Una vez más los Estados Unidos impone sus intereses por encima del resto del mundo y ratifica la política de aislamiento que viene caracterizando a la administración Trump
En la incesante carrera contra el tiempo buscando una vacuna para combatir el covid-19, Los Estados Unidos hicieron una apuesta muy arriesgada: invertir una inmensa suma de dinero no sólo en la vacuna misma sino en algunas medicinas que han mostrado efectos positivos en el tratamiento de la enfermedad, léase Remdesivir, REG- COV2 una droga experimental de la compañía Regeneron, así como en farmacéuticas que producen jeringas, ampollas y asegurándose la fabricación masiva.
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Lo anterior comenzó en abril bajo el nombre Operation Warp Speed cuya traducción sería Operación a toda velocidad que consiste en una iniciativa liderada por varias agencias vinculadas a la salud y Departamento de Defensa. Su principal objetivo es entregar 300 millones de vacunas para enero de 2021, algo que podría darse en octubre teniendo en cuenta los recientes avances mostrados por AstraZeneca y Moderna. Hay quienes cuestionan si en efecto el gobierno de Trump “está subsidiando la creación de un producto” que al final no llegue a ser eficaz.
Por otro lado, estamos ante un escenario en el que medicinas como el Remdesivir, a la cual el gobierno norteamericano tuvo acceso comprando grandes cantidades, impida su acceso por parte de otros países. Esta medicina ha probado sus bondades en el tratamiento de pacientes con Covid19 en Alemania, Grecia, Corea, Japón. España y Gran Bretaña. En otras palabras, los Estados Unidos literalmente han monopolizado la producción y distribución del Remdesivir, así como del Regeneron, una terapia que en sus pruebas iniciales muestra promisorios efectos.
Con el anuncio de salir de la Organización Mundial de la Salud, el ente que juega un papel clave en el diagnóstico de enfermedades de todo tipo y particularmente en la distribución de vacunas para el resto del mundo, una vez más los Estados Unidos impone sus intereses por encima del resto del mundo y ratifica la política de aislamiento que viene caracterizando a la administración Trump: América Primero.
Si los ensayos resultan efectivos, los norteamericanos tienen garantizada la oferta mundial de la vacuna. Si potencias como las detalladas arriba han quedado por fuera del juego geopolítico de modo que haya una participación equitativa de recursos, qué podremos decir de los países del Sur donde la pandemia toma cada vez mas fuerza dejando una huella de miseria y muerte.
Según Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias Enfermedades Contagiosas, hoy el científico más respetado en los Estados Unidos y quien en varias ha chocado con Trump por su franqueza y enfoque, afirma que volveremos a la normalidad “en un año siempre y cuando se pueda desarrollar exitosamente una vacuna”.
Si la vacuna es una realidad en los próximos meses, Donald Trump podría salir beneficiado en sus intentos por reelegirse, muy a pesar de los errores y desatinos cometidos para atacar eficazmente, la que sin duda es la mas devastadora de las pandemias del último siglo con sus negativos efectos en la economía y el empleo. Extrañamente