Mientras la derecha celebra la victoria como preámbulo a las elecciones generales, los sectores de Matteo Renzi manifestaron que son dos citas electorales muy diferentes.
En la segunda vuelta de los comicios locales de Italia, la centroderecha conquistó algunos bastiones de la izquierda, como Génova, un resultado confirmado este lunes y celebrado por los conservadores como un feliz preludio de las próximas generales.
El domingo, 4,3 millones de italianos estaban llamados a votar en la segunda vuelta de los comicios locales, cuya primera vuelta se celebró el pasado 11 de junio, para renovar 111 ayuntamientos, entre ellos los de 25 capitales de provincia.
La coalición de centroderecha, que une a la berlusconiana "Forza Italia" (FI) con fuerzas ultraderechistas como "Liga Norte" (LN) o "Hermanos de Italia", logró 16 capitales de provincia, mientras que el gubernamental Partido Demócrata (PD), de centroizquierda, ganó en seis.
Una de las claves de los comicios locales es el hecho de que los conservadores obtuvieron importantes alcaldías tradicionalmente en manos de la izquierda como las septentrionales Génova, Monza, La Spezia, Piacenza, Como o Asti.
También en L'Aquila, donde el candidato conservador Pierluigi Biondi puso fin a una década de Alcaldía de izquierda, que se vio marcada por el devastador terremoto en 2009 y por la posterior y lenta reconstrucción de su aún deshabitado casco urbano.
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Otro de los casos más llamativos es el de la ciudad toscana de Pistoia, auténtico bastión rojo desde la posguerra y que también cayó en manos de la derecha en estos comicios locales.
La coalición conservadora también ganó en otras importantes capitales de provincia como la meridional Catanzaro, Frosinone y Rieti o las norteñas Alessandria y Verona.
Por su parte la centroizquierda, liderado por el PD y apoyado por listas cívicas en la mayoría de los casos, sorprendió en Padua, donde puso fin a la administración conservadora en esta ciudad del rico Véneto.
La izquierda también conquistó Lecce, en la región sureña de Apulia, y logró conservar, aunque sin demasiada solvencia, las alcaldías de otras capitales como la toscana Lucca, la siciliana Palermo o la sureña e industrial Taranto.
El secretario general del PD, el ex primer ministro Matteo Renzi, reconoció en un comunicado que los resultados "podían ser mejores" pero negó que esta sea una "señal de alarma" pues, subrayó, "las elecciones locales son diferentes a las generales".
Paralelamente la derecha se mostró exultante por unos resultados de los comicios locales, que calificaron de históricos.
Pero sobre todo se apuntó la necesidad de conformar una coalición de derechas que concurra en las generales, que deberán celebrarse a partir de febrero de 2018, y hacer así frente a la potencia del PD, que gobierna el país, y del Movimiento Cinco Estrellas (M5S) de Beppe Grillo.
El líder de la xenófoba LN, Matteo Salvini, defendió ante los medios la necesidad de "exportar" en el ámbito nacional la fórmula de un centroderecha unido que pueda vencer las próximas elecciones generales, algo en su opinión del todo factible.
"Si después de decenios nos piden gobernar Génova, Pistoia o Sesto San Giovanni quiere decir que podemos gobernar también el país. Con ideas claras, sin intentos de apoyar o no a Renzi", apuntó el también eurodiputado Salvini.
El portavoz de FI en la Cámara de los Diputados, Renato Brunetta, consideró en Facebook que el verdadero protagonista de esta jornada electoral fue "un centroderecha unido de gobierno".
Sin embargo uno de los escollos que dificultan esta coalición son las fricciones entre Salvini y el líder de FI, Silvio Berlusconi, a la hora de designar el candidato de dicha coalición, sin la cual sus partidos rondarían el 10 % de los votos según todos los sondeos.
"Nos veremos, nos escucharemos y razonaremos, pero el liderazgo es la última de mis preocupaciones", avanzó el secretario de la Liga Norte.
Por otro lado el M5S, prácticamente excluido de la segunda vuelta, logró hacerse con ocho de los diez ayuntamientos que aspiraba a conquistar, un resultado que demuestra el "inexorable crecimiento" del partido, según el diputado Luigi di Maio.
El partido de Beppe Grillo conquistó Carrara, tras siete décadas de predominio de izquierdas, pero encontró su piedra en el zapato en Parma, donde el alcalde saliente, Federico Pizzarotti, expulsado de la formación, revalidó su cargo por su propia cuenta.
La nota curiosa la puso la siciliana Trapani, donde no fue elegido el alcalde después de que el candidato de centroizquierda, que concurría sin rival, no lograra el quórum de participación necesario para certificar su victoria.