El Trans-humanismo desenmascarado (II)

Autor: Carlos Alberto Gómez Fajardo
29 mayo de 2018 - 12:10 AM

La idea de perfección llega a hacer entender el proceso de la reproducción humana como algo similar a la eficiencia de los pasos industriales de la fabricación de objetos de cadena fabril.

 

 

El perfeccionamiento humano, de acuerdo con la ideología del trans-humanismo, incluye prácticas como el aborto eugenésico, la implementación masiva de la eutanasia como una adquisición de la cultura y la libertad, la selección genética, la erradicación definitiva de condiciones congénitas, el  mejoramiento artificial de características somáticas –“derecho a la belleza” han llegado a decir los teóricos de la industria cosmética-, la erradicación de rasgos genéticos desfavorables, la  eliminación de todo tipo de sufrimiento.  La idea de perfección llega a hacer entender el proceso de la reproducción humana como algo similar a la eficiencia de los pasos industriales de la fabricación de objetos de cadena fabril. Aunque algunos aún crean que el símil es exagerado, se trata -ni más ni menos- de la implantación concreta del régimen previsto por Aldous Huxley en su Mundo feliz. Habrá individuos de diversas categorías e importancia: alfa, beta, gamma, delta…; para cada uno de ellos, como seres sociales, un lugar específico y predeterminado en la pirámide de los oficios y responsabilidades. Todos son usuarios sumisos del “soma” (algo así como una droga que produce felicidad y sensación subjetiva de bienestar) y a la vez, son sujetos controlados en sus pautas de conducta por el uso omnipresente de los medios de comunicación. El pensamiento único se impone y quien no lo acoja es descartado por el ímpetu de las fuerzas del mercado libre y por la avasalladora voluntad de las mayorías democráticas que pueden llegar a certificar con su voluntad soberana como verdad y norma lo que en realidad son apenas intereses de algunos. Esto hace recordar la advertencia de José Ramón Ayllón: “El consenso no garantiza la ética porque no crea la realidad…  lo importante no es el consenso sino que el consenso respete la realidad”. Las mayorías con sus normas jurídicas absurdas llegarán a creer que con ellas han vencido la naturaleza.

Lea también: El tras-humanismo desenmascarado 1

En la ideología del trans-humanismo  -y en el fondo de autores como Singer, Savulescu y Bostrom- hay grandes falsedades e irrespeto a la realidad: falsedades pues se presentan como nuevos mesías que prometen un futuro idílico; irrespeto a la realidad, pues en su carga argumental hay deliberadas confusiones y omisiones que originan desorientación en quienes les siguen. En las ideologías -como en los nacionalismos, los utilitarismos, los socialismos, en la ideología de género- suele haber verdades parciales y fundamentos antropológicos habilidosamente sesgados, todo ello cocinado en el mismo recipiente. Es muy típico en los totalitarismos, por ejemplo, hacer  creer a las gentes que por encima de la persona se encuentran los intereses del Estado, en los materialismos que es sólo el interés económico y la lucha de clases lo que mueve la historia, en los nacionalismos, que en una región determinada se encuentran los buenos que se defienden de los malos, que son los extraños a la comarca. 

Singer, neo-marxista quien se presenta como defensor de los “derechos de los animales”, niega la condición personal humana de los niños recién nacidos: justifica políticas de eutanasia e infanticidio. Savulescu habla del deber moral de los padres de tener hijos sin defectos, para lo cual es imperativo el uso de la tecnología de diagnóstico prenatal para eliminar a los que no cumplan con los requisitos de su preferencia; plantea el deber de tener hijos perfectos. Otros componentes de estas tendencias participan en absurdos como la promoción de los derechos de los “cyborgs” que se consideran diferentes a los otros seres humanos y por ello excluidos de la normatividad jurídica, la cual para ellos debe ser diferencial.

También hay irrespeto a la realidad por parte de los promotores del “humano +” pues cuando hablan de este tema en lo que atañe a las posibilidades concretas de las nuevas tecnologías se refieren –sin decirlo claramente- a estrategias de ventas y mercadeo, promocionando ante el gran público la creación de necesidades de consumo. Y lo hacen bajo la enceguecedora luz de un progreso que se hace concreto en las facturas generadas por los ansiosos consumidores de tecnologías novedosas que aún no están en condiciones de valorar las consecuencias de las mismas, ya sea en el corto o largo plazo. Omiten selectivamente hacer siquiera referencia al impacto de sus acciones sobre las generaciones futuras, olvidando el concepto de la responsabilidad trans-generacional.

Lea además: Resoluciones, justificaciones, soberbia y regresión

Poco a poco se van poniendo en evidencia las contradicciones propias de los propagandistas de aquella nueva ideología, el trans-humanismo, que en los acertados términos de Fukuyama es “la idea más peligrosa del mundo”.   

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