A respetar y aprovechar la diversidad

Autor: Omaira Martínez Cardona
13 diciembre de 2017 - 12:06 AM

Las expresiones de nacionalismos excesivos aumentan la brecha de la incomprensión, incitan a la exclusión y reducen las posibilidades de un entorno sostenible, integral y pacífico.

Cuando se aprende a reconocer las bondades de la diversidad cultural, las posibilidades de una convivencia menos conflictiva aumentan. La inevitable interacción entre culturas en un mundo cada vez con más migrantes de un lado a otro, debería ser el fundamento de una humanidad menos polarizada y más tolerante, pero contradictoriamente no es así.

Cada vez con la transculturización que es una consecuencia de un mundo globalizado, se deberían imitar y adoptar las buenas prácticas no sólo sociales, sino también económicas y políticas de las diferentes culturas, descartando lo nocivo y nefasto.

Si se pretende imitar, adoptar o poner en práctica alguna característica cultural, se deben conocer los antecedentes y motivos por los cuales se dan cierto tipo de comportamientos que hacen parte de una determinada identidad.

Lea también: Una sola raza

Antes de criticar hay que conocer y explorar sin prejuicios, producto de la ignorancia. La mezcla de culturas ofrece la posibilidad de abrir la mente hacia nuevas dinámicas que pueden ser aprovechadas para progresar. Se debe aprender y copiar de cada nacionalidad lo positivo, lo bueno y lo más adecuado a las circunstancias y el entorno en el que se está, sin perder la esencia y la identidad del lugar donde se proviene.

La tendencia a  imitar lo fácil y lo cómodo que no siempre es lo mejor o lo más conveniente, está afectado el entendimiento en esta humanidad que cada vez se tolera menos. Dejarse

tentar por el confort de la vida moderna, esclava de la tecnología, el dinero, el culto al consumo y a lo artificial, está diluyendo el verdadero sentido de la diversidad.

Ser ciudadanos del mundo implica un nivel de cultura general que permita entender a los otros sin necesidad de compartir, pero sí de respetar su manera de expresarse, sus espacios, ideas, creencias y comportamientos. Las expresiones de nacionalismos excesivos aumentan la brecha de la incomprensión, incitan a la exclusión y reducen las posibilidades de un entorno sostenible, integral y pacífico.

La desacertada tendencia de muchos migrantes que quieren transformar su identidad negando su lengua nativa, olvidando sus rituales e ignorando a sus coterráneos, es la evidencia de estados y naciones débiles, con sistemas ineficientes y una decadente cultura ciudadana.  

Vea además: Desapego para liberarse

Según la oficina de migraciones de la ONU, son más de 250 millones de migrantes los que intentan adaptarse a las naciones y culturas que los acogieron, inconformes con las condiciones y calidad de vida de sus países nativos.

Antes de seguir al pie de la letra el viejo consejo de a dónde llegues, haz lo que vieres, se debe analizar el contexto para irse adaptando gradualmente, intentando aprender de lo positivo, sin perder la esencia de la identidad cultural que también nos distingue como ciudadanos.

No siempre quien llega es el único responsable de la adaptación, también quien acoge puede aprender de lo bueno y positivo de la cultura del que migra, por lo que no deben cerrarse las puertas a nuevas posibilidades de convivencia, ni estigmatizar ciertas características y comportamientos.

El respeto es el fundamento de toda relación y la mejor herramienta para aprovechar las ventajas de tanta diversidad. Estados Unidos de América es el país con más migrantes en el mundo y el que mejores posibilidades ofrece para abrir la mente, conocer, interactuar y aprender de otras culturas de manera respetuosa y sin exclusiones.

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