Al mejicano López Obrador esta vez le resultó relativamente fácil alcanzar la presidencia, si lo comparamos con la suerte corrida por Petro y otros aspirantes de su misma orientación en el vecindario, o con los anteriores intentos fallidos del mismo López. Le salió barato en cuanto a los compromisos que hubo de adquirir y a las promesas formuladas, que no fueron muchas, ni todas inviables o incumplibles. El proselitismo, la labor de seducción hecha frente a los sufragantes, los gremios y ciertas élites remisas, a quienes en parte supo tranquilizar despejando temores y prevenciones, fue más bien fácil. Con presentarse como la alternativa frente al viejo régimen gastado le bastó. Mejor dicho, esa labor, habitualmente dispendiosa, se la ahorraron a él sus propios contrarios, el PRI y el PAN, alternados en el poder desde hacía casi 9 décadas. El solo contraste entre lo que había y lo que López encarnaba como novedad fue suficiente.
La alcaldía de la capital que había desempeñado recientemente no fue caótica ni costosa como, por ejemplo, la de Petro en Bogotá. No fue ni buena ni mala, en rigor. Lo cual es mucho decir en tratándose de burgomaestres de su marca ideológica. De quienes, si juzgamos por los resultados y la experiencia acumulada en Latinoamérica, todo puede esperarse menos una gestión seria y responsable que no malgaste los recursos en el consabido asistencialismo, improvisado y pasajero, que se nos hace tan parecido a la beneficencia y caridad, sólo que ahora prodigadas desde el Estado.

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Además el desplome de Venezuela, y ahora el de Nicaragua, hasta al más crédulo debería servirle de ejemplo de lo que no debe hacerse en ninguna circunstancia ni en sociedad alguna , por desigual que sea y por revuelta que esté. Ni siquiera cuando el propósito de la oposición que arriba al mando sea el de aplicarle a dicha sociedad enferma la cura más implacable y severa posible. Hoy el panorama pinta muy sombrío para cualquier aspirante a Mesías o imitador de Chávez. ¿Qué les espera a Maduro y Ortega cuando, llegada su hora, sean arrojados del trono o deban abandonarlo ? No tendrán dónde refugiarse en el planeta para escapar de la justicia y los tribunales nacionales e internacionales, que los llamarán a responder por el genocidio continuado y demás estropicios y delitos que cometen a diario.
Por las razones y antecedentes señalados, me atrevo pronosticar que López honrará sus compromisos con quienes lo alentaron y eligieron, y cumplirá sus promesas de cambio, pero, entiéndase bien, dentro de la Constitución y la ley en lo esencial, respetando el orden vigente, la libre empresa y la propiedad privada, incluida la gran propiedad, mientras tribute y no desatienda la función social que le está adscrita. Al fin de cuentas, no lo olvidemos, la obligada reforma agraria, democrática, genuina, sin colectivizaciones innecesarias y ruinosas, ya la hizo Lázaro Cárdenas en el Méjico de los años treinta. La misma que, grosso modo, por la misma época, intentara aquí otro López, sin éxito, porque se la torpedearon a tiempo y se nos quedó debiendo entonces.

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En fin que la burguesía mejicana, como se vislumbra desde ya, en lo básico puede confiar en el nuevo redentor que le toca lidiar. Pues él la necesita tanto como ella al presidente. El cual salvará su faz y se lavará las manos con la izquierda enfrentando a Trump (como hoy lo haría cualquiera, aún desde la misma derecha) en cuanto al muro y la migración mejicana se refiere, pero sin afectar, y menos romper, la estrecha y fecunda relación comercial , que no es dable interrumpir siquiera, sin graves traumatismos a ambos lados de la frontera.

Comentarios:

Edgar
2018-07-15 08:46:00

Será muy interesante ver cómo se las apaña López Obrador para cumplir sus promesas de campaña y atender las directrices del Foro de Sao Paulo, sin dañar las relaciones con la burguesía mexicana ,de que habla el columnista.

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