Ahora los carteles, el crimen organizado, las mafias y todas las estructuras ajenas a la ley, están enfocadas en tomarse la democracia.
Hace mucho la participación política dejo de ser una romántica reivindicación social del pueblo, y ha venido convirtiéndose en una estrategia corporativa de control por medio del secuestro del poder político por parte de grupos con poder económico de diversa índole. Prueba de ello es detención de “santrich”, el nuevo narcopolitico del siglo XXI del partido Farc-ep.
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Este proceso de degradación de la esencia de la democracia como instrumento de paz y concordia social, de equidad y transformación intergeneracional, ha venido tocando fondo, y ahora los carteles, el crimen organizado, las mafias y todas las estructuras ajenas a la ley, están enfocadas en tomarse la democracia, y por medio de ella, el poder político, como una estrategia de supervivencia y escalamiento de su terrorismo, maldad y ambición.
Los grupos han mutado a convertirse en estructuras transnacionales como las Farc, con una complicidad y hermandad terrorista que supera la coordinación interinstitucional de quienes los enfrentamos, porque su unidad es cohesionada por ideologías, que justifican su actuar mezquino y perverso y ocultan su codicia por el poder y la riqueza.
Los demócratas que enfrentamos con todo valor el terrorismo transnacional no hemos dimensionado en toda su magnitud la esencia, las causas, las estratagemas y las consecuencias de estas mega estructuras del delito que ahora se camuflan en la política como inocentes y sentimentales luchadores por la defensa de derechos o ideales que procuran anular toda referencia al deber ser, para desarticular la institucionalidad y la cohesión social que legitima las leyes que les son contrarias, es la destrucción del Estado y de la sociedad que les es contraria a sus intereses.
Con el paso del tiempo estas jerarquías se han venido consolidando hasta influir con sus tentáculos en los mercados legales para camuflar con legitimación, su corrupción, violencia e ilegalidad, y no sólo esto, incluso en su etapa de expansión internacional han venido especializándose de forma casi científica y empresarial.
En la clandestinidad están con la línea delictiva del sicariato, la extorsión, el secuestro, el hurto, las falsificaciones, el tráfico de armas y drogas, la trata de personas, entre otros, con ramificaciones en sus modalidades y controles territoriales.
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La otra estratagema es la de la legalidad, consistente en un ardid de penetración social, donde las actividades estelares son el lavado de activos, tráfico de comodities, la corrupción política, las estafas masivas institucionalizadas, el control del poder territorial, la influencia clientelista y las relaciones sociales.
La democracia está en grave riesgo ante nuestra cara y no podemos ceder.