Fue una fiesta a la vida, celebrada al ritmo de las notas musicales de quien soñó lo que esa noche se hizo magia
Estoy profundamente conmovida por la partida de Misi, quien ya habita en medio de un sentimiento colectivo, semejante a un triste, sereno y hermoso arcoíris de luz y lluvia de lágrimas multicolores, que brotan como cataratas en las espléndidas sonrisas de sus "niños", quiénes este sábado, al despedirla, cantaron, bailaron y brillaron como nunca, menos de 24 horas después de la muerte de su maestra e inspiradora.
Fue una fiesta a la vida, celebrada al ritmo de las notas musicales de quien soñó lo que esa noche se hizo magia. Extendió en el azul del firmamento sus alas de libertad, se transformó en uno de los personajes de su propia fantasía y voló hasta alcanzar las cumbres de sus sueños y acariciar ahora, de cerquita, las caprichosas y juguetonas formas de las nubes, que eran dibujadas por Él, para la niña que siempre habitó su imaginación, que tuvo ojos para ver y un corazón para soñar.
Atesoro una de las más bellas conversaciones de mi vida. Se avecinaba la visita del Papa Francisco. La Fundación Victimas Visibles, estaba invitada a brindarle una acogida en la Nunciatura, para presentarle el Hospital de Campo, un proyecto de reconciliación liderado por víctimas que acogen a exvictimarios, basado en el magisterio del Pontífice, sobre la Misericordia. Alfredo de la Fe compuso la canción del "Hospital del Amor". Nos faltaba la coreografía. Acudí a Misi, a quien no conocía. No lo dudó un solo segundo. La presentación resulto maravillosa….
Misi vibraba en otra frecuencia. Escuchaba la voz de la creación y se estremecía con la vida. La naturaleza le dejaba ver sus secretos, por esto el juguetón oso blanco o Juan Navidad tomaban forma en las nubes, al lado del árbol que tanto le gustaba contemplar en su finca, mientras una mariposa de alas transparentes descendía sobre una tela espejo. Los animales posaban sólo para ella.
Era una niña buena. Perseguía con obstinación sus sueños. Fue desprevenida y sensible. Conoció el precio terrenal del éxito y por eso, en un momento difícil que vivimos en la organización de la acogida, me dijo: "El amor lo puede todo así aparentemente parezca que lo puede la mente dominada por el ego". Y me entregó un papelito, con su oración preferida: "El análisis final", que hoy me acompaña:
A menudo los demás son irrazonables, ilógicos y egoístas. Perdónales, de todos modos.
Si eres bondadoso, quizás los demás te acusen de tener motivos egoístas. Sé bondadoso de todos modos.
Si tienes éxito, te ganarás algunos falsos amigos y algunos verdaderos enemigos. Ten éxito de todos modos.
Si eres honrado y franco, los demás puede que te engañen. Sé honrado y franco de todos modos.
Lo que tardas años en construir, alguien lo puede destruir de la noche a la mañana. Construye de todos modos.
Si hallas la serenidad y la felicidad, puede que los demás sientan celos. Sé feliz de todos modos.
El bien que haces hoy, a menudo los demás lo olvidarán mañana. Haz el bien de todos modos.
Da al mundo lo mejor que tienes, y quizá nunca será suficiente. Da al mundo lo mejor que tienes de todos modos.
Al final, todo es entre tú y Dios. Nunca ha sido entre tú y ellos, de todos modos.