Con la intención de combatir el hacinamiento y la inhumanidad de las prisiones, la Gobernación está impulsando este modelo carcelario que ya ha sido aplicado anteriormente en el país.
Ante la crisis penitenciaria actual, Claudia Carrasquilla, directora seccional de Fiscalías de Medellín, anunció el pasado jueves que “en razón del hacinamiento que estamos presentando el día de hoy en las salas de paso del Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI)” se determinó cesar las órdenes de captura emitidas y listas para ejecutar. Dicha situación, evidenció el desbordamiento de la crisis, que hace permanecer numerosos detenidos en estaciones de Policía.
Pero una solución ya se viene vislumbrando en Antioquia, con la adecuación de una colonia agrícola con una estructura de 1.434 metros, una longitud de 40 hectáreas de tierra y la capacidad de albergar entre 1.000 y 2.000 personas, la colonia agrícola de Yarumal será la apuesta de la Alcaldía de Medellín, la administración de Yarumal y la Gobernación de Antioquia para enfrentar la aguda situación de hacinamiento carcelario del país.
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Además de enfrentar dicha crisis, las administraciones ponen a prueba un modelo penitenciario alternativo, que si bien no es nuevo, se espera que con esta experiencia se llegue a un sistema de penas alternativas que resocialice al interno y al mismo tiempo este aporte algo a la comunidad por medio del trabajo en el recinto.
La adaptación del Seminario Mayor Cristo Sacerdote del municipio de Yarumal, y una estrategia de excarcelación de algunos capturados por delitos menores como hurto y microtráfico son las principales medidas planteadas para mitigar la situación de derechos humanos en estos centros.
Julio Aníbal Areiza, alcalde de Yarumal, argumentó que idearon esto como “un modelo enfocado en la agroindustria, en el cual los internos van a manejar un proyecto de granja y podrán tener un verdadero sentido de resocialización dentro de la institución penitenciaria, se van a sentir útiles y van a pagar la condena de una manera digna, porque la situación que está viviendo hoy el sistema carcelario no garantiza la dignidad para los internos”.
Un modelo viejo, pero por conocer
Enrique Gil Botero, ministro de Justicia, apoyó este proyecto porque “permite implementar una política criminal humanística, en cumplimiento de los fines de la pena y propendiendo por la aplicación de estándares internacionales en lo que respecta a personas privadas de su libertad”.
“Allí podríamos generar una especie de colonia agrícola pero de una manera moderna, dinámica, potencializada, que genere lo que hoy en el mundo se conoce como la industria penitenciaria”, agregó .
Esta idea se ha implementado en Colombia en prisiones como la de Acacías, Gorgona, Araracuara y de Oriente. En el ámbito regional existen experiencias en México, Estados Unidos y en otros territorios como España, las Guyanas y Nueva Delhi.
Expertos consultados por EL MUNDO manifestaron que pese a que este modelo, comparado la prisión tradicional intramural, no es mejor sino menos peor.
Juan David Posada, director del Grupo de Investigación Sistema Penitenciario y del Semillero Penitenciario de la Universidad de Antioquia, valoró positivamente que se retome esta medida que tiene una larga historia en Colombia y el mundo, e indicó que lo clave es que “la pena se entiende no solo como estar entre muros, sino que incluye actividad productivas, lo cual estimula el desarrollo de la región y al mismo tiempo previene los problemas psicológicos en los reclusos”.
“Es importante que los recintos que pretenden resocializar, intenten alejarse de la lógica de convertirse en universidades del crimen y mantengan ocupadas a estas personas y les siga abriendo la mente a los diferentes riesgos que corren en prisión”, agregó.
Este investigador aclaró que el hecho de que sea mejor que el sistema tradicional, no lo convierte en un caso de éxito, ya que sigue contemplando la reclusión y el trabajo forzado como soluciones y herramientas para que el individuo no sea proclive al crimen, además de que ninguna de estas condiciones repara o resocializa.
A la par, Cristian Guardia, abogado y especialista en Ciencias Penales y Penitenciarias, consideró que estas medidas no servirán mientras que la colonia penitenciaria y otras penas alternativas sean la excepción y no la regla. “En coherencia con la corriente abolicionista, debe ser al contrario; la cárcel necesita ser el último recurso”, afirmó.
Sobre el modelo de colonia agrícola, este experto manifestó que tiene elementos positivos comparado con el tradicional, porque también apunta al cambio de la percepción de la opinión pública hacia el concepto de castigo y la justicia.
“Este modelo convence a la sociedad porque privilegia el castigo físico y a contraparte no socializa; las personas piensan que los establecimientos tradicionales se vuelven hoteles, donde los capturados viven como vagos, sin aportar a la reparación general. La granja agrícola brinda la sensación de que estos individuos son útiles y productivos para reincorporarse en la sociedad”, comentó.
No obstante, para Guardia la cárcel no deja de ser un método que, visto desde la corriente de la criminología crítica, no persigue un fin positivo.
Sobre las granjas penitenciarias, Guardia aseguró que como excepción no aportará sus bondades, y aunque es usado en varios países de otros continentes, en latinoamérica fracasó porque al igual que en Colombia, solo han sido medidas implementadas de manera reactiva: “Cuando el sistema tradicional llega a uno de sus frecuentes puntos altos de crisis, y las autoridades buscan mantener la buena percepción de la justicia y el castigo, por lo cual anuncian estas medidas innovadoras, pero que solo son paliativas cuando no hacen parte de un plan estructural y solo se usan como estrategia de populismo punitivo”.