Ramón Acevedo fundó Carisma y siempre creyó que iba a morir viejito trabajando allí por la salud mental de los antioqueños.

Pero lo echaron por no ser político, entonces se volvió político y convirtió a esta actividad en una extensión de la siquiatría.

Lleva tres periodos en el Concejo de Medellín, aspira a su cuarta temporada en el Cabildo y paralelamente trabaja por la salud mental.

Con él hicimos un diagnóstico siquiátrico de la ciudad y reveló que los habitantes de Medellín son los más ansiosos y depresivos de Colombia.

Siquiatra y concejal Ramón Acevedo. ¿Cuál podría ser un diagnóstico mental de los habitantes de Medellín, de qué nos enfermamos en nuestra psiquis en esta ciudad?

Medellín es una ciudad que en el concierto nacional más depresión y ansiedad tiene.

La mayoría de nuestros pacientes consultan en nuestras clínicas siquiatras y en los servicios de urgencias por esas dos patologías mentales.

Pero adicionalmente tenemos muchos problemas con el consumo de alcohol y drogas que producen problemas severos incluso de alucinaciones y cuadros sicóticos, que llevan a estos pacientes a internarse en hospitales siquiátricos y muchos de ellos relacionados con depresión, ansiedad y el consumo de drogas. Inclusive llegan al intento y al gesto suicida y muchos terminan haciéndolo.

¿Pero qué origina esa depresión y esa ansiedad, es la misma ciudad o que factores?

Esas dos enfermedades mentales tienen un carácter genético, pero también tiene que ver mucho con la presión dada por la competitividad, por la falta de oportunidades, tiene que ver mucho con el consumo de sustancias sicoactivas que exacerban esos problemas de depresión y de ansiedad.

Pero también es la falta de oportunidades e incluso de recreación. Nosotros vivimos en una ciudad donde la gente para recrearse tiene que salir es a beber o a consumir sustancias sicoactivas, no tenemos espectáculos de cultura, de otro tipo de recreación para salir y disfrutar del arte y la cultura.

¿Está diciendo que hay muy poca oferta cultural en Medellín?

Es muy poca, entonces a los jóvenes incluso a muchos adultos lo único que les queda es salir a rumbear, a tomar y a consumir drogas y desde esa perspectiva agrava mucho más los problema de salud mental, de ansiedad y de depresión.

¿Y qué incide en todo eso el vivir en una ciudad encerrada geográficamente  entre montañas?

Nosotros crecemos en una ciudad, que a diferencia de los que crecen a orillas del mar, que ven un mundo con un panorama y un mapa abierto, nosotros crecemos entre montañas y nos quedamos aquí encerrados a veces pensando que vivimos en el ombligo del mundo.

Y como no se ven oportunidades de salir y a veces es tan difícil hacerlo, eso genera ese sentido de competitividad, también de frustración y esto genera también los problemas mentales.

¿Usted abordó el tema de la drogadicción, esta problemática a qué dimensiones ha llegado en el caso de Medellín?

Cuando trabajaba en farmacodependencia del Hospital Mental y cuando fundamos a Carisma en 1995, el consumo de sustancias sicoactivas en Medellín no era tan grave.

Muchas veces planteamos la necesidad de desarrollar programas de promoción y prevención para evitar que Medellín y el país se convirtieran de productores de drogas a un país y en una ciudad de  consumidores.

¿Cuál es la realidad que vivimos ahora? Que Colombia y Medellín dejaron de ser simplemente productores y nos volvimos consumidores.

Tenemos problemas muy graves con la marihuana, somos la ciudad que más la consume, tenemos estudios que hay comunas en la ciudad donde de cada cuatro habitantes, alguna vez en la vida uno de ellos ya ha consumido marihuana, tenemos estadísticas que dicen que hay comunas en Medellín en las que de cada diez habitantes alguno ya metió perico, además ha venido aumentando el consumo de alcohol en las mujeres que antes no se daba, ha venido aumentando el consumo de tabaco en las mujeres menores de 18 años que antes no se daba y todo esto va aumentando muchísimo los problemas de salud mental.

Entonces todo esto genera incluso genéticamente por el daño epigenético que produce el consumo de alcohol, que los hijos de padres hombres alcohólicos tienen un alto riesgo de desarrollar trastorno de déficit de atención con hiperactividad y oposicionismo desafiante y eso después en los niños se manifiesta en problemas de atención, descolarización, en violencia y si no reciben tratamiento en consumo de drogas.

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¿En su concepto cuál es la verdad sobre el uso de la marihuana medicinal?

En este país hay una gran tergiversación de lo que fue la ley que aprobó el Congreso sobre la utilización medicinal de los derivados de la cannabis sativa o del árbol que se llama el Cáñamo de la India y del cual salen varias sustancias.

Una es la delta 9 tetrahidrocannabinol que es la que se consume fumada, que es la que los muchachos consumen como cripa que va al cerebro, produce daños en el lóbulo prefrontal y en las neuronas de la memoria. Pero también puede producir daños en los testículos porque se acumulan en los tejidos grasos y puede dañar la movilidad de los espermatozoides e incluso en la calidad de las hormonas masculinas.

Eso es dañino y produce un síndrome llamado Motivacional, con el cual el fumador crónico de marihuana termina importándole ocho que ochenta.

Pero hay unos derivados que se llaman cannabinoides que se pueden utilizar puros para el glaucoma, para el dolor crónico, para el vómito producido por las quimioterapias, para la epilepsia  refractaria en los niños.

Pero lo que les están vendiendo a los adultos como góticas de marihuana es la misma delta 9 tetrahidrocannabinol y nos están volviendo marihuaneros a todos, entonces vamos a tener jóvenes y viejitos marihuaneros.

¿Medellín es una ciudad enferma mentalmente?

Es una sociedad que ha sido muy resiliente, que ha logrado recuperarse de todo aquello que tuvo que vivir pero aún tiene rezagos.

Es una sociedad que tiene una gran brecha entre los pobres y los ricos y tenemos que trabajar para romper esas brechas.

Por eso hemos planteado varias cosas desde el punto de vista de la salud mental.

El programa “Buen comienzo” es colocar a los niños de los estratos uno, dos y tres al mismo nivel, cuando van a comenzar primaria, con los estratos cuatro, cinco y seis para que reciban buena alimentación, se socialicen, desarrollen su cerebro y de esa manera están en la misma capacidad cuando lleguen al bachillerato y a la universidad y así compitan con los estratos altos, porque lo más importante es desarrollar el cerebro.

En Medellín hay gente con muchas capacidades, con mucha creatividad, pero a veces falta que le demos más apoyo.

Pero pensamos que el apoyo a los jóvenes es simplemente la posibilidad que ingresen a la universidad, pero sin facilitarles las condiciones para estar dentro de ellas, lo que hace que muchos se retiren.

Por eso los préstamos condonables que hacemos son solo para que paguen una matrícula y no para que puedan disfrutar la universidad y no sufrirla, y esto tiene que ver con la salud mental porque cuando se es feliz se está en la mayor capacidad de enfrentar los problemas que tiene la vida.

¿Por qué la siquiatría y la política al mismo tiempo?

Yo fundé a Carisma y era feliz allí, yo creí que me moría viejito en Carisma, porque era el gerente y el siquiatra. Pero un día me echaron porque no era político.

Llegué a mi casa y mi esposa me dijo entonces vuélvase político y vaya defienda la salud mental.

Hice un acuerdo con mis pacientes, que son los que me apoyan para ser concejal, muchos de ellos me apoyan, y con ellos llegué a un acuerdo en el sentido que sigo en la política defendiendo la salud mental, trabajando por el bienestar de la gente y sin renunciar a la siquiatría porque a través de ella también le ayudo a mucha gente.

Lo que hago en la política es una extensión de la siquiatría. En la política de generar programas de promoción y prevención para evitar que cada vez lleguen menos pacientes a los consultorios siquiátricos.