El desempleo afecta a un tercio de la fuerza laboral, los aeropuertos continúan prácticamente cerrados, y empresas de aviación como El Al bordean la quiebra.
En los últimos días se han acentuado las divergencias en el gobierno israelí y en la opinión pública en torno a las medidas que conviene adoptar en torno a la propagación del covid-19 en las escuelas y en los medios de transporte. Los ferrocarriles que debían renovar su actividad en el curso de esta semana continuarán paralizados al igual que cines y teatros. Los afectados en Tel Aviv superan en estos días a los de Jerusalén y Benei Brak como resultado de la masiva e imprudente aglomeración en playas y mercados. Y el número de escuelas cerradas por causa de maestros y alumnos coronados se ha elevado.
También en las filas del ejército se multiplican los casos. Rebasa un centenar obligando a mil de ellos a aislarse como medida de precaución.
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Situación que acentúa las divergencias en el gabinete y en el parlamento, incluyendo a la opinión pública. El desempleo afecta a un tercio de la fuerza laboral, los aeropuertos continúan prácticamente cerrados, y empresas de aviación como El Al bordean la quiebra. Circunstancias que no han impedido actividades militares por parte de Israel contra fuerzas iraníes que tienden a instalarse en Siria ni la silenciosa batalla cibernética entre Jerusalén y Teherán.
En este tenso escenario cabe anticipar la proliferación de manifestaciones de protesta ya sea por la severa reducción de la actividad comercial, ya sea por la indiferencia gubernamental respecto a los aprietos de la población. A esta circunstancia se suma la probable anexión de la franja occidental jordana el próximo mes. Traerá divergentes resultados militares y políticos con las consiguientes tensiones en la opinión pública israelí y en la región.