Conspirar de noche, marchar de día

Autor: Alfonso Monsalve Solórzano
27 julio de 2019 - 09:06 PM

Los partidos y grupos democráticos del país deben preocuparse para hacer presencia cada vez más significativa en los escenarios de la llamada sociedad civil

Medellín

Alfonso Monsalve Solórzano

El viernes pasado, como todos saben, se celebró la Marcha Por la Vida, que otros llamaron Defendamos la Paz, en rechazo por la muerte de líderes sociales, que enluta nuestro país.

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Todos en Colombia, salvo los asesinos y sus cómplices, estamos por la defensa de la vida y la paz. Estos dos derechos fundamentales, junto con el de la justicia y la propiedad privada, son la base de una sociedad civilizada, y estrechamente relacionados. El primero de todos, por supuesto, es el derecho a la vida, pero este, está mutilado si no hay paz y la base de la paz, en una sociedad democrática es la justicia, que debe ser imparcial y no politizada; y en el caso colombiano, concomitantemente, la eliminación de las causas reales de la violencia, enraizadas en el narcotráfico, mediante el uso y monopolio legítimo de las armas y su enjuiciamiento por parte del estado para proteger a los ciudadanos y proteger y defender el territorio.

Esto es así porque una paz sobre la base de la represión y el control social por una dictadura, o sobre el supuesto de que se debe dar vía libre a los señores de la guerra de todos los pelambres para que se conviertan en estado sustituto y hagan del país, un estado inviable y canalla, es una paz criminal, trágica y deprimente. Basta fijarnos en Venezuela. Por eso, defender la vida significa construir una sociedad en la que la paz sea posible porque ha superado a los agentes del narcotráfico y la justicia no esté manipulada y al servicio de intereses obscuros, como algunos pretenden.

Pues bien, las marchas del viernes quisieron ser presentadas, y, en cierto sentido, lograron parcialmente su objetivo, como una movilización de protesta contra el gobierno de Duque, como si fuese este quien estuviese encabezando la masacre de los líderes. Y como si fuera el presidente quien estuviera atentando contra la paz. Nada más falso. Nada tiene que ver Duque con los carteles del narcotráfico como el Clan del Golfo, las disidencia de las Farc (que crecen tan rápido que parece que los disidentes son alias timochenko y sus amigos, en la interpretación benévola, y ojalá este fuere el caso, de que no se trata de la combinación de todas las formas de lucha), el Eln, el Epl y otras organizaciones armadas ilegales, que son quienes en su afán de tener control territorial y humano de las zonas que considera estratégicas para su trafico criminal, son las que están asesinado a los líderes que se oponen a esa actividad y defiende la erradicación de la misma.

Y como si Duque no estuviera haciendo un gran esfuerzo por disminuir dramáticamente los asesinatos que cometen estos bandidos. El Tiempo de ayer señala al respecto que “Según cifras del Gobierno, desde 2016 han sido asesinados 289 líderes sociales y defensores de derechos humanos. No obstante, durante el mandato presidencial de Iván Duque, el número de estos homicidios ha disminuido un 35 por ciento. Esto quiere decir que entre el 7 de agosto de 2018 y el 9 de julio de 2019 se registraron 68 muertes, 37 menos que un año atrás, cuando hubo 105”.

Algunos pueden decir que es poco, pero entonces deben comparar las cifras acabadas de citar: En el gobierno de Santos, en el último año de su gobierno, los mismos grupos asesinaron a más líderes que en el de Duque. Pero los datos no significan nada para una oposición enconada con vínculos políticos o ideológicos o económicos o emociónales, según de quienes se trate. Como también carecen de valor las manifestaciones y acciones del presidente, quien no sólo apoyó en la marcha y participó en ella en Cartagena hasta que las arengas y las actitudes de quienes dicen defender la paz, lo permitieron, en un acto de sectarismo y odio, repetido en muchos sitios del país y del exterior, que nada tiene que ver con la paz, sino con las intenciones ocultas de quienes conspiran y apoyan los asesinatos de los líderes en la noche y marchan para rechazarlos, en el día.

Esa actitud no sólo es una farsa sino un verdadero obstáculo criminal contra la paz. Esta no es propiedad de nadie sino de todos, no pertenece a la izquierda ni a la derecha, no es de la oposición ni del gobierno, sino de los colombianos. Y eso lo ha entendido Duque, quien ha dicho repetidamente que respetará y cumplirá el acuerdo de paz con las Farc, para cumplirle a los desmovilizados, pero aplicará la ley ordinaria a los que persistan en los crímenes, como alias santrich, márquez y el paisa, e introducirá modificaciones en futuros acuerdos para que no haya impunidad y se asegure la verdad y la no repetición, se garantice la estabilidad del Estado de derecho, la aplicación de la justicia y  se repare realmente a las víctimas, como condición de una paz estable.

Si la izquierda radical persiste en su falacia, no habrá manera de conseguir la reconciliación, sino que se avivará el conflicto. Lo ocurrido el viernes, es un indicador de que eso, precisamente, es lo que quiere.

Y si grupos de la derecha radical persisten en señalar al presidente de ser santista o amigo de la extrema izquierda, lo único que consiguen es debilitar a un gobernante que quiere la paz para todos los colombianos que actúen en la legalidad, pero combate, como debe ser, a los que persisten en destruir el país por medio de las armas y las calumnias. Y al debilitarlo, le abren el camino a esos sectores para que asalten el estado de derecho.

Esta es una verdad que los colombianos debemos tener presentes para no equivocarnos en el camino. Paz inclusiva, defensa de la vida de todos, reparación a las víctimas, verdad, justicia imparcial, derrota del narcotráfico, plena vigencia del estado de derecho. En ella no caben los pillos, los narcotraficantes y los señores de la guerra.

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Pero hay una lección más. Los partidos y grupos democráticos del país deben preocuparse para hacer presencia cada vez más significativa en los escenarios de la llamada sociedad civil: Ong y sindicatos que defiendan la democracia, que puedan interlocutar con otros estados y organizaciones internacionales y de la sociedad civil. En este campo, el monopolio y la visión parcializada de ciertas Ong, determina muchas políticas y percepciones sobre Colombia en el exterior. Es hora de que se haga presencia con otras visiones más ajustadas a la realidad de Colombia.

Nota de pésame y reconocimiento

Murió Beatriz Restrepo Gallego, filósofa destacada y líder en los campos de la ética y la moral de Antioquia y de Colombia. Su contribución al reconocimiento de los problemas sociales en nuestro Departamento y su magisterio y enseñanzas sobre la convivencia, son un legado de sabiduría y compromiso para los antioqueños y colombianos. Paz en la tumba de quien fuera por muchos años mi amiga y mi compañera de oficina en el Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia. Un saludo de solidaridad a su familia.

 

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Comentarios:

Edgar
Edgar
2019-07-28 10:07:10
"Esta (la paz) no es propiedad de nadie sino de todos, no pertenece a la izquierda ni a la derecha, no es de la oposición ni del gobierno, sino de los colombianos. " Ni más ni menos, con toda claridad.

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