En exportaciones de leche prácticamente no existimos, y por ello nos encontramos por debajo de las cifras de países "no lecheros" como Chile y Perú.
Si Usted se arriesga a viajar a Venezuela y estando allí desea un café para calmar sus nervios, tiene dos opciones, pedir una taza del excelente espresso que ellos saben preparar mejor que nosotros, o un "guayoyo", gemelo del tinto colombiano, aguado y desabrido al cual le falta un ingrediente: café. Si va a un sitio poco "bolivariano" podría pedir “café au lait”, que, en Chacaíto, cerca de nuestro consulado, se llama "café con leche". Si no viaja, aquí puede pedir un "periquito", o "teterito", como lo pide mi señora, con más leche que café; otros más sofisticados pedirían “Latte Macchiato”, que, sin más detalles, es café con leche. Todo este preámbulo, para escribir sobre dos productos que usted ya se imagina, el café y la leche. Quiero referirme a ellos, pero en relación con mi especialidad, si es que tengo alguna, y mi punto de partida es un interrogante: ¿se podrá exportar café con leche? Un amigo experto en estos temas me dice que sí, y sabiamente agrega que "por separado". Y por separado hago mi análisis, empezando con una buena noticia: Colombia es el primer exportador latinoamericano de café tostado, aunque - rápidamente continúo, antes de que celebren -a pesar de ello es el 19° a nivel mundial, con apenas 60 millones de dólares, superada por 18 países que no cultivan café, Suiza el primero con dos mil millones de dólares-. En total somos el cuarto exportador mundial, después de Brasil, Vietnam, y Alemania, este último revendiendo pues no produce café. Las exportaciones nacionales lograron en 2018 más de 2.300 millones de dólares, prácticamente en grano y casi nada con valor agregado, como debería ser.
Durante los últimos años se ha impulsado con éxito el cultivo de cafés especiales y tenemos el privilegio de varias “denominaciones de origen”; decenas de pequeños productores se arriesgan con tueste, buenos empaques y marcas propias, y algunos se atreven a abrir tiendas pequeñas de exquisitos olores y mejores sabores; las góndolas en supermercados enseñan diversidad de productos; vagos, trabajadores, y pensionados, ocupan las mesas de las tiendas Juan Valdéz; y cientos de eventos especializados hay por todo el territorio nacional. Vivimos la “tercera ola” del café, gracias a que la calidad se impone, a que hay cultura de consumidor, y a los “baristas”, que son protagonistas, seguramente ya con una reina nacional. Obviamente seguirán tomando cafés baratos e instantáneos muchos colombianos, y quizás es para ellos el café que por valor de 96 millones de dólares importamos el año anterior desde Perú, Brasil y Honduras. Finalmente, y no obstante lo anterior, es muy bajo el consumo de café en Colombia. Somos los consumidores per cápita 44 en el mundo, con apenas 1,4 kg., casi una tercera parte de lo que consumen costarricenses y dominicanos, y lejos de los finlandeses, líderes mundiales, con 9,5 kg.
Y al café le agregamos leche. Podría ser extranjera, pues nuestras compras externas de ese producto en 2018 ascendieron a 68 millones de dólares, no obstante ser nuestro país el cuarto productor latinoamericano, con más de siete millones de toneladas anuales. En exportaciones prácticamente no existimos, y por ello nos encontramos por debajo de las cifras de países "no lecheros" como Chile y Perú, que el año anterior vendieron en el mercado internacional 162 y 122 millones, respectivamente, mientras Colombia apenas logró exportar 21 millones, para vergüenza de las empresas del sector cuya orientación tercamente es “hacia dentro”, sin esfuerzos por conquistar mercados internacionales. Mas aun, Cuba exportó leche el año anterior por 112 millones. Perdemos enormes oportunidades frente a un gran mercado mundial de leche de 18.000 millones de dólares, o de ochenta mil millones si consideramos todo el sector. Argentina lo aprovecha exportando, solo en leche, 454 millones, ligeramente superada por Uruguay, cuya producción láctea equivale al 28% de la nuestra, pero exporta 464 millones. Y mientras seguimos produciendo quesitos y más quesitos, el mundo importa anualmente quesos de verdad por valor de 31.000 millones de dólares, de los cuales Colombia importa 26 millones, no de Nicaragua, que increíblemente exporta quesos por valor de 200 millones de dólares.
Concluimos con una frase que quizás no entenderían quienes no hayan leído el artículo completo: “el futuro del desarrollo productivo y económico de Antioquia puede depender del café con leche”.