“Pulga” y “Tingo”

Autor: Carlos Mauricio Jaramillo Galvis
22 noviembre de 2018 - 09:01 PM

Y lloverán las crónicas, narraciones y relatos para sustentar una tesis falaz que hace de Medellín como la única cuna de mafiosos y paracos, por el simple hecho de detonar pólvora el primer día del mes de diciembre.

 

Llueve sobre la ciudad …

Y pienso en los parques

deshabitados de risas y juegos,

y en las piedras mojadas,

y en la plaza,

con las sillas recogidas,

y las mesas

rezumando agua fría de lluvia

de principios de noviembre

 

                                                                                                Llueve sobre la ciudad

                                                                                               Elena Díaz Santana                                      

Y de principios de noviembre es el estereotipo de la ciudad. Y lloverán las crónicas, narraciones y relatos para sustentar una tesis falaz que hace de Medellín como la única cuna de mafiosos y paracos, por el simple hecho de detonar pólvora el primer día del mes de diciembre de aquellos años y de estos también.

Lea también: Las 10 plagas de Medellín (1)

Recuerdo que la calle era inclinada y su número de identificación sigue siendo el 72, a la cual la cruzan las carreras cuarenta y tanto por oriente y occidente. Estamos en el barrio Manrique de la década del 60. Pocos autos y pocas motocicletas, pues la primera que conocí fue una de marca Lambretta italiana que conducía un tío medio orate y la cual le servía para pasear sobrinos, una que otra novia manriqueña y de cuando en cuando se acordaba para qué la había comprado y se iba en ella a su lugar de trabajo.

El barrio de esa década era de una belleza extraordinaria y aún alberga entre sus faldas y calles largas, un sitio privilegiado para un hijo adoptado de profesión tanguero, y ahí parado en una esquina, en medio de placas recordatorias, sigue impávido con una mano entre el bolsillo y con la otra saludando a su fanaticada.

Y llegaba diciembre, ese mes en la cual todo el barrio se engalanaba con luces de colores en los alfeizares de las ventas y en los marcos de los balcones, serpentinas multicolores colgadas de lado a lado de las calles, quinceañeras en vacaciones que recorrían las calles de arriba a abajo en espera de un guiño de galantes parroquianos, como cuota de inicial para una invitación al cine en los teatros Lux y Manrique.

Por esas calles deambulaban dos personajes muy conspicuos a los que apodaban “Pulga” y “Tingo” quienes por esas épocas contaban, a lo sumo, con 20 o 21 años y eran famosos por locuaces y mamagallistas, pero sobre todo eran un par de eximios “polvoreros” que en época de Navidad hacían las “delicias” de grandes y chicos, pues su cargamento de material detonante hacía pensar que eran dilectos descendientes de los dioses que usaban las perfectas combinaciones del azufre, el carbón y nitrato de potasio.

Primero de diciembre (lo que hoy llaman los cronistas dizque alborada) y con él aparecían “Pulga” y “Tingo” acompañados de “El Loco Quintero”, Rodolfo Aicardi y Lucho Bermúdez con un cargamento de pólvora, porros, gaitas, natillas, buñuelos y muchos “buenas noches”, porque las puertas de las casas de la cuadra siempre estaban de par en par, para que los vecinos llegaran con viandas “porque aquí le mando mi mamá este detallito”.

Y de las brazas de los cigarrillos de este par de personajes, se escuchaban los estallidos de los totes, pilas, papeletas, volcanes, chispitas, silbadores, chorrilos y demás variantes de la alquimia de los pirotécnicos. Era tal la furia de este polvorín, que arrasaba hasta con el jardín de doña Luisita, la viejecita de las cremas, la misma que vivía en frente de la casa de mi abuela Olga y que cuidada con sumo esmero, pero que terminaba sucumbiendo ante furia polvorera de “Pulga”, “Tingo” y de una horda de “patipeludos” que se sumaban a la quema del invento chino hasta bien entrada la madrugada.

Además: Las 10 plagas de Medellín (2)

Ad portas de iniciarse la Navidad, ya están listos reporteros, narradores y cronistas afilando lápiz y aclarando gargantas para hacerle creer a sus lectores y oyentes que la “Bella Villa” es hija dilecta de mafiosos y paracos, porque en la noche del primero de diciembre aparecerán los fantasmas de los personajes en comento con todo su cargamento pirotécnico, pero esos mismos que derraman tinta y glosan pestes en contra de una tradición mundial, olvidan que de igual forma se agitan la noches decembrinas en ciudades como Nueva York, Budapest, Hamburgo, Ciudad de México, Singapur…

 

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Comentarios:

Felix Alberto
Felix Alberto
2018-11-23 12:36:56
La pólvora una alegre diversió que deja sentimientos de culpa para toda la vida(FelixBocanumenth A.) Ni los llamados juegos pirótecnicos debe ser usados: son mensajes subliminales para los niños dejando lesiones graves... Lesiones al ser humano; al ambiente y lo peor" quemar el dinero" Por favor tomemos consciencia!!
Edgar
Edgar
2018-11-23 08:22:45
Ah! Tiempos aquellos de Manrique y la famosa 45, con sus heladerías Niágara y Palos Verdes, y los inolvidables teatros. Tiempos !

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