En un espacio inédito en la historia del Clásico Infantil, la Fiesta Artística de la Familia fue un momento para reencontrarse con las mejores formas del juego, la diversión y el aprendizaje.
Tocar, ensayar, compartir, hacer, untarse. Disfrutar de esa conexión que cada quien tiene de forma única con el entorno. Eso fue lo que pasó en la Carpa Lúdica, un espacio que por primera vez se hizo presente en medio de la jornada del Clásico Nacional de Ciclismo Infantil y que se encargó de completar un día lleno de alegrías, una verdadera fiesta de la familia, complemento de la alegría de las bielas que permitió dejar una necesaria inquietud sobre cómo estamos educando a nuestros hijos y educándolos, y cómo asumir una nueva relación con el tiempo y el entorno.
Quizás muchos niños tuvieron su primer contacto con los juegos didácticos, sumergidos en los artilugios de los dispositivos digitales que hace rato vienen reemplazando la relación real con el mundo que siempre se tejió a través del contacto físico y la interacción social.
“Buscamos crear una estrategia para la vida a través del juego, y crear espacios para buscar aprender capacidades psicomotrices, pensamiento abstracto, logica creativa y analisis”, explicó Dorian Agudelo, creador de Mentes-Pensantes, una estrategia surgida desde hace tres años en las entrañas del barrio Santander, y que se encargó de llevar ese que pudo ser el primer momento de muchos pequeños con estas formas naturales de aprendizaje y encuentro.
“Antes de las nuevas tendencias que están viciadas por el exceso de individualismo y uso de la tecnología, la forma de hacer amigos era a través del juego, que de una forma natural se convertía en un elemento esencial en la vida de los niños para desarrollo de las habilidades necesarias para sentar las bases de un buen proyecto en la edad adolescente y adulta”, complementó Dorian.
Los juegos de Mentes-Pensantes tuvieron gran acogida en la Carpa Lúdica, pero no fueron las únicas actividades que hicieron parte de este original espacio en la jornada de ayer: la música, el canto y el baile, estuvieron presentes como ejercicios espontáneos para el disfrute de toda la familia, recordatorio de que a veces en lo más simple está la verdadera felicidad.
Los chicos tuvieron además la oportunidad de crear completamente un libro y acercarse un poco a esa magia que estos esconden y que permiten que en un mercado que se achica para lo impreso, los libros destinados a la población infantil no solo soportan los nuevos vientos de la tecnología sino que encuentran las formas para reinventarse y seguir presentes en el día a día de los más pequeños con todas las implicaciones positivas que esto conlleva.
Seguramente esta será una primera versión de la Carpa Lúdica entre muchas venideras. Son necesarios estos espacios para recordar lo que siempre debería estar presente pero que a veces, saturados de tantas cosas artificiales, se olvidan. Afortunadamente los sentidos siempre encuentran el camino.