Si la gente está dando opiniones racionales en las encuestas, pero votará emocionalmente, no hay riesgos de saber quién será el próximo presidente.
No nos digamos mentiras, en esta Colombia tan diversa es imposible de predecir por encuesta alguna. He escuchado abogados hablando de demandas de más de 100.000 millones, que de alguna manera tienen que ver con ellos, y no todos votarán por el líder más de derecha de los candidatos. Pero también he entrevistado a artistas de los semáforos, que viven con los cincuenta mil pesos diarios que consiguen o menos, y no todos van a votar por el líder más radical de izquierda. De la misma manera he visto a viejos amigos de izquierda de toda la vida levantarse de la mesa disgustados porque alguien está hablando mal de Fajardo en una reunión amistosa. Hoy entrevisté a un exmagistrado y a un decano y son del grupo que votarán por De la Calle en primera vuelta y en blanco en segunda. Ayer entrevisté un docente que votará por Petro porque en tiempos de Uribe sintió limitada su libertad de cátedra en su universidad pública dominada por la derecha. Y yo no votaría en segunda vuelta por Petro justamente por todo lo contrario, porque fui limitado en mi trabajo académico por grupos de izquierda que dominaban mi departamento, también en universidad pública. Un colega incluso me dijo que hace tiempo no vota y no votará, y cuando yo le dije que en clase yo hablaba muy mal de los que no votan, él me dijo que no importaba porque en sus clases él hablaba peor de los que sí votan. Viendo este resumen, que es el resultado de solo dos días de observación y preguntas casuales, me pregunto: ¿será que existe el voto racional?
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Ayer vi un programa de televisión en el que varios jóvenes, de entre 17 y 27 años, y todos ellos tenían una lucidez y una retórica asombrosa, así como unos argumentos contundentes sobre su intención de voto. Tengo la impresión de que sí va a haber voto racional en personas menores de 30 años. Pero que entre quienes hemos vivido desde la Constituyente hasta el proceso de paz, pasando por el proceso 8000, el Caguán, la reelección forzada, la refundación de la patria y demás, estamos muy cargados de emociones como para hacer funcionar una mínima racionalidad a la hora del voto. Repito que votaré en primera vuelta por el candidato oficial del Partido Liberal, pero en segunda no necesariamente por quien diga el partido. Debo reconocer que en el primer caso seré racional, pero en la segunda vuelta le daré la palabra a ese elemento emocional del que ni un politólogo puede prescindir y votaré por el que menos efecto negativo me produzca visceralmente. Por todo lo anterior, digo que si la gente está dando opiniones racionales en las encuestas, pero votará emocionalmente, no hay riesgos de saber quién será el próximo presidente.
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