Estados Unidos retiró dos diplomáticos de su delegación en Cuba por un supuesto ataque acústico que les hizo perder capacidad auditiva.
Estados Unidos aclaró este jueves que todavía no sabe con seguridad quién fue el responsable de los "incidentes" que el año pasado causaron "síntomas físicos" a varios de sus diplomáticos en Cuba, y que por tanto no puede culpar por ahora a "ningún país" por el suceso.
"No sabemos exactamente de dónde salió esto. No podemos culpar a ningún individuo o país por el momento", dijo la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, en una conferencia de prensa.
La portavoz no quiso confirmar los informes de prensa que apuntan a que los diplomáticos estadounidenses fueron víctimas de un "ataque acústico" con "dispositivos de sonido", que les hizo perder capacidad auditiva.
"No podemos confirmar el estado de salud de ningún ciudadano estadounidense, ni dentro ni fuera del país", subrayó Nauert, y se limitó a repetir que los diplomáticos experimentaron "una variedad de síntomas físicos".
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El incidente salió a la luz este miércoles, cuando Nauert anunció que Estados Unidos exigió el pasado 23 de mayo la salida de dos diplomáticos de la Embajada de Cuba en Washington, en respuesta a lo ocurrido el año pasado a "algunos" funcionarios estadounidenses en la isla, sin aportar un número claro de afectados.
El Gobierno cubano aseguró unas horas después que jamás ha permitido que la isla sea utilizada para acciones contra diplomáticos, y calificó de "injustificada e infundada" la decisión estadounidense de ordenar la salida de dos funcionarios cubanos.
El Ministerio de Exteriores cubano aseguró que, cuando Washington le informó en febrero pasado de los hechos, inició una "investigación exhaustiva, prioritaria y urgente" y reforzó las medidas de seguridad para los diplomáticos de EE. UU.
Nauert confirmó que el Gobierno cubano les "ha proporcionado asistencia en la investigación" sobre lo sucedido, que, según algunos medios estadounidenses, encabeza el Buró Federal de Investigaciones (FBI), y dijo que Washington y La Habana mantienen "contactos regulares" sobre el tema.
"Esperamos resolver esto de manera satisfactoria", agregó.
Aunque Washington no culpa por ahora directamente al Gobierno cubano de causar el incidente, sí decidió expulsar a dos de sus diplomáticos porque, con base en la Convención de Viena, el Ejecutivo de Raúl Castro "es responsable de la seguridad" del personal estadounidense en La Habana, explicó la portavoz.
"Nuestros (diplomáticos) estadounidenses no estaban seguros, y eso es algo que nos tomamos muy en serio (...). Es la obligación del Gobierno cubano proteger a los diplomáticos estadounidenses, y eso, obviamente, no sucedió", indicó Nauert.
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La portavoz afirmó que la embajada estadounidense en Cuba está "completamente operativa" tras lo sucedido, aunque evitó decir si se ha reemplazado a todos los diplomáticos que regresaron a Estados Unidos para recibir atención médica después del incidente.
Todos los afectados son trabajadores del Departamento de Estado, y empezaron a experimentar los síntomas físicos "a finales de 2016", concretó Nauert, que no quiso dar más detalles y subrayó que la investigación al respecto "continúa".