No todas las empresas ni las personas pueden darse el lujo de parar y enviar a su gente para las casas o hacer teletrabajo, como estamos algunos.
Hasta hace tres semanas en las conversaciones casuales que tenía con compañeros de trabajo, y alguno tosía, le hacíamos chiste con que no fuera a tener el Coronavirus. Lo veíamos como una epidemia lejana que no pensábamos nos fuera a tocar. Hoy, no sólo tenemos que aprender a controlar esta enfermedad sino también a cambiar nuestros hábitos y ver cuál es nuestro comportamiento en momentos como estos.
Hay que decir que a nadie de nuestra generación le ha tocado vivir una situación similar, de ver cómo los contagios incrementan diariamente, de estar obligados a estar en casa, y de cómo la economía pasa a un segundo plano para proteger la vida. Es de exaltar la medida histórica que tomó el Gobierno Nacional de declarar la cuarentena obligatoria hasta el 13 de abril, cancelar los vuelos internacionales y limitar el transporte terrestre a lo esencial para superar la emergencia.
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También es de destacar el mensaje que han mandado los empresarios de que lo más importante ahora es la salud de las personas; por mencionar algunos ejemplos, Promigas donará 22 mil millones de pesos para atender la emergencia; Arturo Calle cerró sus tiendas, pero les seguirá pagando a sus 6 mil colaboradores, Tecnoglass de Barranquilla envió a sus empleados a vacaciones pagas, el BBVA congeló el pago de los créditos hasta por seis meses, Gran Colombia Gold donó más de 300 millones de pesos para las comunidades de Segovia y Remedios; y lo propio hizo Minera de Cobre Quebradona en Jericó y Puente Iglesias.
No obstante, no todas las empresas ni las personas pueden darse el lujo de parar y enviar a su gente para las casas o hacer teletrabajo, como estamos algunos; hay empresas que se están viendo en la obligación de cancelar o suspender los contratos de sus empleados porque no tienen capacidad para aguantar; y hay personas que viven del rebusque y del día a día para poder llevar la comida a sus hogares: ¿qué están haciendo los lustrabotas? ¿qué alternativa tienen los vendedores ambulantes? ¿los meseros? ¿los coteros? ¿los que no tienen trabajo?
Parte de la respuesta está en las campañas de donación de mercados que han venido liderando los municipios y gobiernos departamentales; asimismo en la flexibilización de los créditos para que los microempresarios no se vayan a la quiebra. Este es momento de estar unidos y ser solidarios para superar la emergencia.
Por favor, acatemos las recomendaciones y quedémonos en la casa, sólo salgamos si realmente es necesario, buena parte de los colombianos somos olímpicos y no nos tomamos las cosas tan en serio. Es responsabilidad de todos, evitar la propagación de esta enfermedad, y eso lo logramos si somos juiciosos y disciplinados con las recomendaciones.
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Aprovechemos este tiempo en casa para compartir en familia, para comer juntos, jugar, conversar y ser más creativos; si Guido Orefice, en La vida es bella, lo pudo hacer con su hijo, y teniendo todas las adversidades de estar en un campo de concentración nazi, por qué no nosotros que tenemos muchas más comodidades.
Y en las redes sociales ojalá seamos más propositivos, no es tiempo para criticar quien hace más o quien hace menos, cada uno hace lo que puede. Los invito para que critiquemos menos y miremos qué puede aportar cada uno para volver a la normalidad y poder ser mejores personas, ser más humanos. Superar el Coronavirus es una responsabilidad compartida.