Pesado morral a cuestas deberá cargar en los próximos años Alexander Vega ante el asombro y la desconfianza de los colombianos, pero menos mal que la penosa carga le podrá ser soliviada a veces por sus despistados nominadores.
En el año 2010 una curul en el Congreso de Colombia podía valer unos $1.200 millones de pesos, o por lo menos en eso la tenía tasada el entonces magistrado del Consejo Electoral, Alexander Vega Rocha, pues ese fue el dinero que pidió al dirigente político antioqueño, Andrés Guerra para recuperarle la suya.
Este tenía su curul asegurada en el último boletín expedido por la Registraduría Nacional del Estado Civil a las cinco y media de la mañana del día siguiente a los comicios, pero en el posterior boletín que saldría de esa entidad oficial horas más tarde, ya la tenía perdida.
Recuperar una de esas curules que se “ganan” o se “pierden” en tan extraña forma en las elecciones colombianas, valía para la época esos $1.200 millones solicitados por Vega, pues según la denuncia concreta de Guerra, era necesario que al menos cinco de los nueve magistrados del Consejo Nacional Electoral votaran favorablemente abrir de nuevo unas urnas para recontar los votos en ellas depositados.
Andrés Guerra, ahora candidato del Centro Democrático a la Gobernación de Antioquia, rechazó la inmoral propuesta del magistrado Alex Vega y en cambio formuló la denuncia ante la Fiscalía, entidad que hasta ahora -nueve años y medio después– sigue guardando silencio ante semejante episodio.
Pese a la gravedad del caso, recordado hace poco por el propio Guerra y revivido por la doble W y por el periódico El Espectador, Alexander Vega Rocha fue nombrado la semana pasada nuevo registrador Nacional del Estado Civil, vale decir máximo veedor y responsable de los asuntos electorales en Colombia.
Frente al socorrido y repetido “eso es falso”, con el cual todos los sindicados se desmontan por las orejas ante una acusación, quien escribe estas líneas, enfrentado a quien le cree más, no duda un segundo en acoger la versión de Andrés Guerra, un dirigente sin la más mínima tacha o señalamiento irregular, dentro de la rampante corrupción que ahora impera en el país.
Lo peor de todo esto es que el nombramiento del cuestionado nuevo registrador Nacional del Estado Civil, Alexander Vega Rocha, haya sido validado, nada más y nada menos, que por los presidentes de la Corte Constitucional, Gloria Estela Ortiz; la Corte Suprema de Justicia, Álvaro Fernando García y el Consejo de Estado, Lucy Jeannette Bermúdez.
Que esto hubiera corrido por cuenta de cualquier burócrata de medio pelo, vaya y venga, pero que hayan sido precisamente las más altas dignidades de la nación, encargadas por su sabiduría y prudencia de resguardar la institucionalidad y el buen actuar de todos los colombianos, no solo desconcierta sino que desmoraliza.
“El proceso de selección fue objetivo, transparente y sin ninguna injerencia”, dijo la magistrada Bermúdez para justificar esta cuestionada designación, en el cual seguramente al “estudiar” y “analizar” con rigor la límpida hoja de vida de Alexander Vega Rocha, pasaron por alto –o este había desaparecido como se evaporan ciertas curules- el grotesco episodio protagonizado hace nueve años y medio con el dirigente, Andrés Guerra Hoyos, suficiente “injerencia” para haber sido tenida en cuenta.
“Esas denuncias se perdieron; durante nueve años y medio la Fiscalía nunca me buscó para escuchar lo que tenía para decir”, declaró Guerra al periódico El Espectador el pasado 28 de agosto, cuando ya se estaba cocinando el nombramiento del nuevo emperador electoral de Colombia.
Pesado morral a cuestas deberá cargar en los próximos años Alexander Vega ante el asombro y la desconfianza de los colombianos, pero menos mal que la penosa carga le podrá ser soliviada a veces por sus despistados nominadores.
TWITERCITO: El crecimiento vegetativo que tienen los bienes de consumo, es muy posible que también toque las sillas del Congreso.