Aún ahora, que retomé mi actividad de escribir para periódicos y de participar en debates en otros medios, sinceramente no me siento en capacidad de sacar conclusiones definitivas sobre lo sucedido en los últimos días.
Ayer por fin pude reunirme de nuevo en un salón de clase con los estudiantes de la Universidad Nacional, en la que como doctor en Ciencia Política trabajo de tiempo completo hace más de 20 años, y lo hice en un ejercicio que se llama “aula abierta”, aceptado tanto por las jerarquías como por los propios estudiantes.
El instructivo decía que serían reuniones de asistencia voluntaria y que solo se podía hablar de cuestiones prácticas sobre la conclusión del semestre académico, o como mucho debatir temas de análisis de la coyuntura del paro.
Por supuesto yo tenía una batería de explicaciones listas para exponerles sobre cómo se entiende una situación de estas desde la Ciencia Política, la Sociología, el Derecho y hasta la Sicología social, áreas en las que tengo títulos y libros propios.
Pero, en lugar de ello, les enseñé una foto de las manifestaciones, otra de algunos de los negociadores, y una más de varios analistas.Les mostré como era evidente en esas imágenes que más del 90 por ciento de quienes marcharon todos los días anteriores tenían entre 15 y 25 años mientras que los negociadores y los expertos de los medios tendrían probablemente una edad promedio superior a los 45 años.
Les expliqué que por eso me parecía absurdo si yo pretendiera darles una cátedra sobre el tema, siendo más lógico que ellos dijeran porqué creían que los jóvenes habían protestado tan masiva y rotundamente en los días anteriores. Lo hice en dos asignaturas diferentes, con el método de opinión escrita y anónima que luego se lee en público, y estas fueron las ocho principales conclusiones de ese ejercicio:
La primera es que en general creían que la juventud sí estaba muy molesta y no solo una parte de ella. La segunda es que a la mayoría les parece legítimo que esa juventud hubiera expresado esa molestia e incluso necesario.
En tercer lugar se dijo que la protesta estaba dirigida en principio contra el actual gobierno, por unas políticas públicas que este, al parecer estaba tratando de implementar, referidas a los temas laboral, pensional, ambiental, tributario y educativo.
Como cuarto punto expresaron que de todos modos el descontento tenía como telón de fondo otros asuntos, tales como la incapacidad del gobierno de evitar el asesinato de líderes sociales o el incidente en el que murieron menores en un ataque militar a las guerrillas.
El quinto elemento, que señalaron enfáticamente, era que ese descontento de cualquier manera no estaba dirigido solo contra este gobierno sino contra los últimos gobiernos y en general contra la clase política. A pesar de ello, reconocieron la contradicción de que muchos políticos de profesión, y en especial varios altos exfuncionarios de anteriores gobiernos, se hubieran sumado a la protesta como diciendo absurdamente que no habían tenido nada que ver con los problemas creados por los cuales se marchaba.
En sexto lugar, y en este mismo sentido, afirmaron que la molestia era sobre todo por lo que llamaron “el estado de las cosas” en general, o sea la sensación de que el país no va bien desde hace tiempo. Piensan que mucha gente se siente frustrada de varias maneras en temas como la salud, la educación o la protección a la vejez, y en general por las muchas dificultades del día a día de la vida para varias clases sociales, y que el gobierno debe encontrar la solución a esos problemas.
Séptimo: señalaron que justamente por lo anterior el paro se había hecho con el protagonismo de los estudiantes a pesar de que el gobierno había por ejemplo concedido el mayor apoyo económico posible a la educación en todos los tiempos y estaba en general cumpliendo lo prometido. Que parecía una contradicción pero que el problema era tan grande y acumulado que tal apoyo no era suficiente de todos modos, y que al gobierno de turno se le podía pasar la factura por ese y otros problemas aunque vinieran de tiempo atrás.
El punto ocho de esas conclusiones hace referencia al pasado y al futuro. Yo les expresé que me sentía muy frustrado porque llevaba más de 30 años trabajando desde diferentes frentes por la modernización del Estado (educación, asesoría, investigación), y que la contundencia de la protesta me hacía pensar que la juventud consideraba que las anteriores generaciones, incluyendo los que nos dedicamos a lo público con algunos sacrificios, les habíamos fallado totalmente. Ellos expresaron que el pasado era el pasado y debía quedar atrás, y que el futuro había que construirlo con otras lógicas, sobre todo las de una juventud ya totalmente identificada con lo social, lo público y lo colectivo.
No quiero agregar análisis o comentarios a esta información que generosamente me dieron los estudiantes. De hecho, debo reconocer que por más de una semana había suspendido toda publicación en los medios de comunicación, porque no me creía en capacidad de apaciguar los ánimos de unos y otros, ni de dar elementos para una mejor comprensión de lo que estaba pasando, pues yo mismo no terminaba de entender la situación. Aún ahora, que retomé mi actividad de escribir para periódicos y de participar en debates en otros medios, sinceramente no me siento en capacidad de sacar conclusiones definitivas sobre lo sucedido en los últimos días.