Caballero Argáez y Diego Pizano ostentan toda la trayectoria y prestigio reconocidos para respaldar la gran agogida del libro en los distintos escenarios nacionales e internacionales.
Publicado por la Universidad de los Andes y su Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo, ha empezado a circular el libro Sin límites que recoge las converdaciones sostenidas entre el expresidente y los profesores de la misma universidad, Carlos Caballero Argáez y Diego Pizano Salazar desarrolladas en el apartamento del doctor Betancur en espacios cortos convenientemente planeados durante un período de tres años. El libro apareció en su primera edición en febrero de 2019. Pretendía ser un homenaje a la vida y obra del egregio mandatario que no alcanzó a recibirlo personalmente pues habia fallecido el 7 de octubre el año anterior pero que servirá a los investigadores y biógrafos que se ocupen de analizar la tarea de su gobierno en toda su dimensión y alcances históricos. Caballero Argaéz y Diego Pizano ostentan toda la trayectoria y prestigio reconocidos para respaldar la gran acogida del libro en los distintos escenarios nacionales e internacionales.
Carlos Caballero es ingeniero civil de la Universidad de los Andes, Magister en ciencias de la Universidad de California en Berkeley y Ministro de Minas y Energía en el gobierno de Andrés Pastrana. Pizano por su parte es economista con estudios de posgrado en la Universidad de Cambride y Secretario Económico de la Casa de Nariño durante los cuatro años de la administración Betancur.
El libro que comentamos se desenvuelve en once capítulos: Belisario, su origen e infancia de muchacho pobre, su paso por el seminario de Yarumal y su carrera de abogado, su vocación de periodista y su llegada a El Colombiano con Otto Morales Benítez, Miguel Arbeláez Sarmiento y Jaime Sanín Echeverri. Recuerda el régimen de Rojas Pinilla, su creación del “Escuadrón Suicida” y sus tiempos de prisión; el Ministerio de Trabajo en el gobierno de Guillermo León Valencia y su primera campaña por la Presidencia de la República. Se define como el hombre de las dificultades y recuerda como en la primera Semana Santa de su presidencia se sucede el terremoto que destruyó a Popayán, la toma del Palacio de Justicia, también la tragedia de Armero y el asesinato de su ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla.
Después de concluir su mandato se dedica a la cultura, a dejar que sus sucesores gobiernen, a impulsar desde la Fundación Santillana todas la manifestaciones de la actividad académica e intelectual y a luchar por la reconciliación y la paz.
Conocí al presidente Betancur desde mis tiempos de bachillerato y fuí colaborador anónimo en varias de sus campañas cuando a los estudiantes se nos asignaba el oficio de pegar carteles o repartir hojas volantes. He leido todos sus libros, asistido a buena parte de sus conferencias; he medido la lealtad con que corresponde a su ancestro humilde, no obstante haber conquistado una posición preeminente en el campo social, intelectual y económico del país y del mundo. Es la expresión más clara del estadista que soñara Ortega y Gaset: “Un hombre capaz de hablar de medicina en la apertura de una academia, de agricultura en una sociedad campesina, de poesía en una Atenea, de teología en todas partes”. Me subyuga por sus ideas y por sus obras y porque a través de figuras como él tratamos de ir estructurando una nación donde no sea pecado pensar, ni temeridad proponer ni peligro actuar.
Pero fue durante mi desempeño en la dirección regional de la ESAP territorial en Antioquia y Chocó cuando pude acercarme personalmente al insigne personaje. Como presidente de la Junta Directiva del Club Medellín, coordinaba un programa cultural que ofrecíamos semanalmente denominado los martes de la Administración y a él invitabamos figuras destacadas de la vida nacional: intelectuales, poetas, escritores, jefes políticos, dirigentes, en fin, de las distintas actividades públicas y privadas. Aprovechamos la oportunidad para invitarlo como conferencista a nuestro foro del Club. A las seis de la tarde hace su entrada triunfal el candidato y es recibido con estruendosa salva de apláusos. Los espacios de las salas del Club completamente repletas, no cabía un alma más, había más de mil asistentes. Acompañé a la mesa principal al expositor quien pronunció una magistral conferencia sobre desarrollo industrial y crecimiento agrícola. El evento se prolongó hasta las ocho de la noche, lo invitamos luego al comedor y sin mayor rodeo pidió una bandeja paisa, manifestando que eso lo integraba más a su tierra. Pasamos enseguida a la sala de juntas y alli se inició la más amena tertulia acompañada de sabrosos aguardientes.
Llega un momento en que manifestó su deseo de escuchar música de cuerda y al poco tiempo apareció el trio interpretando hermosas canciones colombianas hasta bien avanzada la noche cuando lo acompañamos al hotel Nutibara donde le teníamos reservada su acogedora suit presidencial. Entonces nos despedimos con un fuerte y cordial abrazo. A los dos días me envió desde Bogotá una cordial nota de reconocimiento escrita a mano con su bella caligrafía que conservo con gran afecto.
Alcanzada luego la presidencia de la República y con su credencial en la mano me llamó a ofrecerme el Ministerio de Educación pero estaba tan encarretado con mi labor en la ESAP regional que le pedí mejor el nombramiento en la dirección Nacional y así se hizo.