Competitividad de Santander en riesgo por infraestructura

Autor: Lázaro Tobón Vallejo
1 febrero de 2018 - 12:08 AM

La región santandereana tiene grandes debilidades en la conexión aérea y terrestre con el resto del país

La semana pasada realicé un comparativo entre Antioquia y Santander en relación con varios factores de competitividad. Allí expresé que la región santandereana tiene grandes debilidades en la conexión aérea y terrestre con el resto del país.

La afirmación anterior la sustento en que cuatro corredores viales tiene la región para conectarse hacia el interior del país, con la Costa Atlántica y con su vecino Norte de Santander, son cuatro vías que realmente dejan mucho que desear, tanto por sus especificaciones técnicas como de riesgos de cierre por derrumbes.

La que mejor futuro tiene es la vía Bucaramanga – Cúcuta, dado que este corredor vial está siendo intervenido en el marco de las denominadas autopistas 4G.

La vía que va de Bucaramanga hacia San Alberto (César) para conectar la Ruta del Sol hacia la costa norte del país, desde hace mucho rato tiene problemas de fallas geológicas con paso restringido a un carril por el paso por el municipio de Cáchira (Norte de Santander), además su trazado no es para la Colombia del Siglo XXI para lo que el país y la región necesitan para poder competir. Esta conexión vial es similar a la de Santa Elena, salvo que aquella tiene altísimo flujo de vehículos pesados que mueven la carga entre Santander y los puertos norteños del país, lo que se agrava con la prohibición de la circulación de los tractocamiones por la vía que conduce a Barrancabermeja, lo que alarga el tiempo de circulación en más de una hora. En condiciones normales, llegar a la ruta del sol por esta vía tarda dos horas.

Lea también: Santander y Antioquia, una mirada desde la competitividad

La otra conexión con grandes dificultades es la conducente a Barrancabermeja, esta conecta también con la Ruta del Sol hacía Bogotá y Medellín.  Esta vía, dicen los relatos de la región, que fue planeada a mediados del siglo anterior, pero llevada a cabo en los setenta, con los primeros aguaceros que soportó empezó a mostrar sus debilidades geológicas. Isagén, empresa constructora de Hidrosogamoso, intervino la vía con ampliación y rectificaciones quedando en términos generales bien, pero las voces de los expertos le expresaron que no lo hiciera por el mismo lado, sino que se requería hacer una nueva. El resultado, un derrumbe en el sector de Mata de Cacao, desde el pasado 20 de diciembre tiene la vía con paso a un carril y solo habilitada entre las 6 am y 6 o 7 pm, pero, con probabilidades de cierre total por condicione climáticas. Esta dificultad hace que los transeúntes deban darse una vueltica por San Alberto, representando cerca de 100 kilómetros más de recorrido y 3 horas más de viaje. Similar la situación a la vivida hace poco en la autopista Medellín -Bogotá.

Otra vía problémica es la conducente a Bogotá por el Cañón del Chicamocha. Estrecha, curvilínea, da alto riesgo de accidentalidad y llena de camiones. Esta vía es la conducente a uno de los sectores con mayor dinamismo turístico de la región, tanto de aventura, como histórico y patrimonial. San Gil, El Socorro y Barichara.

Sin vías y sin tren, échele mano mijo al avión, pero ¡nanay cucas! Por ejemplo, la conexión con Medellín la atienden tres aerolíneas, Latam y Avianca con escala en Bogotá, esta última aprovechó el paro de los pilotos para perjudicar a los viajeros suprimiendo las dos frecuencias directas desde y hacia la “Ciudad de los Parques”, queda Easyfly con varias frecuencias directas en el día, pero aprovechándose de la coyuntura de conexión por Bogotá, los precios los tiene por las nubes.

Cómo decía el Chapulín Colorado “¿quién podrá ayudarnos?” Sabrá Mirús, pero mientras la situación de conexión se mantenga así, Santander tendrá en riesgo su posición competitiva, si queremos hacer alianzas beneficiosas para el intercambio dinámico entre los antioqueños y los santandereanos.

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