Tal vez por los buenos resultados que han obtenido los deportistas colombianos en la última década, el presidente Juan Manuel Santos comenzó a insistir en la idea de crear un Ministerio del Deporte desde el año pasado. Y en la que puede ser una de las últimas iniciativas legislativas que aglutinen el favor de las distintas bancadas parlamentarias, decidió presentar el martes el proyecto de ley mediante el cual se transforma el hoy Departamento Administrativo del Deporte, la Recreación, la Actividad Física y el Aprovechamiento del Tiempo Libre, mejor conocido como Coldeportes, en cartera ministerial que, según el propio Gobierno, permitirá el fortalecimiento institucional hacia una mayor coordinación, liderazgo y efectividad en las políticas públicas que regulan esta actividad en el país.

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Es valiosa la iniciativa por cuanto la evolución del deporte, puesta de presente por los resultados obtenidos en las competencias del ciclo olímpico, debe estar en armonía con el andamiaje administrativo que le de soporte a unas metas cada vez más ambiciosas. Un primer paso en ese sentido ocurrió en 2011, cuando el Gobierno decidió transformar el entonces Instituto Colombiano del Deporte en el Departamento Administrativo que es ahora pero que, sin embargo, al depender del ministerio de Cultura, carecía de representatividad propia ante el Congreso para la presentación de proyectos de ley.

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Tal vez la única preocupación que nos generaba la transformación en ministerio de Coldeportes era el costo económico, tanto por la nueva burocracia que podría crearse al cambiar el contexto y el tamaño de la entidad, como también por el riesgo latente en el sector público de que el nuevo ministerio se convirtiera en un fortín para saciar los apetitos clientelistas de la administración de turno. Sobre lo primero, el presidente Santos fue enfático en señalar que el costo de la transformación será de cero pesos. Y esperamos que así sea, pues argumenta que la planta de cargos seguirá siendo la actual, con 180 funcionarios, y que el salario tanto del nuevo ministro como del viceministro con que contaría, es equivalente a los del director y el subdirector administrativo actuales. Habrá que estar vigilantes en este sentido, pues el país necesita recorta el gasto. Y sobre lo segundo, resta esperar que las decisiones que se tomen sean de índole técnica y no política, lo cual, a diferencia de otras carteras, quedaría en evidencia fácilmente, pues los resultados deportivos se constituyen en termómetro implacable de la gestión administrativa que hasta ahora, con contadas excepciones como el fiasco de los Juegos Nacionales de Ibagué, se ha manejado con acierto.

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Como hemos sostenido en nuestros editoriales en torno al deporte, estamos convencidos del valor de esta actividad como estrategia para la educación integral del ser humano y la formación de ciudadanos. Coincidimos con el presidente Santos en que el deporte, en la mayoría de los casos, une a los colombianos. El país deja a un lado sus divisiones cuando nuestra selección de fútbol juega o cuando nuestros ciclistas pedalean en las carreteras europeas. El abrazo es unánime para hacer fuerza por nuestros atletas o nuestros boxeadores, pero infortunadamente persisten las divisiones cuando del fútbol local se trata y la violencia se toma por asalto los espacios que deberían ser de fraternidad y de alegría. Este será, también, un frente de trabajo al que se le tendrá que prestar toda la atención.

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Presentado el proyecto de ley, el Gobierno se enfrenta ahora  a un doble reto. Por un lado, al haberlo presentado en el último periodo de sesiones del actual Congreso, cuando nos daba la impresión de que el Ejecutivo tenía la gran necesidad de mover otros proyectos en torno a la implementación de los acuerdos de paz, especialmente los referentes a garantizar que tal implementación no sea únicamente en torno a las obligaciones del Estado frente a la guerrilla de las Farc sino en torno a asegurar un mínimo de justicia mediante la Jurisdicción Especial de Paz o las curules que deben ser realmente para las víctimas, el Ejecutivo tendrá que mover las pocas cartas que le quedan para que, al menos, se surta en los próximos dos meses y medio el primer debate en Comisión de Cámara o Senado y se presente la ponencia para el segundo debate. Y por otro lado, para el Gobierno entrante, si la iniciativa cumple su trámite exitosamente, el reto será garantizar que los recursos, que deben ir en alza en perspectiva de las metas del actual ciclo olímpico, lleguen a donde realmente deben llegar, esto es no solamente a los deportistas de alto rendimiento que tienen sus ojos puestos en los olímpicos de Tokio 2020, sino a las bases del deporte asociado y a los institutos que son, en última instancia, los ejecutores de los objetivos encaminados a promover el deporte aficionado, la actividad física recreativa y el uso del tiempo libre.