“Paradójicamente, la buena posición actual de EPM en el mercado de distribución podría no ser una fortaleza”.
A pesar de sus fortalezas, EPM tiene debilidades evidentes para enfrentar los retos futuros en el mercado de distribución eléctrica.
El ingeniero Sergio Adolfo Montoya Mejía, ex gerente de Innovación y Desarrollo, ID, de EPM, analizó recientemente en una magnífica conferencia cómo las nuevas tecnologías están cambiando las formas de producción, almacenamiento y, sobre todo, consumo de electricidad.
Las energías limpias, renovables y baratas han venido posicionándose tanto en la oferta como en la demanda. Las fuentes no convencionales para la generación de electricidad tienen cada vez más utilización y han reducido sus costos gracias a los avances tecnológicos. Entre 2008 y 2015 la energía eólica disminuyó su costo en 40 %; la energía solar de uso doméstico lo bajó en 50 %; la energía solar de uso masivo, el 60 %; las baterías para almacenar electricidad, el 70 %, y la iluminación mediante bombillos LED, el 90 %.
El ingeniero Sergio usa una expresión contundente: “Si la energía más cara es la que no se tiene, la energía más barata es la que no se consume”. Y agrega, con picardía: “La reina de las energías alternativas es el negavatio”, un juego de palabras ingenioso que combina “negación” con “vatio”. ¡La eficiencia energética!
Este fenómeno preocupa, y con razón, a los dueños y directivos de las empresas de generación y de distribución eléctrica. Jorge Valencia Marín, director de la Unidad de Planeación Minero Energética, Upme, dice: “En lugar de facilitar la entrada para nuevas alternativas de generación y consumo, que son el nuevo mundo de los negocios del sector eléctrico del país, algunos piensan cómo restringirlas”.
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Hay excepciones: El presidente de Celsia, Ricardo Sierra Fernández, manifestó recientemente que en esta empresa generadora trabajan en desarrollar soluciones alternativas como paneles solares para que el consumidor final sea el primer beneficiado, y ya han instalado con éxito varias soluciones de este tipo.
Ahora bien, el impacto de esos cambios se sentirá más rápidamente en los hábitos de consumo domiciliario, que en la generación eléctrica en gran escala. O sea, afectarán más rápido el negocio de distribución que el negocio de generación eléctrica.
En este escenario, EPM tiene la fortaleza de haber incursionado desde hace tiempo en programas de ID, con desarrollos menores en energía eólica, vehículos eléctricos y paneles solares. No obstante, hoy no adelanta ningún proyecto comercial en ese campo, ha reducido el presupuesto para ID y ha distorsionado su enfoque, pues ahora exige rentabilidad desde el principio a todo proyecto innovador.
La principal debilidad de EPM es la mentalidad de algunos miembros claves de su grupo directivo actual, que durante años se han orientado a los negocios de alta rentabilidad, descuidando la atención de las necesidades prioritarias de la comunidad y las expectativas de sus clientes.
Sus altas tarifas eléctricas, que por muchos años han estado por encima de los costos económicos reales del servicio, son otra amenaza. Los cargos de distribución son los más altos en la composición de esa tarifa, lo cual hace más atractivo para los clientes autoabastecerse y ahorrar. El gerente Jorge Londoño de la Cuesta reconoció recientemente: “La gente está ahorrando consumos y esto hace que la cuenta típica no haya aumentado su valor total en lo corrido del año”.
Paradójicamente, la buena posición actual de EPM en el mercado de distribución podría no ser una fortaleza.
Debe reconocerse, sin embargo, que la actual administración ha bajado los cargos de generación y de comercialización de electricidad, gracias a lo cual ha controlado un poco el crecimiento de la tarifa. ¡Felicitaciones!
¡Se avecinan momentos difíciles para EPM! Ojalá reaccione a tiempo y se evite repetir con ella la tragedia de UNE.
(Continuará)