Mucho me temo que las autoridades y el país, concentrados en el coronavirus, pasen de largo frente a problemas acuciosos de salud pública y que no dan espera. Me refiero, por ejemplo, a la epidemia de dengue
El país, que ya estaba en la espiral del coronavirus antes de que llegara, se sumergirá, indefectiblemente, por meses, en ese torbellino, dejando de lado problemas que son urgentes y que no dan espera. Y no se trata de negar que es una epidemia grave que exige atención, recursos y liderazgo, para que el pánico no cunda, la economía no se descarrile y los políticos de la conspiración no se encaramen para pescar en río revuelto.
En un mundo globalizado, el progreso y los grandes logros, pero también las enfermedades y otros eventos calamitosos están a la orden del día. Y, en estos días estamos en un caso de los segundos
Según una fuente médica cercana de toda credibilidad, en el mundo hay cerca de 3000 muertos y no los más de 82.000, dato que circula en las redes. La tasa de mortalidad, en caso de contagio, es del 2%. El virus afecta más a los mayores y menos a niños y jóvenes y llegará un momento en que la epidemia comenzará a estabilizarse y los fármacos a producirse masivamente, aunque esa solución todavía no está lista, a pesar de que se trabaja con ahínco en ella. Por supuesto, hay que lavarse bien las manos con mucha frecuencia y permanecer alejado de gente que tenga gripa. El Gobierno Nacional y los gobiernos locales están tomando medidas para minimizar la epidemia y darle un tratamiento médico adecuado a los infectados y de prevención al entorno.
El problema es el efecto dominó de falsas noticias que circulan en las redes sociales y algunos medios de comunicación y el pánico que eso genera. Y he tenido la sensación de que muchos querían que llegara a Colombia, para estar in. Porque de lo contrario, para ellos, seríamos un paisito de tercera.
Ahora bien, Colombia ha venido creciendo razonablemente bien. Si el ritmo de crecimiento se afecta y la sociedad se paraliza, las consecuencias las sufriremos todos. De manera que hay que enfrentar la emergencia con inteligencia, aprendiendo de los aciertos y errores de otros países. Esta será una prueba de madurez para nuestra sociedad.
Por otro lado, mucho me temo que las autoridades y el país, concentrados en el coronavirus, pasen de largo frente a problemas acuciosos de salud pública y que no dan espera. Me refiero, por ejemplo, a la epidemia de dengue que está sufriendo el país, una de las llamadas enfermedades olvidadas porque no les importan ni a las farmacéuticas, ni, de verdad, a los gobiernos, ni a la gente que vive bien, y que por eso no tienen medicamentos y muy pocos tratamientos eficaces, si es que los hay.
En Latinoamérica, desde 2019, ha habido más de 3.200.000 casos y más de 1.500 muertos. En Colombia, hubo 127.000 casos el año pasado, con unos 300 muertos; y este año, a enero, aumentó el 94%, por lo que la epidemia continúa incontrolable en el presente año con respecto al mismo mes del año pasado. Lo peor es que más de la mitad de los casos son alarmantes, según el INS.
Y eso que existen métodos de control de los mosquitos vectores que han sido ensayados con éxito en el mundo por la World Mosquito Program y el PECET, Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales, en Colombia.
El control biológico es una solución eficiente, económica e inteligente. Pero, claro, como se trata de una enfermedad olvidada, que afecta a los más vulnerables, nadie la toma en serio.
¿Qué pasará con esa epidemia? Seguramente seguirá olvidada.