La industria del cannabis medicinal, aparte de tener funciones curativas y paliativas, genera millones de dólares y se podría convertir en una oportunidad para el país.
En Colombia la venta del cannabis medicinal podría arrojar unos $6.000 millones al año o un poco más, mostrándose como una industria atractiva, en la cual ya el país está dando sus primeros pasos a raíz del aval dado a doce empresas para la explotación de esta planta. Sin embargo, como todo negocio, también tiene sus complicaciones.
La cifra anterior la dio a conocer Adrián Restrepo Parra, magíster en Ciencia Política y docente del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, quien se ha especializado en lo relacionado al uso del cannabis de forma legal, a lo que se podría agregar lo declarado por el gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez, quien también ha mostrado interés en el tema, recordando que el mercado medicinal en el mundo mueve más de US$70.000 millones anualmente.
Los derivados ya se producen y comercian en Alemania, Bélgica, Canadá, Chile, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Holanda, Italia y Reino Unido, según la Dirección de Medicamentos y Tecnologías en Salud del Ministerio de Salud y Protección Social.
El negocio se abrió en Colombia de manera legal con la puesta en funcionamiento de la Ley 1787, también conocida como Ley Galán, encabezada por ser el senador Juan Manuel Galán Pachón, quien fue su proponente y que permitió la autorización a seis empresas, dos extranjeras y cuatro colombianas en una primera fase a partir del 28 de junio, y otras seis el pasado 5 de octubre de 2017.
La primera de todas las autorizadas fue la canadiense PharmaCielo, con filial en Rionegro, que según su página web fue la que más temprano solicitó de manera formal, ante el Ministerio de Salud y el Consejo Nacional de Estupefacientes, una licencia de producción y fabricación.
A PharmaCielo le siguieron las nacionales Ecomedics, Cannalivio, Pideka, Econabis y la también canadiense Cannavida. En la segunda tanda recibieron luz verde Med Colombia, Cannabis Medical Group, Medcann Colombia, Colombian Organics, Canmecol y Khiron Colombia.
Si la razón para que la canadiense PharmaCielo fuera la primera autorizada fue su orden de llegada, esto no se pudo confirmar. Al respecto fue consultado el Ministerio de Salud pero al cierre de esta edición no se obtuvo respuesta.
No obstante, expertos consultados explicaron que las canadienses se diferencian de las nacionales especialmente por la trayectoria y experticia que tienen, lo que podría haber contribuido a la selección.
Así lo señala César Betancur Cañola, abogado, experto en mercados en ingeniería financiera y docente de la Universidad de Medellín, quien apunta: “Tienen la infraestructura, la tecnología y la experiencia en la explotación del cannabis medicinal y no pesa que sea una firma extranjera”.
Por su parte, Restrepo Parra, agregó: “Los inversionistas y socios que ellos tienen (las compañías extranjeras) no poseen el estigma que posiblemente tengan en Colombia otros inversores sobre el uso del cannabis, eso les facilita acercarse a un renglón de economía como este y hacer una inversión”.
Las doce empresas autorizadas podrán producir y comercializar en conjunto hasta 40 toneladas de cannabis con fines médicos y científicos, límite fijado por la Junta Internacional de Fiscalización y Estupefacientes (Jife).
Las empresas de pequeño tamaño pueden tener hasta 5.000 metros cuadrados de cultivo y las de gran tamaño hasta 30 hectáreas.
La médico cirujana de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), Paola Pineda Villegas, quien hace parte del grupo Curativa sobre investigación en Cannabis Medicinal, señaló que la reglamentación quedó abierta para que cualquier tipo de empresa pueda ingresar al mercado, sea de pequeño, mediano o gran tamaño. “Obviamente es más fácil que entren quienes tengan dinero, pero también se buscó que los pequeños cultivadores pudieran participar”.
Ahora bien, en este negocio se debe considerar el músculo financiero. Hay que tener en cuenta el valor del lote a cultivar y que este cuente con normas técnicas y de seguridad, así como lo necesario para fabricar los derivados de cannabis.
Restrepo Parra dijo que expedir una licencia para pequeños productores (5.000 metros cuadrados) cuesta entre $500 millones y $600 millones. Los de mediano y gran tamaño tendrán que erogar un monto aún mayor.
Los insumos para su fabricación también son altos, Colombia no es productor de semillas. “Si se compran semillas en Sensi Seeds, que es uno de los buenos bancos que hay en el mundo, los precios están en dólares o euros”, dijo el magíster en Ciencia Política. Por ejemplo, una sola semilla feminizada (para reproducción) puede costar US$30.
Según el senador Galán en Estados Unidos la organización “New Frontier Data” proyecta que el mercado del cannabis creará cerca de 283.422 empleos para el año 2020 y las ventas para el 2025 podrían superar las US$24 millones. Es también una de las industrias de más rápido crecimiento a nivel mundial, lo que podría prolongarse por lo menos durante unos tres a cinco años, después de lo que empezaría a ralentizarse de cierta manera.
De igual forma los investigadores señalaron que el mercado legal del cannabis en el país del norte tenía un valor estimado de US$7.200 millones en 2016 y proyectaron una tasa de crecimiento anual compuesta del 17%. En el caso del mercado de marihuana medicinal se pronostica una tasa de crecimiento anual del 13% para el año 2025. También se estima que este negocio crezca de los US$4.700 millones actuales a US$13.300 millones en 2020.
El mercado mundial de marihuana medicinal oscila entre 60 y 70 toneladas anuales sin contar a Estados Unidos. En este contexto se espera que Colombia llegue a ocupar mínimo un 10% del mercado.
El gobernador de Antioquia, quien también le ve futuro al negocio, dio a conocer que el departamento ha venido trabajando desde hace un año y medio con el Centro de Investigaciones y la Facultad de Química Farmacéutica de la Universidad de Antioquia con el fin de crear una empresa de cannabis medicinal.
“Nosotros tenemos que ser líderes en un producto que ha sido característico de Suramérica”, enfatizó, viendo una posibilidad en que con esta iniciativa el departamento obtenga recursos como lo ha hecho con la Fábrica de Licores de Antioquia (FLA).
Mauricio García González, socio-fundador de Cannalivio, botánica colombiana dedicada al cannabis medicinal, argumentó que más que ser una industria atractiva, “es una alternativa eficaz, segura y confiable para tratar muchas afecciones. Allí es donde incide el punto en la economía. Donde los usuarios que no han encontrado satisfacción en la medicina convencional están volcándose a la medicina natural, ese es el gran atractivo” afirmó, lo que convierte a Colombia en uno de los países fundamentales en la producción de materia prima, “donde los valores y costos de producción son bajos en comparación a otros países”, agregó.
En el caso de su empresa, hasta el momento tienen cinco empleados directos y podrían generar otros cinco indirectos. “En la medida en que empecemos a construir más invernaderos y lugares destinados para el cultivo de cannabis, empezarán a aumentar”, y explicó que según el área a controlar pueden generarse entre 20 y 100 empleos en este tipo de industria.
El socio-fundador de Cannalivio manifestó que a pesar de que ya hay regulación, todavía queda faltando la intervención del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamento (Invima), para que quede engranado todo el tema de cannabis medicinal. “Por ahora se están otorgando las licencias. Sería una licencia de producción y fabricación de derivados, otra para el cultivo y otra para la producción de semillas”.
Asimismo, respecto al contexto del mercado en este momento, Betancur Cañola indicó que se requiere de la “importación de las semillas y exportación de los productos terminados, la fabricación, adquisición, almacenamiento, transporte, comercialización, los medios a través de los cuales se pueden distribuir, el uso de las semillas y la venta en Colombia de todos los derivados”, agregó el abogado.
En ese sentido, al estar ese mercado relacionado con la salud de la población, su regulación debe ser estricta y explícita para la exploración científica o médica, “esas consideraciones limitan considerablemente la actividad económica de los agentes o empresas que pretendan participar, porque es demasiado costoso por su tecnología”, expuso el experto.
Además, señaló que otra gran limitante es que el mercado del cannabis medicinal es demasiado restringido por tratados internacionales, “para nuestro caso Colombia, la convención sobre Estupefacientes y muchas otras leyes de carácter nacional reducen el margen regulatorio sobre la materia”.
A eso le agrega José Vicente Cadavid Herrera, economista agrícola y docente de la Escuela de Economía y Finanzas de Eafit, que las características de inversión en la industria farmacéutica para la investigación, desarrollo e innovación, “es un proceso muy costoso y al cual sólo tienen acceso los grandes laboratorios. Cualquier laboratorio pequeño no tiene la capacidad para entrar a competir”, al ser un mercado muy residual. Además, según su concepto, las grandes empresas al tener la posibilidad de patentar podrían controlar más la producción y distribución del producto final.
El senador Galán Pachón indicó que la ley “fue un tema largo y sufrido, pero muy importante. Sobre todo para los pacientes que son el espíritu con el que yo la hice”. Explicó que con la normativa de cannabis medicinal siempre se buscó preservar cuatro principios que fueron: brindarle a los pacientes acceso a estas sustancias, un precio absolutamente justo y razonable, seguridad en la sustancia y que tenga buena calidad.
Pineda Villegas, médica de la UPB, expuso que el cannabis medicinal es lo mismo que la marihuana medicinal, que se caracteriza por tener múltiples componentes. El grupo de componentes que más se ha estudiado es el grupo de los cannabinoides, “los dos más estudiados son el CBD y el THC”, indicó.
Betancur Cañola subrayó que el CBD, es el componente de la marihuana al que se le atribuye la mayoría de las propiedades médicas “se utiliza para cannabis medicinal o efectos medicinales”, siendo de vital importancia para derivar los productos que se comercializan.
Sirve para tratar afecciones como las de tipo inflamatorio: artritis y artrosis, así como los dolores de algunas enfermedades.
También se emplea en la falta de coordinación de las extremidades como ocurre en el párkinson, como tratamiento de los efectos secundarios en todo tipo de cáncer, especialmente para el proceso de la quimioterapia y su uso más reciente, que aún está en estudio, consistiría en tratar lesiones severas del cráneo o columna vertebral.
Pineda Villegas agregó que esas sustancias cuando entran al organismo se comportan como si fueran una llave y abren puertas: “nuestro organismo está lleno de receptores que en medicina llamamos receptores para cannabis que son como si fueran la cerradura, la llave que es el cannabinoide se va a adaptar al receptor o la cerradura”, explicó la doctora, añadiendo que los seres humanos tienen receptores porque el hombre produce una sustancia muy parecida a la que produce la planta de cannabis, “las sustancias que producimos todos los seres humanos se llaman endocannabinoides”.
Jorge Márquez Valderrama, profesor titular del Departamento de Estudios Filosóficos y Culturales de la Universidad Nacional, señaló que en el siglo XIX la marihuana medicinal se utilizaba por todas partes, ya que en esa época se vendía como medicamento de marca y los médicos la recetaban.
“En los años 1920 se comenzó a controlar su venta, difícilmente el consumo. Por lo menos, los medicamentos que contenían derivados de la marihuana, la coca y el opio empezaron a ser controlados estrictamente. Las regulaciones oficiales exigían a los boticarios que reportaran exactamente las cantidades que tenían y las que distribuían, solamente con fórmula médica. La venta libre se acabó”.
A su vez agregó que la comercialización de varias sustancias, ya la humanidad las venía usando como analgésico desde hacía muchos siglos, sobre todo opio y marihuana, que son calificadas como “las dos armas más importantes contra el dolor, antes del descubrimiento de los alcaloides derivados de la coca”.
Por tanto, “recuperar a la marihuana hoy como fármaco es un hecho que parte de la gran necesidad de levantar el velo moral sobre ciertas sustancias muy tradicionales, que se pueden poner en el comercio legalmente y que traerán mucho alivio al sufrimiento de gran parte de la población”, concluyó el docente.
En América Latina, el primer país que legalizó la marihuana fue Uruguay, seguido de Chile, Puerto Rico y ahora Colombia.
• De acuerdo con estimaciones del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca) de Uruguay, ese Estado obtendrá entre el 10% y 13% de lo que se produce para la comercialización del cannabis en farmacias, esto sumado a los ingresos por las licencias que se otorguen a las empresas productoras de cannabis medicinal.
• En 2017, Uruguay espera recaudar 8 millones de pesos uruguayos, lo que significa US$271.000 por licencias de producción y para investigación. Para 2018 un total de 12 millones de pesos (US$406.000) y en 2019, 19 millones de pesos (US$640.000).
• En el mundo, según el Departamento de Estado de Estados Unidos, ese país es el productor de marihuana más importante con una cosecha anual de US$35.800 millones, representado en más de 10.000 toneladas.