La NASA detectó y grabó el pasado 6 de septiembre la mayor llamarada solar desde 2008, fulguración que se mantuvo activa durante 48 horas.
Debido a una fuerte radiación de protones, los astronautas que habitan la Estación Espacial Internacional (EEI) se vieron obligados a esconderse del peligroso impacto de una erupción solar en un refugio dentro de la plataforma orbital.
El científico ruso del Instituto de Física Nuclear Mijaíl Panasiuk advirtió que la medida de precaución que tomaron los miembros de la estación no es en vano, pues "una potente cascada de protones puede penetrar en la estructura de la plataforma".
Por suerte, y aunque la llamarada solar ocurrió cuando la plataforma se encontraba expuesta a la estrella, la emisión de protones fue breve, por lo que no causó daños.
"Los cambios en el campo magnético repercuten en lo que ocurre dentro de nosotros, pero otra cosa es cómo se ve afectada cada persona en concreto. A algunos les duele la cabeza y a otros no", explicó.
Al mismo tiempo, opinó que si la anómala actividad solar se prolonga durante más días sería bueno aplazar el lanzamiento de la nave tripulada Soyuz, previsto para el próximo miércoles 13 de septiembre.
"Es una cuestión de responsabilidad. Alguien debe tomar una decisión. Yo me abstendría si la variación continúa otros dos o tres días. Hay que seguir la dinámica", apuntó.
En cuanto a la posible relación entre el huracán Irma y la tormenta solar, Panasiuk admitió que algunos científicos defienden esa teoría, pero él negó el vínculo directo entre ambos fenómenos.