar cortinas de humo sobre los directos responsables de la violencia, lo cual supone el más ofensivo desconocimiento del relato de los otros colombianos, partiendo del deleznable sofisma de suponer que la inteligencia es su privilegio y que el 90% de la ciudadanía que no les come carreta es de derechas. ¿Es Uribe el causante del cambio climático? ¿Introdujo Uribe al Cartel de Sinaloa en el Cauca? ¿Todo aquel que se opone a las violencias encubiertas de las Farc es un analfabeto, un obtuso? ¿Todo aquel que pide la verdadera representatividad del nuevo país nacional, herido, escupido, es un “derechista” ante ese sanedrín de damas y caballeros pijoprogres? Pero olvidaron que toda manipulación de un contenido llega a un punto de quiebre. Y ese punto de quiebre se produjo con la desfiguración del Twitter “En una democracia no se producen matanzas” de inmediato deformada con la más sofisticada técnica totalitaria en “Uribe elogia las matanzas” para eludir sus responsabilidades ante la justicia, fabricando un chivo expiatorio que ya les explotó y deberán buscarse otro enemigo. ¿No era la tarea de Robledo construir otro lenguaje de confianza a partir del reconocimiento de un país real, darles paso a las nuevas voces de la izquierda democrática, si es que existen?

 

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