Poner en evidencia las amenazas que está afrontando el Capitalismo, de ninguna manera significa promover su colapso. De lo que se trata es de salvar el sistema de sí mismo.
Ordenando mi biblioteca me encontré con el libro “¿Tiene futuro el capitalismo?”, un texto de Immanuel Wallerstein, Randall Collins, Georgi Derluguian, Craig Calhoun y Michael Mann, reconocidos sociólogos, quienes en 2015 en un ejercicio conjunto debatieron sobre la inminente crisis estructural que se cierne sobre el Capitalismo, que podría ser mayor que la recesión de 2008-2009. No obstante las diferencias ideológicas de los autores, lo insólito, como ellos mismos califican su libro, en mi concepto lo valioso y destacable de su trabajo es el consenso a que llegaron sobre las amenazas que pueden poner en riesgo la estabilidad del sistema, aunque, como bien lo advierten, de ninguna manera estén anticipando su inminente colapso. No se trata de discutir si el Capitalismo es el mejor o el peor sistema, la pregunta es si tiene futuro o si requiere cambios drásticos en su estructura e institucionalidad, que aseguren su permanencia. El hecho de que el Capitalismo haya durado 500 años no significa que sea eterno.
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El Capitalismo es una manera de organizar la actividad económica a través del despliegue permanente de riqueza-capital, por medio de inversiones en diferentes tipos de empresas o proyectos rentables, es inversión o riqueza invertible. Para empezar, partamos de reconocer que el Capitalismo no es sólo una economía de mercado, sino una economía política, a la cual está ligada toda la institucionalidad mundial. De la suerte del capitalismo depende la estabilidad política de los actuales estados nación.
Ahora vamos a evaluar las amenazas que atentan contra la estabilidad del Capitalismo, incluyendo obviamente la actual crisis mundial por el covid-19.
Amenazas financieras. Las finanzas son parte medular del sistema capitalista, le proporcionan dinamismo, capacidad de expansión y le permiten manejar los costos durante largos periodos de tiempo. Se trata de un riesgo sistémico derivado de la compleja red de relaciones que conforman el sistema financiero moderno; cuando este colapsa pone en aprietos al Capitalismo, tal como se demostró con la crisis del 2008-2009. El Fondo Monetario Internacional (FMI), después de una reunión con los ministros de economía y banqueros centrales del G-20, acaba de emitir un comunicado en el que pronostica que las perspectivas actuales para la economía mundial en el 2020 apuntan a una recesión, al menos tan grave como la sufrida a raíz de la crisis financiera iniciada en el 2008. En aquel año el PIB mundial se contrajo en un 1,7%, en lo que entonces fue la peor recesión en 80 años. El Coronavirus ha logrado detener la actividad económica del planeta de tal forma que lo que hace unos meses apuntaba a un crecimiento superior al 3%, ahora se ha convertido en un retroceso que se aproximará al 2% negativo, situación que ha llevado a que el FMI declare recesión económica mundial.
Amenaza por clase media redundante. La Revolución Industrial permitió al Capitalismo mecanizar el trabajo manual, lo que pudo haber significado un desempleo masivo generalizado; sin embargo durante los siglos XIX y XX esta amenaza fue mitigada con el surgimiento de una clase media con formación profesional y tecnológica, que se encargó de la operación de las máquinas y de la administración de las empresas. Hoy la situación es diferente, con la llegada de la Cuarta Revolución Industrial, la era digital que hace que la clase media tradicional se vuelva una clase “redundante”, vale decir no utilizable por el mundo laboral que demanda sobre todo profesionales con estudios altamente especializados y habilidades, sólo accesibles para algunos privilegiados. Esta clase media redundante, que antes disfrutó de todo el confort en el mundo desarrollado y aun en el Tercer Mundo, fue la que en su desespero eligió a Trump y decidió el Brexit y que hoy se está entusiasmando con los halagos populistas en Europa y en América Latina. La clase media, que se erige como el mayor aporte del Capitalismo a nuestra civilización ha sido el soporte intelectual y ético del sistema, así como el grupo social de mayor consumo de los bienes y servicios ofrecidos por el aparato productivo.
Amenaza por agotamiento de recursos naturales. El concepto “recurso”, que se asimila a la posesión de un activo para su consumo, no para su uso racional, ha llevado a la sobreexplotación de los suelos por la agricultura y la ganadería y del subsuelo por la minería. Por ello en la cultura ambientalista se está imponiendo el término “bienes naturales” impulsado por el nuevo concepto de sostenibilidad, que es el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones, garantizando el equilibrio entre el crecimiento económico, la conservación de los ecosistemas y el bienestar social. Apropiarse del concepto de la sostenibilidad, significa toda una resignificación del desarrollo, difícilmente asimilable por el neoliberalismo. Adicionalmente la era de la descarbonización de la economía, basada en la sustitución de la energía generada por la combustión de los combustibles fósiles por energías renovables no convencionales, solar y eólica, significa el fin de la energía barata, el motor del Capitalismo, donde los pasivos ambientales se tercerizan, lo que equivale a decir que sus costos se trasladan a los estados nacionales que los financian con nuestros impuestos, lo mismo que los rescates financieros.
Amenaza por el Cambio Global. La sostenibilidad, la descarbonización de la energía, el freno a la desforestación de los bosques tropicales, la recuperación de los suelos degradados por la erosión y el cambio de las prácticas agrícolas tendientes a la eliminación de agroquímicos y plaguicidas, significan costos económicos que las empresas capitalistas difícilmente pueden asumir.
El sector informal y el capitalismo ilícito. El sector informal ha estado creciendo en el mundo de manera considerable durante los últimos cuarenta años, hasta llegar a representar una gran parte de la economía tanto en los países ricos como en el Tercer Mundo. El sector informal no se reduce sólo a las operaciones que a pequeña y mediana escala realizan las comunidades locales, ya que también existe a escala transnacional dominada por grandes estructuras capitalistas al margen de la ley, tales como el narcotráfico, el contrabando, el lavado de dinero, el tráfico de armas, etc.
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La magnitud y auge de las actividades informales e ilícitas, tanto a nivel local como transnacional, ponen de manifiesto las debilidades del sistema capitalista. En la práctica el Capitalismo se beneficia del sector informal, como muro de contención para contener el descontento social de las comunidades marginadas, a quienes el sistema no puede ofrecer empleos formales ni asistencia social.
Para no seguir con la lista de amenazas, hagamos referencia a la desigualdad e inequidad imperantes hoy en el mundo, uno de cuyos efectos más perturbadores es la captura de las instituciones democráticas por las élites económicas que concentran la riqueza, a lo cual me referí en anteriores columnas. Cuando el éxito personal depende de la riqueza heredada, no de la trabajada o de la corrupción, se debilitan los incentivos que permiten el emprendimiento y el mismo crecimiento económico, base del sistema capitalista.
Poner en evidencia las amenazas que está afrontando el Capitalismo, de ninguna manera significa promover su colapso. De lo que se trata es de salvar el sistema de sí mismo.