La relevante de la investigación no es hacer visible una problemática nacional, sino que de allí se desprende una imperiosa necesidad de trabajar la cultura ciudadana.
El diario santandereano Vanguardia publicó este 5 de noviembre un análisis de una encuesta realizada por Guarumo, relacionada con las agresiones cotidianas.
En el resultado de la encuesta se hace el escalafón de las ciudades más violentas del país, no por razón de actos de sicarios, ni ataques con bombas, sino, a razón de la intolerancia e incapacidad de solucionar los conflictos entre los habitantes, situación que genera una tasa nacional de 233 lesionados por cada 100.000 habitantes. Ese deshonroso listado de lesiones personales lo lidera Bucaramanga con 465, le sigue Cúcuta con 347, Quibdó con 315, Bogotá con 359.
Según los resultados publicados en el diario bumangués, los problemas con los vecinos (música a alto volumen, mascotas, entre otros) son la causa más alta de conflicto entre ciudadanos, con el 17%; el 16% está relacionado con personas de servicio al cliente que niegan solicitudes como las consultas médicas, entre otras.
Lo relevante de la investigación no es hacer visible una problemática nacional, sino que de allí se desprende una imperiosa necesidad de trabajar la cultura ciudadana para generar verdaderas transformaciones sociales.
A Antanas Mockus en su primera alcaldía en Bogotá se le ocurrió trabajar la cultura ciudadana a través de los mimos en las calles de la ciudad, estrategia que tuvo muchos contradictores, pero que, los capitalinos reconocieron en su momento como efectiva.
Ya el país cuenta con nuevos gobernantes territoriales, es el momento de ir planteando en sus diferentes planes de desarrollo una línea estratégica qué apuntale hacia el mejoramiento de la convivencia ciudadana, a través de planes y proyectos conducentes a formar una cultura encausada hacia la civilidad y resolución pacífica de conflictos, eso implica un cambio de paradigma en el quehacer de las secretarías, subsecretarías u otra dependencia al interior de la administración pública encargada de la cultura. Ya no es solo enfocarse en la promoción de eventos relacionado con el arte, la estética, las fiestas municipales, sino en unas acciones transformadoras del comportamiento cotidiano de los colombianos para con sus pares los colombianos seamos cada vez más educados (sin que suene a eslogan de campaña política), no significa ser los más eruditos, sino cada vez con mejor comportamiento social y cívico.
Es claro que los intangibles, como la construcción de una nueva civilidad no dan votos, y por ello, tal vez, no recibe el apoyo necesario desde el establecimiento, pero sí pueden llegar a construir puentes qué en el mediano y largo lograrán sus frutos, pero para ello se requiere ir más allá de acciones de gobierno y elevar la cultura ciudadana a una política pública que trascienda los cuatro años de gobierno de turno.