Suele tomarse como una sensación cotidiana y normal el no sentir satisfacción con algunas partes del cuerpo, sin embargo, esta inconformidad tiene mucho más trasfondo desde el punto de vista médico y mental.
En los últimos años ha aumentado en Colombia el número de pacientes de cirujanos plásticos buscando arreglar, solo por estética, alguna de las partes de su cuerpo con las que no encuentran satisfacción alguna.
Son millones de pesos los que se invierten en este tipo de intervenciones: arreglo de nariz, perfilación del rostro, implantes de caderas y bustos, abdominoplastias y hasta implantes de cabello, las cuales podrían parecer comunes a simple vista pero en realidad connotan en un serio problema de aceptación social y personal que podría desatar una enfermedad mental.
“El Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) está relacionado con una preocupación excesiva por la imagen corporal, las personas que sufren de este trastorno sienten mucha ansiedad y tienen una percepción irracional sobre su propio cuerpo que los lleva a desarrollar hábitos que resultan nocivos para su bienestar, equilibrio y armonía física, mental, emocional y psicológica, como por ejemplo mirarse al espejo y buscar algo que no encaje con el canon de cuerpo perfecto”, explicó el psiquiatra Jairo Quiceno.
Por su lado, el doctor de salud mental Romel Andrade especificó que las personas que padecen este trastorno mental aseguran presentar una falla física o alteración corporal, que la mayoría de las veces es inexistente o es mayor a lo que en realidad la persona presenta, por lo que el tiempo de sus vidas es dedicado a la corrección de la presunta falla involucrando no solo los tratamientos estéticos sino médicos especializados como dermatólogos, optómetras, ortodoncistas y hasta otorrinolaringólogos.
De acuerdo con muchos profesionales de salud mental, este es un problema desconocido y mal entendido por la población en general, ya que se confunde con gustos personales y cambios insignificantes de la apariencia que en realidad constan de un alto daño en la autoestima del individuo, siendo, a nivel mundial, el cuarto trastorno psiquiátrico más frecuente, después de las fobias, el abuso de sustancias y la depresión.
Pese a que en Colombia no hay cifras exactas sobre cuántas personas sufren el trastorno, debido a su compleja identificación, es evidente el gran porcentaje de población juvenil que acude a cirugías innecesarias por el deseo de cumplir con los estándares de belleza de la sociedad.
“Es innegable que esta cultura de imagen en nuestra sociedad, sumado a la gran influencia de los medios de comunicación, ejerce una influencia determinante en como los jóvenes y muchos adultos en lo que perciben de su propio cuerpo. La publicidad, las revistas y anuncios envían un mensaje de que si no tenemos un cuerpo perfecto no valemos nada”, comentó el psiquiatra.
Entre los principales síntomas de pacientes en esta condición se encuentra la depresión, ansiedad o estrés, sentimientos de culpa, soledad o vergüenza, percepción nociva de su imagen corporal y aislamiento voluntario, identificado con mayor índice en la población adolescente.
De acuerdo con el psiquiatra Andrade, la prevalencia es muy difícil de identificar ya que la población clínica en salud mental no cuenta con la sospecha diagnostica a flor de piel comparado con otras enfermedades debido a que muchos de los pacientes no identifican la enfermedad como un trastorno mental sino como una falla o alteración física que los hace buscar otro tipo de profesional de la salud.
“La prevalencia es muy difícil de establecer en Colombia, aunque hay reportes en otros países, nosotros aún no contamos con los datos epidemiológicos confiables ya que los pacientes llegan incluso después de muchos años de padecer las afectaciones del trastorno”, comentó.
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Añadió que la población femenina entre la tercera y cuarta década de vida son el público más vulnerable a sufrir la enfermedad mental, sin embargo, aseguró que el diagnóstico comienza a una temprana edad como la adolescencia, sin embargo, pueden pasar hasta diez años para que el paciente llegue a un profesional de la salud mental.
Precisó que los trastornos alimenticios tienen que ver con este tipo de enfermedad mental, ya que este primero se enfoca en el solo aumento de peso o control de la alimentación y el TDC en la percepción completa del cuerpo, como rasgos faciales, contextura, tamaño de las extremidades y más.
“En el diagnóstico uno normalmente ve que el paciente migra de una región corporal a otra por eso se hace más complejo identificarlo pero son completamente distintos”, apuntó el psiquiatra.
El primer paso debe estar dirigido a una evaluación completa que logre descartar otras enfermedades con las que tiende confundirse como los trastornos de conducta alimentaria, mientras que el segundo paso sería comenzar un conducto interdisciplinario en el que el paciente pueda garantizar de manera constante un tratamiento psicoterapéutico diseñado especialmente para esta enfermedad.
“Este trastorno tiene una base biológica muy fuerte, a nivel del sistema nervioso central, a nivel del cerebro hay unas alteraciones confirmadas en unas sustancias que se llaman neurotransmisores. Por eso los tratamientos farmacológicos son eficaces en el TDC para manejar algunos de los síntomas y el malestar que presenta el paciente”, comentó el doctor de salud mental.
Debido a que es casi imposible que el mismo paciente se dé cuenta de su condición, hay algunas alertas para personas externas que pueden delatar a las personas bajo esta condición mental: múltiples intervenciones estéticas o médicas con el objetivo de tratar de mejorar alguna parte de su cuerpo que para los demás se ve normal, consultas excesivas a diferentes especialidades de la medicina sin alguna satisfacción y la dedicación de gran parte de su tiempo y dinero a tratamientos para solucionar su problema físico perdiendo el control de sus vidas.
En cuanto a mortalidad no hay muchos estudios que lo confirmen, pero si se ha demostrado que el diagnóstico puede llegar a complicarse si se identifica de manera muy tardía, además de conocerse una gran cantidad de casos en los que mueren personas en medio de procedimientos estéticos.
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