Brindar educación sexual en los hogares desde la infancia asegura la construcción de identidades y sexualidades sanas y libres de violencias.
Ana Laura* es apenas una niña de 9 años de edad, en realidad “muy niña” para su mamá, quien se muestra aterrada con la sola idea de hablarle de educación sexual y reproductiva, aunque ella ya reclama a su progenitora información sobre agresiones y abusos sexuales, géneros sexuales, diferencias biológicas con sus compañeritos de clase y tipos de alerta ante relaciones abusivas cuando esté en su adolescencia.
Sí, la estudiante de uno de los colegios del barrio Andalucía (Nororiente de Medellín), tiene mucha información sobre sexualidad para su edad, pero esa es una condición “normal” en tiempos de la revolución tecnológica y considerando que hoy en día los niños conocen de este tema por muchos canales, como los medios de comunicación o por medio de sus propios amigos de la misma edad, mucho antes de que en casa sus padres se atrevan a orientarlos ante el exceso de datos sobre el mismo asunto en cuestión.
¿Y por qué le surgieron esas preguntas a Ana Laura? Resulta que en ella ya se produjo el momento, la aparición del deseo sexual, que para unos ocurre a los 10, para otros sólo se da hasta los 12 años o, como el caso de ella, existen unos sujetos ‘más avanzados’ que pueden llegar hasta vivirlo a sus apenas 8 años, así lo explicó la psicóloga clínica de la Pontificia Universidad Javeriana (de Bogotá), Claudia Sánchez Salamanca.
Lo cierto es que de repente esa curiosidad sexual, es decir, esas ganas que se producen en los preadolescentes y adolescentes, y que los hace usar expresiones como: “esa niña, o niño, me encanta, me gusta mucho”, “me imagino dándome besitos con cierta persona”, conlleva a que sus padres se escandalicen, “siguen siendo sus pequeños, los ven muy ‘chiquitos’ para vivir esas emociones y, entonces, claro, los papás dicen: ¿qué es este horror? ¿Cómo así? Pero es normal, pasa, ha pasado y obliga a muchos papás a educarse en cómo sobrellevar la situación”, expresó la psicóloga.
La pubertad y el desarrollo sexual son etapas de cambios constantes, donde el deseo y los impulsos sexuales dominan a una parte racional que no está del todo desarrollada. Recibir una buena educación sexual es muy importante, no sólo a corto plazo, es decir, para que el adolescente supere sin riesgos sus etapas de maduración física y psíquica, sino también para establecer el comportamiento sexual que tendrá el joven cuando sea adulto.
Cabe destacar, el acceso a la educación sexual sana en niños, niñas y adolescentes, NNA, es un derecho reconocido por Naciones Unidas.
Ante las evasivas de la mamá de Ana Laura por la orientación de este tema a su hija, la psicóloga clínica expresó, además, que es sano y es un deber de los padres el hablar a sus hijos a temprana edad sobre sexualidad.
Esa curiosidad de Ana Laura se despertó aún más, contó su mamá, cuando se enteró que algunas de sus compañeras de colegio ya iniciaron la vida sexual. Algo que inquieta a esta cabeza de familia y por lo cual tuvo que salir a buscar ayuda para saber tratar los temas que quiere conocer su niña.
Pero, ¿a qué edad es recomendable hacerlo? La experta, también con estudios de maestría en terapia familiar sistémica, recomendó informar sobre sexualidad a partir de los 8 años, y aclaró que no sólo se debe entregar a los niños información sexual biológica, el funcionamiento de los órganos y las partes sexuales del cuerpo humanos sino también acerca de la relación psicoafectiva de la sexualidad, los miedos, las emociones, las orientaciones sexuales (¿por quién me siento sexualmente atraído?) y la identidad sexual.
Pero el detalle de sobre qué es recomendable enseñar a niños y adolescentes en el tema de la sexualidad traspasa otras dimensiones. Una de esas es el aspecto sociocultural, que es una construcción colectiva cambiante en palabras de la psicóloga, y en la que se incluyen todas las creencias existentes sobre el tema, una de ellas, por ejemplo, es que “a un hombre excitado no lo para nadie”, ese es un imaginario común equivocado, porque el cerebro es el que maneja los órganos sexuales, no se manejan por sí solos, y claro que un hombre puede parar en cualquier momento el acto sexual.
En el mismo orden de ideas, le sigue la orientación sexual desde los aspectos éticos y espirituales, lo que es permitido y no traspasa la dignidad del otro y lo que la religión contempla sobre el tema. Igualmente, desde la dimensión psicoafectiva, Sánchez Salamanca dijo: “Lo ideal es hablar y recomendar a los adolescentes de que haya algo de afecto, tampoco al punto del enamoramiento pleno, pero sí que exista un interés por la otra persona al momento del acto sexual”.
Todas las cuatro anteriores, perspectivas difíciles de “entender y procesar” para muchos padres de familia, reconoció la mamá de Ana Laura. En cambio, la psicóloga Claudia, quien trabaja para Redpapaz (la Red de Padres y Madres), las avaló como dimensiones que aportan en la construcción de identidades y sexualidades sanas y libres de violencias, y consideró: “dos puntos detonantes en estos tiempos”.
Las inquietudes de Ana Laura sobre temas relacionados con la vida sexual aparecieron hace por ahí un año, recordó su mamá. Al principio, la menor de edad indagó sobre los cambios físicos en su cuerpo, a eso su mamá supo responder, “y no le vio mayor problema”, dijo, pero con el tiempo ella empezó a hacer las siguientes preguntas: “¿Mami, cómo lo agreden a uno sexualmente? ¿Qué pasaría si a mí me gusta una mujer, tú te enojarías conmigo? ¿Mi papá te abusó alguna vez? ¿Será que mis senos se van a quedar del tamaño de un mamoncillo?
Y es que hay que ponerse, también, en sus pantalones, como dice el adagio popular, pues lo que pasa es que un menor de la edad de la estudiante antes mencionada afronta un momento de cambios en su vida, lo que le está pasando en sus hormonas, que son unas sustancias que empezaron a aparecer en su cerebro, es que comenzaron a regarse por todo su cuerpo, provocando así una cantidad de cambios.
Ante ello, se les debe hablar de sexualidad abiertamente, muy claro y en un tono amable, cercano. Por ejemplo, la mamá de Ana Laura podría responderle a una de sus preguntas así: “Sabe qué, le tengo buenas noticias, esos senos sí te van a crecer, no se preocupe”, recomendó Sánchez Salamanca.
Por su parte, Sandra Builes, la mamá de Juan Sebastián*, un niño de 10 años, mayor por once meses a Ana Laura, coincidió con la experta en que en la edad que tiene su hijo, “ya es el momento cuando les debemos hablar, con toda claridad, sobre temas de sexualidad. ¿Para qué esperar a que sean adolescentes y que comentan los errores?”, también expresó, “es desde ahora que se debe prevenir que cometan agresiones sexuales con educación pertinente”, hizo énfasis esta madre.
En el caso de Juan Sebastián, él llego un día muy angustiado donde su mamá a contarle que por las noches se estaba despertando mojado y que creía que no se había orinado ni había sentido deseo de ello. Su mamá empezó a consultar con expertos, y supo que los hombres preadolescentes o adolescentes presentan polución nocturna, un episodio que forma parte de su naturaleza y en el cual ocurre una eyaculación al dormir, por tanto, se despiertan con la ropa y la cama manchada de semen. Claudia Sánchez Salamanca recalcó que es un suceso “normal” a esa edad y que al presentarse requiere explicarles a estos sujetos que por eso no se deben sentir culpables de algo que no pueden controlar.
Y la importancia de que se hable abiertamente sobre sexualidad con esta población es para que, precisamente, “sepan qué puede pasar en su cuerpo a ciertas edades, se conozcan y reconozcan sexualmente y, además, puedan saber qué hacer ante ciertas situaciones en determinada edad”, precisó la psicóloga.
Algo que se debe dejar muy claro en los preadolescentes y en los adolescentes es que pueden acercarse a las personas adultas de su confianza para consultar los temas de la sexualidad que los inquieten y nunca, con énfasis nunca, es recomendable hablar sobre ello con apodos, “el penecito”, “Juanito”, “la culebrita que tienes”, “ese pancito” o “tus mamoncillitos”.
“Nuestros hijos necesitan que les hablemos con claridad sobre temas relacionados con la sexualidad. Es una práctica a promover en estos tiempos, ayuda no sólo a despejar sus dudas sino también a crear una cultura de respeto y cuidado en los futuros adultos de la sociedad”, finalizó Claudia Sánchez Salamanca.
*Nombres cambiados a petición de las fuentes.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, los denominados derechos sexuales incluyen el derecho de toda persona libre de restricciones, discriminación y violencia; a lograr el más alto nivel de salud en relación con la sexualidad, incluyendo acceso a servicios de salud sexual y reproductiva; buscar, recibir e impartir información en relación con la sexualidad; educación sexual; respeto por la integridad del cuerpo; libertad para escoger pareja; decidir ser o no sexualmente activo; consentir las relaciones sexuales; consentir el matrimonio; decidir si quiere tener hijos o no y cuándo; buscar una vida sexual placentera, segura y satisfactoria.