El cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente entre las mujeres. Y lo seguirá siendo por mucho tiempo, no solo porque las frías estadísticas vienen mostrando un incremento en la tasa de mortalidad causada por este mal, sino porque cada vez más casos rompen los paradigmas sobre los factores de riesgo, lo que requiere acciones urgentes en materia de atención en salud que nuestro ineficaz sistema de salud no está, por ahora, en condiciones de ofrecer.

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Este día, 19 de octubre, cuando el mundo entero vuelve la mirada a un mal que causa alrededor 92.000 muertes anuales en el mundo, según cifras de la Organización Mundial de la Salud y que en Colombia es padecido por 36 de cada 100.000 mujeres, hay que elevar la voz para señalar la necesidad apremiante de que la cobertura en salud de las mujeres sea consecuente con las nuevas realidades de esta enfermedad, como lo es particularmente la edad, pues cada vez son más frecuentes los casos en mujeres menores de 45 años, edad que aún se sigue considerando como la de inicio del riesgo; o los antecedentes familiares, que gana terreno como el mayor factor de amenaza y que combate la postura escéptica, tan colombiana, de que esta enfermedad “solo le ocurre a los demás”.

Probado como está que el porcentaje de cura alcanza el 94% cuando la detección se hace tempranamente, el reto para el sistema de salud está en ofrecer a las mujeres (y a los hombres también, pues el mito de que es una enfermedad femenina también comenzó a caer) la cobertura necesaria para que la detección, tanto del este tipo de tumor como el de cáncer de cuello uterino, comience incluso desde los 20 años de edad. Las campañas para que las potenciales portadoras del mal no aplacen las pruebas ante la presencia de signos o síntomas, son un complemento necesario, pues no es fácil para una persona enfrentarse a tan cruda realidad.

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Terreno aparte es el de la investigación, pues aunque el tratamiento, como dijimos, es altamente eficiente, la mayor amenaza para la salud de la mujer no puede quedarse en el tratamiento sino que requiere ampliar los conocimientos que permitan desarrollar modelos de prevención mucho más eficientes a partir de mapas genéticos o modelos de impacto del entorno.

Saludamos las iniciativas que hoy tienen lugar, en nuestra ciudad y en el mundo, para llamar la atención sobre la necesidad de promover la detección temprana, la mejor herramienta disponible para atacar este mal, y hacemos votos para que tales llamados a la toma de conciencia y a la solidaridad se traduzcan en acciones concretas en el sistema de salud de Colombia y de aquellos países cuyos sistemas de salud son una barrera más en la lucha de las mujeres por una vida sana.