Ha formado generaciones de estudiantes universitarios con serio fundamento científico, responsabilidad ciudadana y sentido ético.
El pasado 23 de noviembre tuvo lugar una solemne ceremonia en Manizales con el fin de exaltar a Carlos Enrique Ruiz a la categoría de Miembro Honorario de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Como se trata de la máxima distinción que otorga la Institución, estamos ante un gran reconocimiento de la necesidad que tiene el país de investigadores con capacidad integradora y sintética que puedan establecer aproximaciones e interacción entre las ciencias, las humanidades y las artes. Con su labor intelectual y cultural en el más amplio y riguroso sentido de los términos, Carlos Enrique Ruiz encarna esos valores tan necesarios en los tiempos que corren, y lo ha hecho por tantos años que es posible contemplar una perspectiva que permite calificarlo de visionario.
Su magisterio se ha ejercido desde la docencia universitaria, las posiciones de dirección que ha ocupado, la publicación de la revista Aleph, la Cátedra Aleph, la Cátedra Abierta Grandes Temas de Nuestro Tiempo, los muchos libros y artículos… todo ello expresión de un espíritu libre que propicia la voluntad de saber, manifiesta los valores de la acción comunicativa que debemos a Habermas, y recrea constantemente la discusión argumentada; aquella en la cual, según Borges, no interesa quién tiene la razón sino que los interlocutores resulten enriquecidos.
El pensamiento de Carlos Enrique Ruiz sobre su actividad académica como profesor y directivo, así como gestor de actividades culturales, está condensado en su libro Educación y humanismo en la vida universitaria cuando dice: “Mi lugar esencial ha sido, y sigue siendo, el aula, para el compartir, para los diálogos, para el libre examen”. En el prólogo de dicho libro, Antanas Mockus señala: “Desde un punto de vista humanista, como el desarrollado en este libro, la educación va mucho más allá de la adquisición instrumental de competencias. Es formación. Es experiencia de fertilidad de la convivencia entre distintas perspectivas. Es moralidad encarnada en la capacidad de construir, esgrimir, escuchar, evaluar y, si es el caso, acoger argumentos. Es capacidad de acudir al arte para refinar día a día nuestra experiencia y nuestras emociones”. (ver https://tinyurl.com/EducacionHumanismo).
Ese magisterio intelectual y cultural se ha extendido nacional e internacionalmente gracias a la Revista Aleph, fundada y dirigida por él a lo largo de 52 años con 187 ediciones, lo que se constituye en un hecho insólito en Colombia. Se trata de una revista de cultura universitaria dedicada principalmente a la literatura y el pensamiento. Basta analizar el índice de la revista, separado por autores y artículos (www.revistaaleph.com.co/indices.html), para darse cuenta de la originalidad y calidad de su contenido en literatura, poesía, filosofía, arte, ensayo… Múltiples trabajos suyos han aparecido allí en las modalidades de reportaje, ensayo y creación literaria.
Regenta en la Sede Manizales de la Universidad Nacional de Colombia la ya indicada “Cátedra Aleph”, instituida como curso de contexto en el currículo de dicha sede con el propósito de aprovechar la trayectoria y la experiencia de la Revista Aleph. Su objetivo fundamental, nos dice, es “promover el desarrollo de formas de pensamiento racional, crítico, de libre examen, con auspicio de lectura sistemática y grata, a partir del análisis de textos aportados como referencia fundamental, al igual que de otros surgidos en la dinámica del grupo participante”. Dicha cátedra es de carácter semestral, se inició en 2002 y ha completado 32 versiones.
Todo lo anterior nos permite afirmar que Carlos Enrique Ruiz ha ejercido durante largos años un magisterio intelectual, cultural, humanístico y social que ha sido reconocido nacional e internacionalmente, y que ha enriquecido la memoria cultural de Colombia. Durante su labor como profesor de la Universidad Nacional de Colombia ha formado generaciones de estudiantes universitarios con serio fundamento científico, responsabilidad ciudadana y sentido ético.
En carta que Moisés Wasserman dirigiera al Ministerio de Cultura, el 31 de marzo de 2013, se resumió muy bien el carácter científico y humanístico del nuevo miembro de la Academia: “… En estos días en los que la especialización de los conocimientos profesionales y disciplinares crea verdaderas barreras de comunicación entre los humanos, me parece especialmente importante resaltar una figura como la de Carlos-Enrique Ruiz, quien se mueve tanto en la cultura científica como en las humanidades con igual propiedad, y que se constituye en puente entre comunidades que, todos pensamos, harían mejor las cosas conociéndose mutuamente…”.