Dolor que queda en el alma

Autor: Carmen Vásquez Gómez
29 mayo de 2020 - 12:25 PM

Hablar de fundaciones es pensar en apoyo, soluciones, acompañamiento. Lucerito nació en la mente de sus creadores hace muchos años y desde que dio su primera luz es un lucero que ha quedado en miles de corazones.

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UNA HISTORIA DE LUZ: Corrían los años 70 en la fría y siempre gris ciudad de Londres, pero no siempre ese gris era tan gris para que no dejara entrar rayos de luz entre los arboles de sus extensos y bellísimos parques. Londres es de las ciudades en donde sus parques son remanso de paz y tranquilidad.

Un día, cualquier día de los siete que tiene la semana, Carlos Wolff Isaza, sentado en una banca, reposó sus pensamientos en preguntas a muy largo plazo de vida: ¿Qué hacer, cómo llevar la vida cuando ya el tiempo nos deje quietos, cuando la actividad no sea tanta? Qué bueno pensar en algo con los niños, en su vulnerabilidad ante la vida. Pero estos pensamientos, eran solo pensamientos de momentos de tranquilidad en la banca de un parque en la fría y gris ciudad de Londres.

Pasaron los años con sus intensas actividades. El tiempo que se va sumando en recuerdos no en vano deja que el ser humano vuelva a darle vueltas a los pendientes de la vida y hace 15 años, el mismo Carlos Wolff Isaza, ya no en la banca de un parque pero sí en su mejor momento de experiencia de vida comenzó a cuajar la idea y habló con dos de sus amigos, Darío Lopera y Crisanto Vargas a buscar, saber y entender cómo era una “fundación”. Fueron muchos días y sus noches de trabajo, diálogos, ires y venires, estudio de estatutos, compromisos, sostenimiento económico, equipo de trabajo y siempre surgía una voz, una ayuda como de esas cosas divinas. Veían la necesidad de ayudar a niños y niñas en terribles situaciones de maltrato y se preguntaban el cómo recuperarlos de semejantes traumas vividos… traumas que quedan en el alma. Sabían que necesitaban de un gran respaldo sicológico y fue así como trabajaron año y medio con médicos, sicólogos y un personal muy especializado.

NACE LUCERITO: En febrero del año 2005 con una excelente convocatoria de un grupo de 120 amigos, nace la Fundación Lucerito. Pero como un lucero de bondad, generosidad y entrega, este nombre tiene una razón de ser. Una mujer que siempre pensó primero en los demás, una mujer generosa y desprendida, doña Lucero Isaza Escobar, madre de Carlos Wolff, la que le enseñó a ver la vida diferente, la vida de servir a los demás.

LUCERITO HOY: Tiene tres sedes, la primera que nació en el barrio Buenos Aires, la segunda en el occidente en Santa Fe de Antioquia y la tercera en el oriente en Rionegro. Sedes en donde más o menos mensualmente pueden llegar a tener una atención de 900 niños o niñas en edades que van de los primeros meses, hasta los 19 años. También tienen atención a mujeres que han sufrido y no han podido superar el trauma. El terrible trauma de ser violentadas, abusadas, irrespetadas en su sexualidad. Trauma que puede llegar en muchos casos a tener decisiones de suicidio. De aquí que el personal que trabaja en la Fundación Lucerito, es de profesionales especializados y con maestrías en psicología, neurología, dermatología, para casos muy complicados que apoyan en procesos de atención a la salud física y emocional que pueden llegar a durar más de un año. La Fundación Lucerito trabaja con defensores y comisarios de familia en los municipios antioqueños que tienen instituciones de protección a niños y niñas.

SU DIRECCIÓN: Hoy día el sentimiento paternal sigue en su hija Ingrid Wolff López, quien es la directora general de la Fundación Lucerito dese hace cinco años. Ella es economista de la Universidad de los Andes con especialización en finanzas. Es el alma y vida de Lucerito y nos respondió a las inquietudes de un tema que duele al corazón.

Espere la siguiente entrega de este artículo.

 

 

 

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