Su meta es articular la mayor cantidad de organizaciones del mundo para que apoyen a su municipio para poder garantizar el líquido vital a sus habitantes
Los Cabos está ubicado en la Baja California sur mexicana. Cuando vayan, súbanse a un barco y viajen por el corredor náutico entre San José del Cabo y Cabo San Lucas, se van a encontrar con una escenografía natural única en el mundo: El mar de Cortés. Es azul oscuro, y en las noches, el cielo lleno de estrellas se refleja en el mar que parece otro cielo, lograr identificar donde comienza el cielo y donde termina el mar es casi imposible, sin embargo, no se logra ver todo su esplendor hasta que comienza la puesta de la luna, cuando ella se está ocultando, se puede volver a identificar la línea del horizonte, porque es tan grande su reflejo que logra aclarar el agua del mar, hasta que se desaparece por completo y entonces lo que se vuelve claro es el cielo y oscuro el mar. Es uno de los espectáculos más hermosos que he visto en mi vida. Hay una gran reserva natural debajo de ese azul anegrado, que contrasta con una montaña que hace un arco gigante demarcando la entrada al Pacífico. El único país que tiene su mar propio, es México. Empieza y termina en este mismo golfo. Los Cabos, el lugar turístico por excelencia del pacífico, y el más estudiado por su biodiversidad marina, es una tierra prodigiosa, a la que llegan casi tres millones de turistas al año de todos los rincones del planeta y claramente dotada para atenderlos con lujo de detalles. Provienen de Estados Unidos y Canadá los que más frecuentan este paraíso, ahora también es uno de los destinos seleccionados por los latinoamericanos y los asiáticos.
Uniendo cabos, es un programa de desarrollo sostenible de la licenciada Susana Zatarain, y tiene como objetivo pensar en los habitantes de Los Cabos, cada vez más olvidados. Hace 25 años, era un lugar exótico más, con dificultad pasaban de 40.000 sus habitantes, hoy casi llegan a los 300.000, de los cuales solamente 4 de cada 10 son nativos. En un territorio donde más del 90% de la superficie es urbana y casi 80 personas viven por Km2, esto quiere decir que es una ciudad super dispersa y costosa de gestionar. Ahora el reto es llevar lo mínimo básico elemental a sus habitantes, que, aunque parece increíble, ni agua tienen, en parte porque prefieren entregarla a los turistas para que estén cómodos, en parte porque las plantas desalinizadoras cada vez más detienen su operación por falta de mantenimiento. El agua es un tema sensible, cada vez hay menos, y por eso traigo a colación a la licenciada Susana Zatarain, porque ella estará visitando la ciudad de Medellín, conociendo las formas de preservar el agua que se tienen acá, visitará el Museo del agua, y se reunirá con funcionarios de las empresas públicas para tratar de articularse y resolver de una vez por todas este tema tan agobiante de uno de los lugares más paradisiacos que existen, donde la gente literalmente se incomoda para que el turista esté a gusto y deje sus dólares ahí. En conversaciones sostenidas con la licenciada Zatarain, su meta es articular una red de organizaciones del mundo para que aliadas, apoyen a su municipio para poder garantizar el líquido vital a sus habitantes y convertirlo también en un gran paraíso para ellos, que por ahora lo padecen todos los días.
Parece increíble, pero en la otra cara de la moneda, la mitad de la red vial es destapada, sin pavimentación, con el agravante que según datos del Inegi y del Implan de Los Cabos, en esta ciudad existen 4 autos por habitante, solo por mencionar algunos datos que no son vitales. La discontinuidad en la prestación del servicio de agua potable y la falta de cobertura, sin contar los temas de alcantarillas y de la precariedad de más del 20% de viviendas de la población, son entre otras, las razones por las que esta mujer se apersonó del problema y emprendió esta cruzada por el mundo en pro del equilibrio social y urbano para su territorio, realidad que es absolutamente desconocida para los turistas y que si no se resuelve, generará una brecha socioeconómica tan grande que pondrá en riesgo el mayor factor de ingresos a ese territorio, el turismo.