Es importante considerar como la inclusión y la equidad están ausentes en las políticas planteadas por los gobiernos para la educación superior, tanto pública como privada
Es propio del entorno universitario latinoamericano el problema de la desigualdad y falta de oportunidades. La división de la sociedad en clases es una realidad que ha tomado diversos matices históricos, que la economía capitalista ha tomado forma según las coyunturas históricas como la revolución industrial, el auge de la globalización, la integración económica entre países, entre otros. El modelo neoliberal surge como fruto de esta realidad y sus marcadas consecuencias sociales se ven en países latinoamericanos y del Caribe, al punto de ser considerado como problemas estructurales de los mismos: miseria, desigualdad, pobreza, exclusión, violencia, entre otros. Aponte – Hernández (1997) subraya como el elemento central de la globalización-mundialización, la generación de ventajas competitivas. Esa es la función de la educación superior, generar ventajas competitivas. Las sociedades actuales viven movidas por los principios que rigen la cultura del trabajo: la acumulación del capital y el consumo, la necesidad de aprender lo que las empresas necesitan, la eliminación de fronteras no sólo para el comercio sino para el libre desplazamiento de los factores de producción, el establecimiento de estrategias en pro de la división internacional del trabajo, la trasferencia de conocimiento técnico, científico y tecnológico que hacen competitivo el trabajo y la producción son algunos de los aspectos que enmarcan el papel del mercado en el escenario de la globalización. En el plano educativo, la desigualdad se evidencia en la disparidad de recursos disponibles para la misma, los más desafortunados cuentan con escasa y paupérrima infraestructura, la calidad es insuficiente y el abandono del Estado, que no se responsabiliza de este derecho humano, clave para el desarrollo. Abordando el tema desde otro aspecto, es importante considerar como la inclusión y la equidad están ausentes en las políticas planteadas por los gobiernos para la educación superior, tanto pública como privada. Cierto es que se ha masificado el acceso a la educación de nivel superior en las últimas décadas, pero aún muchas personas siguen sin poder acceder por razones de ingresos, por exclusión racial, étnica, entre otros. La Unesco ha planteado el tema de la educación, como la vía para el desarrollo, la mejora de ingresos, el fin de la pobreza crónica, la educación como impedimento para transmitir la pobreza de una generación a otra y como medio para mejorar los ingresos de los agricultores, sin embargo, aunque el medio para erradicar la pobreza planteado por este organismo supranacional es legítimo, es ideal para cualquier plan de gobierno y proyecto social, la realidad es que no es tan fácil y tan simple como parecería a simple vista y mucho menos en los países latinoamericanos.
Nunca habíamos sido tan conscientes de la necesidad de la educación, sin embargo, nunca habíamos visto tanta deserción, desmotivación para ingresar a la universidad. En este sentido ¿cuáles son los retos? No solo se trata de mayor cobertura, sino en condiciones de igualdad para poder desarrollar un proyecto educativo, en el cual se garantice la permanencia y la disminución de las tasas de deserción; es una realidad que puede afrontarse respecto a las sociedades cohesionadas en torno al dinero fácil y la inserción en grupos al margen de la ley. Igualmente, la pertinencia debe trascender los conceptos teóricos que plantean muchos planes de desarrollo, muy idílicos, y llegar a tocar las realidades de las personas, permitiendo que la educación les vincule con el sector productivo, a fin de que en verdad mejore sus condiciones de vida. La generación de riqueza (eficiencia) y la forma en cómo esta debe ser distribuida, son el norte que direcciona las políticas económicas de un país, y en palabras de Mankiw (2008) mueven la economía en pro de la generación de bienestar para todos. Ciertamente, el concepto de desarrollo se ve íntimamente ligado a los procesos de integración económica, alianzas estratégicas, transculturación e interdependencia política, económica, comercial, entre otras, todas ellas características propias de un proceso que surge hacia la década de los cincuenta y que hoy en día forman parte del léxico popular y que es bien conocido como globalización, que en términos de Alvater (2002) puede entenderse como un complejo proceso de transformaciones económicas, sociales y políticas que prolongan la gran transformación de los siglos pasados. En esta realidad, la educación no es un descubrir y mantener las ventajas competitivas del sector productivo, es el medio para desarrollar personas y sociedades, es la posibilidad de generar equidad e igualdad, razón por la cual debe ser desarrollado como núcleo de los proyectos políticos.